domingo, 21 de noviembre de 2010

EL PELIGRO LATENTE DE LOS FALSOS TRATAMIENTOS PARA ADELGAZAR.

El apuro por bajar de peso y moldear el cuerpo, hace que muchas veces se recurra a tratamientos que no sirven más que para vaciar los propios bolsillos. Insólitas dietas, sospechosas pastillas, productos “milagro” y lipodisolución, son algunos de los métodos inservibles que siguen dando vueltas en el mercado de la salud. Pase y vea.


Se acerca el verano y, como cada año, hombres y mujeres tratan de apurar los tiempos “naturales” para moldear sus cuerpos, bajar de peso y verse mejores a nivel físico. El apuro es mal consejero a la hora de intentarlo: en solo un par de semanas todos quieren verse bellos y esbeltos, pero los tiempos no dan.

En el marco de ese apuro, es donde aparecen los “tratamientos” que prometen acortar los tiempos y obrar reales maravillas en nuestros organismos. Hay de todo: dietas, pastillas, cremas, auriculoterapia y productos “milagro”. Todos ellos, prometen transformar nuestros regordetes cuerpos en obras similares a las esculturas de Miguel Ángel en solo cuestión de semanas.

Sin embargo, la mayoría de esos tratamientos no funciona: son solo un “cazabobos” para atrapar a desesperados incautos. En muchos casos, se trata de ingenuas personas que caen en la trampa solamente porque ven que hay médicos detrás de muchos de esos tratamientos, avalándolos. Sin embargo, eso no es garantía de que sean efectivos, sino "muy rentables".

Una pregunta necesaria: ¿Quién puede garantizar que un tratamiento sea eficiente y efectivo? Por ahora, el método científico, que busca respuestas a través del testeo exhaustivo, pasando diversas fases de experimentación.

De más está mencionar que los métodos que se describirán en este artículo, jamás han pasado siquiera los pasos básicos de la metodología de la ciencia.

Los tratamientos “disolventes de grasa”

Uno de los organismos que suele chequear “oficialmente” qué métodos pueden ser viables a la hora de mejorar la performance física es la Food and Drug Administration (FDA), organismo norteamericano que regula los alimentos y medicinas en EE.UU. y que aprueba o advierte sobre fraudes a la salud pública.

Por caso, pocos saben que la FDA ha efectuado oportunas observaciones acerca de los tratamientos utilizados para realizar lipodisolución — disolución de grasa corporal—, agregando que son inútiles por completo.

“Los procedimientos, conocidos con nombres como lipodisolvente, mesoterapia, lipoterapia o lipólisis por inyección, involucran la transfusión de fármacos no probados”, señaló oportunamente la doctora Janet Woodcock, directora del Centro para la Investigación y la Evaluación de Fármacos de la FDA a través de un duro comunicado.

La realidad indica que los llamados tratamientos “disolventes de grasa” ostentan “cero efectividad” y, según el mencionado organismo, aquellos que los venden “deberían dejar de mentir respecto a su funcionamiento”.

Pastillas que no son inocuas

“El médico me dijo que trabajaba con recetas homeopáticas y que junto a la dieta me iba a dar unas pastillas con yuyitos para controlar la ansiedad. Todo natural, me repitió. En una semana bajé tres kilos y medio, pero me empecé a sentir mal: me despertaba con la presión por el piso y no podía subirla. Mandé a analizar las píldoras y descubrí que tenían anfetaminas”, aseguró Silvina Mas frente a la requisitoria de la prensa. No se trata de cualquier persona, sino de una profesional de la educación física y ex jugadora del seleccionado argentino de hockey sobre césped.

Su experiencia fue traumática, ya que el tratamiento para adelgazar no sólo le afectó la salud, sino que la alejó del deporte durante medio año. Es que, por la presencia de anfetaminas, un control antidoping le dio positivo y fue sancionada.

El de Silvina no es el único caso, sino que es una de las miles de personas estafadas en consultorios disfrazados de “naturalistas” que, sin que los pacientes lo sepan, tratan la obesidad y otras dolencias con peligrosos cócteles que incluyen anfetaminas. En general, actúan en connivencia con farmacias y facturan cifras millonarias.

“Las pastillas que se recetan tienen anfetaminas o alguno de sus derivados, sedantes para contrarrestar su efecto excitante, y diuréticos, con lo cual la paciente elimina grandes cantidades de líquido en poco tiempo y pierde peso rápidamente, pero no masa corporal”, detalló oportunamente, Susana Gutt, jefa de Nutrición del Hospital Italiano al diario Página/12.

Las anfetaminas o sus derivados actúan sobre el sistema nervioso central inhibiendo el apetito y aumentando el gasto calórico. El efecto parece mágico. Los pacientes no tienen hambre y además, queman más calorías sin hacer ejercicios físicos. Pero estas sustancias no son inocuas. “Producen irritabilidad, insomnio, excitación y también actúan sobre el aparato cardiovascular, generando palpitaciones y taquicardia. Por eso, sólo se deben utilizar bajo un estricto control médico, por profesionales muy estudiosos, en pacientes con un sobrepeso muy grande”, advierte Jorge Braguinsky, director del Curso de Posgrado de Nutrición Clínica de la Universidad Favaloro.

