domingo, 2 de enero de 2011

DISCRIMINACION Y EDUCACION.

El autor analiza las diversas motivaciones que pueden conducir a los niños y jóvenes en la escuela a efectivizar actos de discriminación entre sus pares. Y propone soluciones.

Los estudios internacionales actuales revelan que la mayoría de los conflictos que enfrentan a los alumnos entre sí son problemas de convivencia. ¿A qué mamá o papá no se le ha escuchado comentar: "Pelean y al día siguiente son otra vez amigos?"

Los problemas de convivencia hacen referencia a situaciones en las que las relaciones se resuelven unilateralmente y sólo una parte consigue sus intereses. Hay respuestas agresivas pero no se dan de manera repetitiva, por lo que no producen la victimización del contrario.

Los estudios también indican que en menor medida se detectan casos de acoso escolar: "Durante todo el año no me dejaban en paz, se reían de mí, me tiraban papeles, me decían palabras groseras". El acoso escolar incluye, dentro de su definición, el que sea repetitivo e intencional.

Por otra parte, se señala que aunque no se observen en muchos casos los elementos característicos del acoso escolar (desequilibrio de poder, intencionalidad y repetición e indefensión y personalización) sí se produce la percepción en los alumnos víctimas, de las consecuencias de la victimización (fracaso escolar, trauma psicológico, riesgo físico, insatisfacción, ansiedad, infelicidad, problemas de personalidad y riesgo para su desarrollo equilibrado).

Los alumnos se sienten "molestados", pero es necesario distinguir entre el molestar "en buena" y molestar "en mala".

El primer comportamiento se da como una conducta que se puede hacer sólo dirigida a aquellos que son parte de mi propio grupo, a los que, de alguna manera, son similares a mí.

El molestar "en mala" se aplica a los que se considera diferentes por alguna forma de argumento racional o emocional.

Es decir, se trata de relaciones complejas que se generan entre los niños y adolescentes. No todo lo que los adultos o espectadores consideran como violencia es significado de esa manera por los alumnos. En este sentido, la violencia es un concepto relacional.

En el caso de lo que ocurre en la escuela, los "otros" que son molestados "en mala", pertenecen o son parte de categorías que están valoradas negativamente o que ostentan menos status; puede ser el "gordito", el "boliviano", el "gay", o el "flaco".

Esto es, alguien que, según quien emite el juicio, tiene alguna característica física o social que lo distingue. También pueden generar formas de violencia el ser exitoso académicamente (ser estudioso), el ser bien agraciada o el tener algún bien material (en general, ropa de marca).

En estos últimos casos se genera la envidia como emoción básica lo que lleva, en muchas ocasiones, a diferentes formas de maltrato entre las que destacan los sobrenombres que ofenden o el reírse de la persona por esa característica. En esta forma de reacción subyace una cierta tendencia a igualar a las personas alrededor de la media, "castigando" a quienes sobresalen en alguna característica especial.

Al maltratar a otro por la simple posesión de una característica específica, lo que se está realizando es un proceso de estereotipación de esa persona: se establece una relación con la víctima sin tomar en cuenta sus diferentes características individuales y diversas pertenencias grupales. Los estereotipos más los prejuicios llevarán a la discriminación.

En esta óptica de análisis, a los que se trata mal es a los diferentes, a los que no son parte del endogrupo; en este acto, se les despersonaliza trasladándolos desde un nivel individual a uno grupal y se les ve como una categoría social más que como una persona diversa y compleja.

Es fundamental comprender bien este tipo de fenómenos. La violencia escolar no puede ni debe abordarse y explicarse desde una mirada reduccionista; ésta se genera en y a partir de las dinámicas sociales que están instaladas, las cuales diferencian, excluyen, estigmatizan por razones intelectuales, afectivas, de ingresos, culturales; dinámicas que generan la legitimidad de las diferencias, de los menoscabadores y los menoscabados, que marcan distancias basadas en cualquier arbitrariedad. En un medio así, la escuela se hace permeable a la lógica y a los códigos de ese tipo de dinámicas, contribuyendo a la naturalización de este fenómeno.

El comportamiento violento no puede ser reducido, en su explicación ni en la búsqueda de soluciones, a las características individuales de quienes son agresores o víctimas. Las miradas individualistas, tan abundantes en la literatura, hay que ponerlas en entredicho dado que el fenómeno aparece muy relacionado con una significación grupal.

Es posible afirmar que el alumno que es molestado, acosado o intimidado lo es en muchas ocasiones por formar parte de una categoría social o grupo estereotipado y discriminado en la cultura escolar o social.

En este contexto, las soluciones deben ser pensadas en términos de estrategias socio-estructurales y estrategias psicosociales. Entre las primeras, es importante la realización de acciones que impacten a la sociedad en su conjunto.


La reducción de los estereotipos negativos es una materia política, por lo que es importante avanzar hacia modelos y relaciones sociales que valoren las distintas formas de "talento", la generación de espacios múltiples de convivencia y ayuden a la propia autovaloración.

Se requiere procesos de socialización temprana de parte de los padres y la escuela. El niño debería aprender a no odiar, a no golpearse, a no envidiar, a no provocar, a hacer valer sus derechos pero respetar los de los otros. Los padres deben examinar en qué medida, consciente o inconscientemente, transmiten estereotipos negativos.

La escuela requiere de estrategias curriculares que incluyan procesos formativos orientados al "aprender a vivir con otros". La historia nos enseña que lo humano que hay en cada uno de nosotros lo descubrimos en el forastero, en el diferente.

En la escuela y en el hogar hay que aprender a juzgar más allá del propio egoísmo ("es bueno lo que me favorece"); a distinguir entre las normas de su comunidad, su familia concreta y los principios que tienen en cuenta a toda la humanidad. Si afirmo mi libertad y desprecio la tuya, no universalizo. Si me dañan y respondo dañando, no universalizo. Universalizar significa que lo que no vale para todos no vale para ninguno.

Éstas son cuestiones que hay que enseñar. Nuestra crucial opción consiste en vivir como humanos humanizando o "disfrutar" como inhumanos parasitando.

Por Eduardo Escalante - Profesor universitario. Consultor en temas educativos.DIARIOLOSANDES

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