martes, 14 de diciembre de 2010

FLAVIO MENDOZA. ENTREVISTA.

De amores y dolores.  Después de su paso brillante por “ShowMatch”, el bailarín y coreógrafo se prepara para un verano a puro teatro. Antes, recorrió con Clarín las historias de familia que lo marcaron en lo personal y profesional.


La despedida es apenas una anécdota: Flavio Mendoza quedó fuera de “ Bailando por un sueño ” el jueves último, cuando Fabio “la Mole” Moli ganó la votación telefónica. Lo importante es lo que el bailarín y coreógrafo consiguió en ShowMatch : la oportunidad de mostrarle su talento al público masivo. Convertido en una figura popular, se prepara para un verano bendecido por la abundancia de trabajo (Ver La agenda...), después de un 2010 fructífero: entre otras actividades, dirigió el Circo Servián, integró el panel de Animales sueltos (América), formó alumnos en su escuela de danza y acrobacia, que imagina como un “semillero” para el día que forme su propia compañía. Todo lo hace bajo el rigor de la autoexigencia: “Mi padre siempre me decía: ‘ primero tenés que ser buena persona, y después, tenés que ser muy bueno en lo tuyo ’. Por eso, quizás, nunca estoy completamente conforme con lo que hago”, explica.

Venís de una familia de cinco generaciones de artistas de circo. ¿Qué te dio el circo? El circo fue mi gran escuela, aunque en la infancia, por momentos lo odiaba porque esa vida itinerante nos obligaba a cambiar de colegio todo el tiempo. Lo mejor que me dio el circo es la historia de amor de mis padres. La familia de mi mamá era la de artistas de circo, y cuando el circo llegó a Nogoyá, Entre Ríos, mi papá fue a ver una función, se enamoró de la equilibrista, que era mi mamá, una mujer hermosa, inalcanzable, con un look muy Liz Taylor...

¿Qué relación tenía tu padre con el mundo del circo? Ninguna. El trabajaba en la carnicería de su familia, que era gente de campo. Pero quedó tan fascinado al ver a mi mamá que siguió yendo a ver las funciones todos los días. Después, empezó a dejarle cartas y flores. Todo muy de película hasta que el circo terminó su temporada en el pueblo. Mi papá se quería morir, porque con mi mamá aún no había tenido nada. Decidió hablar con mi abuelo, y la respuesta que consiguió fue tremenda: “Si quiere tener algo con mi hija, y ella lo acepta, usted va a tener que venir con el circo”. La cuestión es que mi papá se incorporó al circo.

¿Y qué trabajo hizo en el circo? Empezó armando la carpa hasta que aprendió la tarea de “fuerte”, que es el que sostiene a los que hacen acrobacia. Yo me emociono cuando pienso que mi papá se metió en un mundo que no era el suyo sólo por amor ... No sé qué pasa últimamente, pero amores como los de nuestros padres, no existen más ... Cuando mi papá murió, hace diez años, también murió una parte de mi mamá. No sé por qué, pero con el hecho de que a mamá le falte papá, yo me siento como culpable...

¿Culpable? ¿Por qué? No sé … Siento que no le puedo dar a mamá lo que ella necesita, ese amor que tuvo con mi papá. El amor de mis padres fue el amor más grande que yo vi. Ojalá que algún día a mi me llegue un amor así… Otra cosa que lamento es que mi papá no haya podido ver todo lo que yo pude cosechar; él estaría orgulloso. Siento mucho su ausencia. En realidad, hay tres personas que me faltan. Además de mi papá, mi abuela Irene. No era mi abuela de sangre sino mi abuela del alma. Ella fue la primera que me vio bailar cuando yo era muy chico. Ponía la música de Flashdance , y me largaba. “Qué buenas esas vueltas que das”, me dijo un día Irene. Yo no tenía vergüenza de bailar delante de ella. En el trailer del circo, teníamos dos habitaciones, una para mis padres y otra para mis tres hermanas y yo, con camas cuchetas, y a mí, que era el más chiquito me tocaba dormir con mi abuela.

¿Irma era artista de circo? No, ella trabajaba en la casa de mis abuelos paternos. Cuando mi papá se fue con el circo y se casó con mi mamá, como Irene no tenía familia la trajo a vivir con nosotros. Desde entonces, ya no trabajó, simplemente vivió con nosotros como alguien más de la familia. Yo era los ojos de Irene … La extraño horrores. La otra persona que me falta es un amigo, Charly: era alguien de mi edad, y tener que verlo en un cajón fue algo que yo no podía concebir. No me podían calmar... Pero esas cosas duras te recuerdan que a vos también te puede pasar, que tenés que vivir el ahora. Uno, con la locura que tiene, no disfruta. Cuando hice el cuadro de aquadance, se lo dediqué a mi papá, a Irene y a Charly.

