miércoles, 23 de febrero de 2011

GRASAS QUE MATAN.

Quizás no todos estábamos conscientes de ello, pero la mayoría de nosotros crecimos consumiendo alimentos que contenían una sustancia que hoy está considerada un ingrediente letal: los ácidos grasos trans, o grasas trans.

Sólo hasta 2006 los expertos comenzaron a crear conciencia en los consumidores sobre los riesgos de estos elementos, que hasta entonces solían llamarse "grasas parcialmente hidrogenadas".

Las grasas trans son un tipo de grasa vegetal que al ser sometida a procesos industriales de hidrogenación se transforma del estado líquido al sólido con graves consecuencias para la salud.

Estos compuestos no tienen ningún valor nutritivo, pero la industria las utiliza para extender el tiempo de caducidad de un producto y se encuentran principalmente en la comida rápida, los alimentos fritos, la margarina, los pasteles y las galletas.

Los estudios han revelado que, igual que las grasas saturadas, incrementan los niveles del llamado colesterol malo, el cual está vinculado al desarrollo de depósitos de grasa en las arterias que resulta en un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares.



Menos muertes e infartos

Una investigación llevada a cabo en la Escuela Médica de Harvard, Estados Unidos, publicado en el British Medical Journal el año pasado, reveló que tan sólo en Inglaterra unas 7.000 muertes y unos 11.000 infartos podrían prevenirse cada año si se reduce un 1% el consumo de estas grasas.

Los científicos pedían entonces la virtual eliminación de estos compuestos, que ya fueron prohibidos en Dinamarca y en la ciudad de Nueva York.

En los últimos años se han publicado varios estudios que muestran los efectos peligrosos de estos compuestos para la salud del corazón, en particular el riesgo de enfermedad coronaria.

Los expertos creen, además, que el problema de las grasas trans es particularmente grave en países con menores ingresos, donde la población suele comer mayor cantidad de productos que contienen estos compuestos por su bajo costo.

A partir de que se comenzó a crear conciencia sobre estas peligrosas grasas, muchos productores de alimentos expresaron que los retirarían de forma voluntaria de sus productos.

Sin embargo, una investigación publicada en enero en la American Journal of Health Promotion reveló que muchos alimentos que se venden actualmente y cuyo etiquetado los clasifica como "libres de grasas trans" contienen una "cantidad significativa" de estas sustancias.

Según el doctor Eric Brandt, quien llevó a cabo el estudio, "los resultados de esa investigación revelan la existencia de prácticas engañosas de etiquetado que pueden resultar en un consumo clínicamente significativo de peligrosas grasas trans, a pesar de lo que el consumidor lee en las etiquetas aprobadas por la FDA (Adminstración de Alimentos y Fármacos) de Estados Unidos".

Y el investigador le ha pedido a las autoridades de ese país que se revise el protocolo de etiquetado para evitar engañar al público sobre los alimentos que consume.



Poca vigilancia

En América Latina, la situación es grave debido a la falta de regulación de estos productos, como le dice a BBC Mundo el doctor Abelardo Ávila Curiel, investigador del Instituto Nacional de Nutrición Salvador Zubirán, de México.

"Todo esto se ha quedado en el terreno de la autorregulación o del retiro voluntario por parte de la industria".

"En toda América Latina hay una vigilancia muy laxa de riesgos sanitarios, porque la capacidad que tenemos para analizar el contenido de los productos es mínima y no se ejerce".

"Y estamos hablando de un producto -las grasas trans- que se utiliza por su bajo costo, porque el proceso de hidrogenación con el cual se obtiene es barato. Y estos compuestos han entrado a la industria panificadora, a la industria de los refrigerios".

"Las grandes marcas han dicho que han retirado a las grasas trans de sus productos, pero como no se tiene un monitoreo efectivo no queda más que creerles", expresa el investigador.

El peligro, como señala el nutricionista, es que en muchos países de América Latina sigue habiendo una gran demanda por los productos que contienen grasas trans, principalmente por su bajo costo.

"Podemos ver a la salida de las escuelas cómo se venden estos productos, que son frituras de papas o refrigerios de harinas que, sin duda, tienen una cantidad impresionante de grasas trans".

¿Cómo elegir alimentos?

Está comprobado que el actual sistema de etiquetado no funciona para advertir sobre el contenido de grasas trans de un producto.

Tal como señala el doctor Ávila Curiel, es necesario vigilar las grasas que consumimos y evitar las grasas saturadas y los productos que podrían contener grasas trans.

Además, se necesita que las autoridades establezcan regulaciones para evitar engañar al público sobre los alimentos que consume.

Mientras eso sucede, la mejor forma de evitar las letales grasas "malas", dice el experto, es no consumir "grasas sólidas" como margarina, manteca o productos que se han sido freídos en aceite que se ha usado repetidamente como las papas fritas y otros alimentos de establecimientos de comida rápida.

"Y trate de evitar los productos procesados que se vean esponjosos y frescos, como muchos pasteles, panes y galletas, porque lo más seguro es que contengan niveles altos de grasas trans".

LAS CONFUSAS ETIQUETAS DE LOS ALIMENTOS.

Se nos repite continuamente: "Una dieta equilibrada es esencial para la buena salud".

Se nos dice que debemos comer cinco porciones de frutas y verduras al día, que no ingiramos más de seis gramos de sal, ni más de 20 gramos de grasas saturadas diariamente.

