domingo, 21 de octubre de 2012

CAMBIÒ DE GÈNERO. TODOS LOS DÌAS HISTORIA DE VIDA

Cuerpo y alma en sintonía

Una pareja, ambos trans, inició un tratamiento para tener un hijo. Una mujer policía que era hombre. Ell@s tienen algo en común: se atienden en el único servicio hospitalario que aborda integralmente la atención de pacientes transexuales.


Daniela y Nahuel se conocieron participando de una marcha en favor de la ley de identidad de género, en Rosario. Se enamoraron y se fueron a vivir juntos al sur. Ahora quieren tener un hijo. La historia no debería llamar la atención, si no fuera porque Daniela nació hace 36 años dentro de un cuerpo masculino y Nahuel lo hizo ocho años después en uno de mujer. Y es Nahuel quien –aún con sus órganos reproductores femeninos intactos– decidió abandonar su tratamiento hormonal masculinizante para recuperar su capacidad de ovulación y poder así concebir el hijo de ambos. La pareja superó los prejuicios de una sociedad que empieza a aceptar a las personas trans y llevó adelante esta historia de amor con trasfondo político –la lucha por una legislación inclusiva– y científico, ya que todo el tratamiento es supervisado por el equipo de profesionales del servicio integral de atención a personas transexuales que funciona en el Hospital Durand, el único del país donde se realiza un abordaje multifacético de la disforia de género, incluidas las operaciones para adecuación genital. Desde que la Ley 26.743, promulgada en mayo de este año, permitió llevar adelante este tipo de intervenciones sin la engorrosa autorización judicial que antes obligaba a las personas trans a pasar por Tribunales, el número de consultas se incrementó exponencialmente. “Ya operamos a 15 pacientes y hay más de 100 en lista de espera”, relata el doctor Adrián Helien, coordinador del servicio y coautor del libro Cuerpos equivocados. Hacia la comprensión de la diversidad sexual.

La historia de Daniela Andrade y Nahuel Agustín Bórquez es un inmejorable portón de ingreso a la temática trans. En esta entrevista –la primera que conceden en conjunto– nos cuentan cómo afrontaron sus realidades, de qué manera cambió sus vidas la aprobación de la ley de identidad de género y cuáles son sus planes para el futuro. “Soy nacida en Chubut, trabajo en la Dirección de Género de la Municipalidad de Comodoro Rivadavia y actualmente estoy a cargo de la Dirección de Diversidad e Igualdad de la provincia”, se presenta Daniela ante el requerimiento de EG. “Yo nací en San Miguel, tengo 28 años, y estudié para guardaparque, hasta que nos conocimos y me fui para el sur”, responde Nahuel.

–¿Cuándo y de qué forma se dieron cuenta de que la sexualidad emocional de ustedes no se correspondía con la naturaleza de sus cuerpos?

Daniela:–Desde que tengo noción siempre fui una nena, más allá de la sexualidad. Cuando un@ es niñ@ no se tiene en cuenta la genitalidad ni la sexualidad, sí el género.

Nahuel:– A mí me pasó algo parecido. Desde pequeño siempre me consideré un chico más entre mis amigos, más allá de que para los demás era una nena, yo sentía como varón.

–¿Cuál fue la reacción del entorno familiar cuando comenzaron a manifestarlo?

D:– Tuve la suerte de que mis viejos nunca me obligaron a nada, siempre pude elegir mi ropa, mis juguetes, me dejaban expresar libremente. En el momento de hablarlo con ellos no tuve problemas, como buenos padres que son ya se habían dado cuenta de quién era realmente.

N:– La primera reacción de mi madre fue mandarme a psicólogos, pediatras, médicos, pero gracias a su racionalidad, finalmente entendieron y me acompañaron.

–¿Cuándo y por qué se acercaron al Hospital Durand?

N:– En enero de 2010 fui por primera vez al Durand para sacar turno con el doctor Helien, ya que en la Marcha del Orgullo anterior había escuchado que ahí atendían a chic@s trans. Allí comencé con el tratamiento indicado y realmente se lograron muy buenos resultados.

–¿Cómo y cuándo se conocieron?

D:– Nos conocimos militando por el derecho de nuestro colectivo trans, al final del tramo por la lucha de la ley de identidad de género. Desde allí no pudimos separarnos más y comenzamos a escribir nuestra historia, una historia nueva.

Nueva ley, más derechos

El pasado 24 de mayo el Gobierno nacional promulgó la Ley Nº 26.743 por la cual toda persona “tiene derecho al reconocimiento de su identidad de género tal como la siente”, corresponda o no con “el sexo asignado al nacer”. Desde su vigencia, cualquier ciudadano puede “solicitar la rectificación registral del sexo, y el cambio de nombre de pila e imagen, cuando no coincidan con su identidad de género autopercibida”.

–¿Cómo incide en sus vidas el contexto social que vive la Argentina después de la sanción de las últimas leyes que ampliaron derechos a las personas trans?

D:– Esta ley hizo que desde el Estado comenzáramos a conformar áreas de diversidad para atención y acompañamiento a las personas trans. Recién ahora creemos que empezamos a ser un país más justo y comenzamos a vivir plenamente la democracia.

N: –El hecho de tener un DNI que identifique quien soy me cambió la vida, porque no tengo que andar explicando nada, ya que nunca tuve apariencia de mujer. Hoy es más fácil salir a buscar un trabajo, sacar un turno en el hospital, ahora somos ciudadanos con los mismos derechos que los demás.

Daniela y Nahuel comenzaron un tratamiento para tener un hijo

Micaela: la mujer policía que nació en un cuerpo de varón.

