sábado, 9 de junio de 2012

TENGO UNA MUÑECA EN EL ROPERO

 El sentimiento gay adolescente
Una interesante propuesta de María Inés Falconi y Carlos de Urquiza.


"¿Qué pasa cuando un pibe descubre que es gay y se lo tiene que contar a la familia?" La pregunta fue el disparador para la escritura de Tengo una muñeca en el ropero , cuenta María Inés Falconi, autora de la obra estrenada en el Auditorio UPB, con dirección de Carlos de Urquiza. El unipersonal interpretado por Julián Serra apunta al público joven. "El grado de identificación que un adolescente puede llegar a tener con las tribulaciones que pasa un chico de su misma edad en cuanto a su definición sexual, sea gay o no, es lo que hace que la obra sea para adolescentes. Lo que no quiere decir que el público mayor no pueda verse reflejado también en ese momento de su vida", explica el director.

El protagonista, un joven de 26 años saca del ropero de su infancia la pelota de fútbol, la camiseta de basquet, las revistas de Batman y la Barbie que le robó a su hermana para esconderla en el estante más alto, porque jugar con muñecas era algo prohibido. El nudo de la propuesta pasa por las relaciones familiares, más que por la definición sexual en sí. "Cada elemento que va sacando del ropero lo lleva a una situación de su vida, con algún familiar o un amigo, y cada personaje y cada edad evocada tocan una tecla diferente", dice Serra, quien pasa de un rol a otro siguiendo el hilo de los recuerdos del protagonista. "La salida de las situaciones fuertemente emocionales, de la emoción a la risa, y viceversa, es una constante."


Para Urquiza pasa por ahí, por desdramatizar desde algún lugar la cuestión. "Uno supone que el pibe va, se lo dice al padre, y éste lo caga a trompadas. El padre lo sufre, pero no lo caga a trompadas. Se recompone y trata de ver por qué canal puede seguir un vínculo con su hijo, a pesar de que por su formación no puede terminar de entenderlo."

La autora comparte el tono entre el conflicto y el humor. "Ser gay y tener que decirlo, la familia no tiene por qué vivirlo como una tragedia. Es una situación que se puede transitar con emoción, con dificultad, con conflicto, pero sin hacerse el haraquiri", dice Falconi. "No es «cómo sufrí porque era gay, nadie me entendía, mi vida era un infierno». El personaje lo plantea como algo absolutamente normal y cotidiano que puede suceder en cualquier casa."

Forma parte de una trilogía de María Inés Falconi sobre los secretos del ropero, iniciada por una pieza de teatro para chicos, Tengo un dinosaurio en el ropero . La tercera pieza, aún no escrita, no revela más que la recurrencia a los vínculos familiares en determinadas situaciones de ocultamiento. Sin dudas, hay mucha dramaturgia que se puede sacar aún de los roperos.



POR:  Juan Garff. / LANACION.COM.AR
ARREGLO FOTOGRÀFICO: ALBERTO CARRERA


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