Para ayudarnos a lograr esos objetivos, las autoridades sanitarias y la industria alimentaria en muchos países han introducido etiquetas en los alimentos.

Éstas deben indicar toda la información nutricional -como calorías, proteínas, carbohidratos y grasas- de cada producto y la ingesta diaria recomendada (IDR) que deberíamos consumir.

¿Pero quien no ha sentido la frustración de tratar de descifrar lo que significan esos números?

La función de las etiquetas nutricionales es ayudar al consumidor a decidir qué comprar y qué comer.

Pero tal como explica a BBC Mundo el doctor Abelardo Ávila Curiel, investigador del Instituto Nacional de Nutrición Salvador Zubirán (INNSZ) de México, los etiquetados de los productos más que ayudar a la gente a elegir una comida sana la confunden más.

"Para poder interpretarlos se requieren conocimientos previos y hasta especializados", dice el experto.

"Porque si nos dan un listado de micronutrientes con cantidades y porcentajes sobre una recomendación, eso no nos permite saber si el alimento es adecuado o es suficiente".


FALTA DE INFORMACION


En años recientes, varios expertos en nutrición en todo el mundo han estado pidiendo la introducción de etiquetados más claros en los productos.

Un sistema ampliamente apoyado es el del llamado "semáforo", que presenta un código de tres colores -rojo, ámbar y verde- según lo sano o riesgoso del producto.

Los productos insanos, por ejemplo, llevarían una etiqueta color rojo para advertir sobre su alto contenido de grasa, azúcar o sal.

El sistema, sin embargo, ha sido rechazado tanto en Europa como en Estados Unidos, principalmente por la oposición de la industria de alimentos que alega que el sistema de advertencia de colores podría "demonizar" a sus productos.

"Algunas empresas de alimentos se muestran muy activas al promover productos que tienen alguna supuesta o real ventaja y los anuncian como 'bajo en sodio' o 'bajo en azúcar', o que 'no tiene grasas trans'", dice el doctor Ávila Curiel.

"En este sentido, la industria ha estado muy activa. Pero cuando se trata de advertir sobre los riesgos de determinado producto, allí es donde las empresas brincan".

"Sobre todo en América Latina, y particularmente en México, se hace un cabildeo brutal para evitar cualquier indicación que advierta a la población sobre los riesgos de consumir ciertos productos", expresa el nutricionista.

La gran contradicción, como afirma el experto, es que todos estos productos industrializados –que son los de mayor consumo entre la población- presentan riesgos importantes para la salud.

"Ésta ha sido la enorme batalla que por el momento vamos perdiendo los técnicos, los científicos y el consumidor", dice Ávila Curiel.

En muchos países, sin embargo, se está trabajando arduamente para revertir la situación.

Mientras eso ocurre, dice el experto, es importante que el consumidor conozca qué productos tienen altos contenidos de sal, azúcar o grasas, o si contienen transgénicos, edulcorantes u otros compuestos que podrían ser dañinos para la salud.

Cómo elegir

Entonces, ¿cómo seleccionar alimentos para lograr una dieta sana?

"Lo primero es el conocimiento de qué es una dieta saludable", expresa el doctor Ávila Curiel.

"Y lo segundo es estar consciente de que muchos de estos productos industrializados que encontramos en los supermercados no pueden formar parte de esa dieta saludable".

El problema, como afirma el nutricionista, es que en América Latina estos productos constituyen el 50% o 60% de la energía que se consume.

Muchos de estos alimentos tienen cinco o seis veces más sal de la que se recomienda consumir diariamente, o dos o tres veces más grasas y azúcares de los que se requiere.

"Nuestra dieta debe estar formada básicamente de productos naturales, productos con poco procesamiento industrial. Debe consistir, como base, de cereales integrales y frutas y leguminosas”.

"Si esa es nuestra base, el consumo de sodio y azúcares de los alimentos industrializados no tendría un impacto tan grave ni causaría tanto daño".

Desafortundamente, dice el experto, los consumidores estamos continuamente bajo una gran presión para que consumamos aditivos, aderezos, saborizantes, colorantes y otros compuestos que no tienen ningún valor nutricional.

"No hay que dejarse llevar por las leyendas de 'bajo en calorías' o light", advierte el doctor Ávila Curiel.

Más que guiarnos por los etiquetados, afirma el experto, debemos usar el sentido común y elegir los productos más naturales, que son los más sanos.

"Por ejemplo, entre una bebida gaseosa y el agua, elija el agua. Y entre un cereal procesado con un alto contenido de sodio y un cereal de grano integral, elija este último".

Uno de los mayores problemas de salud hoy en día es la obesidad y todas sus enfermedades asociadas, como la diabetes y los trastornos cardiovasculares.

Y los expertos están de acuerdo en que esta epidemia es resultado de una dieta alta en grasas, exceso de sal y azúcares.

El gobierno en Estados Unidos publicó hace unos días sus más recientes recomendaciones, las más simplificadas hasta ahora: "Beba agua en lugar de refrescos azucarados, llene su plato de frutas y verduras y reduzca su consumo de alimentos procesados llenos de sal, grasa o azúcar".

Y lo más importante, dicen las Guías Dietéticas para los Estadounidenses 2010, "Goce su comida, pero coma menos”.

PR: BBC.

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