Desde muy pequeña, Micaela Bayer supo que su documento de identidad no la representaba. “Mi mamá quería que yo fuera nena y ya había pensado un nombre, María Lorena, pero nací varón y entonces me bautizaron con el nombre de mi papá, que había fallecido meses antes de mi nacimiento en un acto de servicio, y me pusieron Marcos Felipe”, le cuenta a EG sentada en su oficina del Centro Integral de Género de la Policía Federal Argentina, ubicado en el tercer piso del Departamento Central. Por mandato familiar o simplemente en búsqueda de una estabilidad laboral, Micaela ingresó en la fuerza meses antes de cumplir los 20 años. “Ya para entonces sabía que me gustaban los chicos, pero no le podía decir a nadie lo que me pasaba. En casa se hablaba mal de los gays y las lesbianas, mi familia era súper homofóbica, yo daba por hecho que lo correcto era ocultar mi identidad sexual”, recuerda. “Recién empecé a blanquear mi historia cuando supe que no era el único gay que había en la Policía”, agrega.

“En 2007 conocí el servicio del Durand y empecé el tratamiento. Me puse lolas, me adecué el rostro, de a poco me fui sintiendo mejor con mi cuerpo y llegué a la conclusión de que no era necesario tener vagina para ser mujer, con lo cual desistí de la fase quirúrgica, aunque no la descarto a futuro”, confía.

Actualmente es cabo y trabaja en el Centro Integral de Género de la PFA, desde donde colabora en el abordaje de políticas de género y las adecuaciones de identidad. Además de Micaela, en la actualidad hay al menos otros dos casos de trans reconocidos en la fuerza.


Un libro provocador

La literatura permite comprender muchos de los fenómenos y momentos que nos tocan vivir como sociedad.

Cuerpos equivocados trata sobre la transexualidad, un tema que provoca controversias y mucha confusión, tanto en la sociedad en general como en los ámbitos académicos.

Fruto de la sinergia entre el psiquiatra y sexólogo Adrián Helien y la periodista Alba Piotto, el trabajo –editado por Paidós– se orienta hacia la comprensión de la transexualidad como una manifestación más de la rica y multifacética diversidad humana.

“Los testimonios de personas transexuales relatan su lucha por integrar una sociedad que por lo general no los incluye y todavía rechaza la diversidad, intentando hacerlas ingresar en un molde genérico binormativo (hombre-mujer)”, explica Helien.
 
OPINIONES

Acompañar la transformación

Escribe Karina Iza, médica ginecóloga, sexóloga, master en Salud Comunitaria.

Nunca pensé que como médica tendría la oportunidad de ser parte de un cambio de paradigma político, social y de la salud pública. Pensaba que en la medicina ya estaba todo escrito, todo descubierto. Sin embargo, quienes trabajamos con personas transexuales hoy tenemos una oportunidad única: escribir la historia junto a ell@s. No hay suficiente literatura médica que dé cuenta de cuál es el mejor abordaje para su salud. Hoy vamos labrando el camino junto a ell@s, que nos guían y marcan el rumbo al permitirnos acompañarl@s en el descubrimiento y la expresión de su identidad. Facilitarles el acceso al sistema de salud y ayudarl@s a encontrar el confort, frente al disconfort que significa vivir cada día en un cuerpo que no los representa, que no les permite revelarse como la persona que son. Hoy hemos dado una vuelta de página en la historia: nuestro país cuanta con leyes que lo ponen a la vanguardia en lo que respecta a los derechos humanos. Hoy el paradigma se ha corrido y los profesionales de la salud nos vemos cada vez más involucrados con la realidad que han sorteado y que aún tienen que sortear las personas transexuales para acceder a uno de los derechos humanos más básicos: el derecho a la salud. Derecho que durante tanto tiempo les fue negado por un sistema que los rechazaba y discriminaba. Hoy la ley los ampara. Hoy estas personas tienen derecho a alcanzar el más elevado nivel de salud, y los profesionales tenemos la obligación y el compromiso de garantizárselo.

Sobre cuerpos y fronteras

Escribe Diana Maffía , filósofa. Investigadora del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de la UBA.

El concepto de frontera se identifica con algo físico que separa espacios geográficos. Pero más allá de la cartografía, hay una dimensión simbólica de la frontera: un límite que reordena dimensiones de la vida como el tiempo, el espacio, los comportamientos y los deseos. Se trata de una apertura al cambio en los sentidos atribuidos a lo propio y lo ajeno. Como las fronteras geográficas, nuestros cuerpos pueden ser lugares de separación o lugares de encuentro, lugares amurallados donde lo diferente es una amenaza, o espacios de rico intercambio y negociación entre mundos.

La cartografía de los cuerpos también nos permite dar este salto, pensarlos más allá de la aparente naturalización del cuerpo físico, semiotizarlos, y analizar así su identidad y su sentido de lo propio y de lo ajeno como una frontera cultural. Los cuerpos así semiotizados y jerarquizados también construyen muros. Cuerpos hegemónicos que se han puesto como los únicos capaces en el ejercicio de la ciudadanía, la ciencia, el derecho, la teología; cuerpos que desde esas disciplinas normativas y desde esos espacios de poder elaboran las normas para todos los cuerpos. Podemos vivir nuestros cuerpos como un Estado que decide patrullar sus fronteras para que no penetren extraños a su idiosincrasia, a la defensiva y preparados para el ataque; o podemos vivirlos como una invitación a sumar nuestra melodía personal a la polifonía de la diversidad humana, aquella construida con las memorias ancestrales de las lenguas maternas, la polifonía que expresa en cada uno, en cada una, el afinado instrumento que son nuestras memorias y nuestras vidas, para sumarlos a la armonía prodigiosa de lo diverso.



POR: Mauro Federico. ELGUARDIAN.COM.AR
ARREGLOS: ALBERTO CARRERA

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