¿Por qué? Porque salí a bailar con un hombro infiltrado, y confié en que tenía a esos tres ángeles protegiéndome. Cuando terminé el cuadro, me emocioné muchísimo. No fue tanto por haber podido hacerlo a pesar del dolor sino porque realmente sentí que estaba protegido.

¿Trabajaste tus pasos de comedia con Tinelli con la misma autoexigencia que tenés en la danza? Creo que fui encontrando un lugar. Como artista, trato de adaptarme. No quiero quedar como pedante, pero me considero un artista, y trato de adaptarme a la situación y de potenciar mis falencias.

¿Cuáles son esas falencias? Que no soy el mejor bailarín ni el mejor acróbata ni el mejor comediante, pero fusionando mis capacidades creo que logro hacer un buen personaje. Siempre digo que soy como el antibiótico: de amplio espectro, porque les gusto tanto a los grandes como a los chicos. Más allá de que hago de pícaro y de gay asumido, los nenes me ven como un personaje divertido, y yo disfruto mucho haciendo algo para chicos como es, por ejemplo, la dirección artística del circo Servián.

Con todos los estímulos que ofrece la tecnología, no debe ser fácil atraer la atención de los chicos ...

Los chicos vienen cada vez más inteligentes y rápidos. Yo, como tío de chicos pequeños, me doy cuenta de que a veces los adultos los subestimamos. Mirá, te voy a hacer una confidencia: mi hermana y mi cuñado tuvieron una separación bastante fea, y él, para tratar de dañar, les dijo cosas terribles de mí a los nenes. Intentaba ponerlos en contra de nuestra familia. Una de las situaciones más duras que tuve que pasar en la vida fue tener que contarle a mi sobrino de seis años que el tío era gay. Como yo hago transformismo, y para eso me visto de mujer, su papá le había dicho cosas terribles de mí. Entonces, me senté con mi sobrino frente a una computadora, y le dije: “ Quiero contarte que el tío es gay, y que eso es una parte de la vida, pero que cuando a veces el tío se viste de mujer es porque está haciendo un personaje”. Después, pensaba mostrarle en la computadora los distintos personajes, pero no hizo falta, porque él saltó enseguida: “Sí, como el que imita a Cristina Kirchner”, me dijo en referencia a Martín Bossi. El chico lo tenía clarísimo, y no lo vivía como un conflicto. ¡Ramiro, santo mío, es un genio! Con su pasado de equilibrista, ¿qué opina tu mamá de tu desempeño profesional? Mi mamá me ha dicho alguna vez: “No me gustó lo que hiciste hoy en ShowMatch ”. O puede ocurrir que vaya a ver una obra mía y que su comentario sea: “Una chica tenía la media rota”. ¡Ay, la quiero matar! Pero es que tiene el ojo entrenado ... Ella te critica, pero también te da esos consejos que te sirven mucho. Mi mamá no tuvo mucho estudio, porque llevaba una vida itinerante con el circo. Pero, ¿viste que las madres son muy sabias, que saben las cosas en el momento justo? ¿A qué cosas te referís? Me refiero a algo muy concreto. Es algo de lo que mi mamá se va a enterar cuando lea esta nota, si es que esto queda en el texto final. Me refiero a que yo nunca tuve que decirle a mi mamá que era gay. Recuerdo que cuando se terminó la relación con mi primera pareja, yo estaba muy mal, y a la mañana siguiente me levanté muy temprano. “¿Qué hacés despierto a esta hora?”, me preguntó mamá. “No, nada, no podía dormir”, le respondí. La cosa quedó ahí, y nos fuimos a la cocina para desayunar. “¿Vos te peleaste con tu amigo Tal?”, me tiró, de una, mi mamá. “Sí, qué se yo...”, traté de disimular. Y ella, que ya se daba cuenta, me dijo: “Pero no estés mal, porque quizás no es la persona para vos”. Casi me muero. Me quedé helado, porque yo nunca había hablado de mi sexualidad con mi familia; en aquella época era impensable. Cuando le escuché a mi mamá decir “quizás no es para vos”, sentí un alivio tal que no lo puedo describir ... Después, enseguidita, ella me dijo: “¿Te hago un café con leche?”. Es algo que no olvido, porque fue su manera de decirme que con mi homosexualidad, estaba todo bien.

¿Adoptarías un hijo? Sí. No en este momento, pero a una cierta edad, sí. Y no tendría por qué ser un niño pequeño, porque de lo que se trata es de educar, dar afecto y contención a quien lo necesita.

¿Creés que serías un buen padre? Sí, porque soy un buen tío de mis cuatro sobrinos. El sueño de muchos es llevar a sus hijos a Disney; yo sueño con poder llevar a mis sobrinos. Trato de darles todo lo que puedo. Los adoro.

¿Qué otras cosas le pedís a la vida? Enamorarme y tener una pareja, que es lo que me falta.


POR:CLARIN ESPECTACULOS.

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