domingo, 9 de septiembre de 2012

TRIOS. CAMA DE TRES. UN RELATO MÀS

Fiesta para tres.
La propuesta indecente por la que incursionan los cuarentones últimamente. ¿Y a vos, ya te la hicieron? La columna de hoy se hace de a tres.



Dicen que el dos es lo dual: lo bueno y lo malo. Dicen que el tres lo es todo: pasado, presente y futuro.

Dicen (y yo lo confirmo) que las mejores propuestas se hacen bajo el efecto del alcohol y se concretan en sobriedad bajo el efecto de una mirada especial. Debo decir que la propuesta más audaz que me han hecho hasta ahora cumplió con estos requisitos y similar orden.
Fue en una de estas fiestas, a las que una no quiere ir, pero termina yendo, y finalmente se vuelve con ganas de quedarse.
Me aseguré un par de acompañantes, mi amigo arquitecto y su novia sexy, una treintañera decidida a no casarse, a no tener hijos y a destinar todos sus ingresos en (todo tipo) de placer.

Apenas llegamos me refugié en la barra, como hacen los aburridos y los prejuiciosos, lugar que tomó color y contraste en cuanto aparecieron los cuarentones densos de siempre diciéndole a la excéntrica barwoman  cosas como: ¿Este trago viene con tu teléfono en el fondo…? ó No me hagas el mojito muy dulce, para eso ya estoy yo… Uhhh y cuántas bolufrases más, da para otra columna entera. En fin, me reconocí en crisis con las fiestas, con las multitudes y con la restricción gastronómica que implica haber elegido para la ocasión un vestido 1 talle menos.

Después de un par de horas (en realidad fueron 10 minutos) de resistencia, me dejé llevar, bailamos, tomamos, y nos reímos como mandan este tipo de acontecimientos. Y como manda la tradición, las chicas nos pusimos un poquitín mimosas (por no decir perras que suena feo) Y entre mojito y caipi (ahora sí,  voy a darle crédito al alcohol, que mezclado con alguna pitada, logra el combo perfecto para las decisiones postergadas) mis amigos me propusieron un trío.

Medio en chiste, medio en serio, la idea quedó dando vueltas en mi cabeza, saltando en el dos, desde la repulsión hasta el placer, desde lo natural hasta lo promiscuo. Y como siempre digo, las propuestas indecentes son como una bacteria: el único remedio que las mata es aceptarlas para luego sentir el pseudo-alivio del arrepentimiento.

La música nos envalentonó a huir de allí, debo darle el crédito mayor a la seriedad con que, en la puerta de mi departamento, ella lo miró a él reconfirmando la propuesta y después a mí, directamente a los ojos, diciéndome todo sin decirme nada. En mí la bacteria empezó a reclamar su medicina.

Subimos, en silencio incómodo, pensé: lo único que falta es que ahora nos quedemos sin tema… Me debatí entre lo bueno y lo malo, lo innecesario, lo que no se debería desaprovechar. Mi mente estaba ya en mis 80 años arrepentida de no haber cometido más infracciones.
Ya en casa, nosotras nos tiramos en los sillones, mientras él buscaba el disco perfecto (la elección –In the air tonight- delató su edad), empezamos a reírnos, levanté la cabeza y lo miré, entre divertida y suspicaz. ¿Acaso esto sería un trío o cumpliría una fantasía voyeur de mi amigo?

La novia, no parecía haberse percatado de toda la estrategia. Estaba en estado de fascinación conmigo y no hacía más que acariciarme y mirarme la boca.

Toda la previa, tanto protocolo y tanta preparación me hacía pensar que esta sí puede ser una práctica auge entre los cuarentones y me hacía concluir que los hábitos sexuales también nos marcan la edad que tenemos, como una línea que uno traspasa hacia experiencias que fueran de otros. Hoy, los tríos, parecen haber atrapado a los maduritos.

Pensé en el día después, si sería otra mi orientación sexual, si ya no iba a poder volver atrás. Pensé también en ese momento inmediato. No tenía previsto ni siquiera psicológicamente un encuentro así. Si algo andaba mal iba a ser difícil escapar. (Por regla general hasta un segundo antes de lo imprevisto todos pensamos que un plan b no será necesario. Pienso que por eso la improvisación bien ejecutada goza de tanto prestigio.)

No tenía nada planeado, ni siquiera un plan B, por suerte. Dejé todo en manos del instinto (y les recomiendo a todas mis lectoras que no se pierdan la experiencia.)

Pero me quedo en el tres pensando cómo será con dos damas o dos caballeros…
 
POR: Mara López Medea. MDZOL.COM
ARREGLO: ALBERTO CARRERA

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