Dietas y efecto yo-yo

La palabra dieta proviene del griego “Dayta” y significa “estilo de vida”. Se trata del conjunto de alimentos que el ser humano consume en un periodo de tiempo determinado. Una dieta bien puede considerarse equilibrada cuando la variedad y cantidad de los alimentos que la componen permiten un buen funcionamiento del organismo, protegiendo la salud. En sentido contrario, una mala dieta es la que carece de riqueza y variación en la alimentación.

Hoy en día, la palabra dieta está asociada a una suerte de mecanismo para lograr controlar —particularmente, “perder”— peso. Las hay de todo tipo: disociada, del pomelo, quemagrasas, líquida, de la gelatina, de la luna, etc. Ninguna de ellas es efectiva, ya que al provocar rápida pérdida de peso, reducen la grasa y el agua, pero también la masa muscular. Por ello, cuando se deja la dieta de lado, rápidamente se recupera el peso perdido, también de manera veloz, pero ahora en forma de grasa. Es lo que se conoce como “efecto yo-yo”.

En realidad, para perder peso hay que modificar estilos de vida, sustituyéndolos de forma paulatina y permanente por una dieta equilibrada y saludable, acompañada de ejercicio físico regular. Siempre bajo supervisión médica permanente, para saber si el organismo está siendo sobre exigido de alguna manera.

Un dato a tener en cuenta es que la obesidad es una enfermedad crónica y sin tratamiento efectivo: se puede controlar, pero no curar.


Cremas quemagrasas

Las pomadas que sirven para quemar grasa con la mera colocación sobre la zona que quiere reducirse, es otro relato de ficción. El médico José Enrique Campillo expone en su propio blog un “modelo matemático” que desmonta la existencia de los milagros quemagrasas.

El catedrático de Fisiología afirma que "algunas cremas adelgazantes, en su agresividad publicitaria, llegan a hacer promesas concretas. Por ejemplo, una de ellas proclama que aplicada sobre la piel de la cintura es capaz de reducir 4 cm de cintura en 40 minutos".

Campillo compara la cintura con un cilindro cuya altura sería de unos 10 cm. La diferencia entre el volumen que tendría el cilindro al principio (76 cm) y 40 minutos después (72 cm) será de 474 cm cúbicos. O sea, que la crema habría disuelto casi medio kilo de grasa en poco más de 30 minutos.

"No sabemos el destino de esa grasa disuelta. Es dudoso que se elimine vía renal. Sólo cabe que se metabolice. Si así fuera, dado que cuando se queman las grasas se producen 9 kcal por gramo, se habrían liberado 4.000 kcal en 40 minutos. Y ello, indefectiblemente, habría aumentado la temperatura corporal en varios cientos de grados. Se habría fundido la persona al completo".


Productos “milagro”

Este tipo de productos, son un capítulo aparte. La mayoría de ellos son publicitados por televisión día y noche y suelen contradecir sus propias teorías entre sí. Hay de todo: máquinas que ayudan a hacer abdominales, polvos para cortar el apetito y hasta electrodos que supuestamente ejercitan los músculos sin que uno no deba hacer esfuerzo alguno.

Diversas fuentes médicas han asegurado que este tipo de productos no tienen indicación ni efectividad en el tratamiento del exceso de peso, y pueden incurrir en un supuesto fraude al consumidor, además de los potenciales peligros para la salud por efectos secundarios.

Pocos saben que muchos de los productos que hoy se ven en las pantallas de la TV —con la voz de fondo de un locutor neutro que dice “llame ya”—, en unos meses serán retirados de mercado por ser nocivos para la salud. Es lo que ha ocurrido con una veintena de productos que otrora supieron aparecer en la “caja boba” y que fueron sacados de la venta por ser lesivos.


Finalmente, consejos

¿Qué debe hacerse o no hacerse para controlar el peso? La Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) publica en su página web (www.seedo.es) una serie de consejos interesantes para saber cómo actuar al respecto.

-Nunca sigas tratamientos farmacológicos sin registro oficial o en los que no se especifique su composición cuantitativa y cualitativa.

-Evita utilizar fórmulas magistrales (cápsulas milagrosas) en las que se mezclan diferentes compuestos, como hormona tiroidea, diuréticos, anfetaminas, laxantes, cola de caballo, etcétera.

-Recuerda que la hormona tiroidea no sirve para tratar la obesidad y, además, favorece el consumo de proteínas y disminuye el calcio óseo, acelerando la osteoporosis.

-Está demostrado que el uso de gonadotrofinas, diuréticos y laxantes no tiene ninguna indicación en el tratamiento de la obesidad.

-Olvida las dietas rápidas. La mayoría funcionan a costa del agua corporal y la masa muscular, y no de las grasas. Su éxito radica en que prometen pérdida de peso sin someterse a dieta y sin cambiar de hábitos.

-Lo barato sale caro. Sus peligros para la salud son muchos: depresiones, psicosis, cuadros de ansiedad, hipertensión, arritmias cardíacas, fibrosis renal, tirotoxicosis, etcétera. Además del temido "efecto yo-yo".

Más claro, echarle agua.

FUENTE: CHRISTIAN SANZ. MZA.

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