lunes, 4 de noviembre de 2013

Teatro: ....Y un día NICO se fue, El musical. Tomás Fonzi - Walter Quiroz

Tomás Fonzi - Walter Quiroz: Cantar sobre el fin del amor. Protagonizan “Y un día Nico se fue”, la comedia musical que dirige Ricky Pashkus con música de Ale Sergi, sobre la novela de Osvaldo Bazán. Un romance malogrado entre dos hombres.


Cien años atrás, aquí había calderas productoras de vapor, se producía electricidad y las piernas y los brazos humanos se movían cronométricos en una coreografía industrial. En este castillo de cuentos -ex Compañía Italo argentina de Electricidad- hoy las cosas no son tan distintas. El Palacio ahora es La Usina del Arte, ya no bajan de los barcos las hormigas genovesas, La Boca ya no es el arrabal, pero la transpiración también hace nubes de vapor, los cuerpos sincronizan su vibración y el edificio rebosa, otra vez, de corriente eléctrica. Bajo las órdenes de Ricky Pashkus, se ensaya a fuego Y un día Nico se fue, comedia musical arrancada de la novela de Osvaldo Bazán. De cómo transformar la electricidad que alguna vez nos atravesó, en ganancia.


¿Por qué cantar y bailar una historia que podría ser estrictamente actuada? “Porque cuando lo que decís no alcanza, hay que cantar y cuando eso no alcanza hay que bailar”, justifica Bazán, sentado como un jurado frente a los protagonistas. Walter Quiróz y Tomás Fonzi no hicieron antes comedia musical. Ni siquiera se los escuchó públicamente cantar. Pashkus los tranquilizó con su axioma personal: “Un famoso no resuelve una comedia musical, pero un actor sí. Quien canta y baila no necesariamente es un actor. Un actor, en cambio, puede aprender y hacerlo todo”.

Con esa tranquilidad el que se inició en S ocorro, 5°año -Quiróz-, y el que franqueaba la pubertad en Verano del ‘98, pulieron cuerdas y movimientos. Contarán -envueltos en acordes de Ale Sergi, de Miranda!- cómo es la vida una vez que alguien se va y alguien se queda. “¿Te dejaron alguna vez?”, pregunta la voz del narrador (Bazán) en la novela editada por primera vez a fines de los ‘90. “Es una experiencia maravillosa. Primero te funciona la negación, como al coreógrafo de  All that jazz  con la muerte. Cuando te dejan, te matan un poco”, ametralla aquel texto transformado en un drama cantado que estrenará el 17.

Y ahí andan como “asesino” (Fonzi) y “asesinado” (Quiróz) mientras Cupido les bailotea invisible en escena. Con 70 palabras cantadas encuentran el modo de burlarse del modo en que la sociedad bautiza a un homosexual: “Travesaño, marica, panqueque, rarito, muñeca quebrada, traviata, mariposón...”, se escucha en el ensayo con orquesta.

“El punto no es que se trate de una pareja gay, sino de esa cuestión de todos: que todos dejamos o fuimos dejados. La clave tiene que ver con abandonar y ser abandonado, con soltar o aferrar”, rompe el hielo en la caldera Quiróz, 40 años, discípulo de Carlos Gandolfo y Agustín Alezzo, que viene de protagonizar El otro Judas en teatro. “Tiene que ver con entregar y con ser defraudado, con depositar ilusiones en el otro y con encontrarse a uno mismo. Es sencillo poner en el otro la vida de uno”, completa Fonzi, 32 años, más cine y TV que teatro y un último trabajo sobre tablas en Buenas noches, muchas gracias, dirigido por Lía Jelín. “La obra empieza así: él (Osvaldo, Quiróz) pone en un alguien que no sabe quién es, todo un destino, una energía, un deseo”.


¿Entonces más que la historia de amor traumática, hay un conflicto de base: pensar que el otro puede salvarnos?

Quiróz: Exacto. Mi personaje lo construye a Nico. La historia habla de quererse a uno mismo y de, en todo caso, después sí comunicarse con el otro. El peligro de proyectar todo en el otro. Un día Nico se fue. Ya sabés desde el título que Nico se va a ir. Lo importante de la obra es el proceso. La depresión en la que queda sumido el personaje.

Fonzi: Otra cosa importante es que se cuenta el cuento desde un lugar de batallas ganadas. Como que ya estamos de vuelta en un montón de asuntos referidos a la homosexualidad. La obra no tiene la intención de romper con una estructura y mostrar una bandera. Está hablando ya desde un lugar de terrenos ganados.

Aunque socialmente estemos a años luz de la evolución.

Quiróz: Con el matrimonio igualitario ya ganado, de todas formas no podemos hablar de batalla ganada. Sigue existiendo el b ullying (hostigamiento) palabra de moda. A los chicos se los sigue cagando a palos en el primario por ser gays. En la obra el personaje dice Nunca tuve tan en claro como hoy que no es algo que elegí, sino que me pasa . La obra también está hablando de eso. De amor, de separación, pero también de la no elección. De que esto es algo que sucede.

El amor de estos dos hombres irrumpe en tiempos en que el amor de otros dos hombres disparó la aguja del rating televisivo. La ternura mutua entre Julio Chávez y Benjamín Vicuña hicieron de Farsantes (El Trece) la segunda ficción más vista de la pantalla chica. Lejana -no sólo temporal sino socialmente- quedó aquella relación de ficción entre Gerardo Romano y Rodolfo Ranni en Zona de riesgo, dos décadas atrás.


Es de noche ya y el ensayo es como una central eléctrica. La intensidad en los cuerpos como condición excluyente para formar parte del equipo al que Bazán supervisa. Después de todo, el periodista de TN está entregando su propia historia al musical que iba a protagonizar, en principio, Gastón Pauls. Aclara Pashkus que Pauls se bajó del proyecto “por argumentar que no sentía el campo claro para tirarse en esto”. Con el reloj en contra hubo que salir a buscar reemplazo y Quiróz estampó firma sin dudarlo.

A diferencia de lo que podía pensarse, la mayor complejidad de la obra no tuvo que ver con los dos protagonistas ajenos al género, sino con el sonido. “Se trata de puesta en dos pisos. Una interacción absoluta de sonidos y sonoridades y para el sonidista será un trabajo espantosamente terrible”, advierte Pashkus, cuya obra es presentada por el Gobierno porteño de la Ciudad.

Con un elenco de 15 artistas (que completan Augusto Fraga, Angel Hernández, Virginia Kaufmann, Cynthia Manzi, Juan José Marco, Tommy Martinez, Milagros Michael, Rodrigo Pedreira, Dennis Smith, Lucila Tolcachier, Silvana Tomé, Déborah Turza y Sebastián Vitale), Y un día Nico se fue es, como coinciden en esta caldera donde se centrifugan emociones, “una fiesta pop”.

“Hay algo que se afloja en un actor cuando descubre la comedia musical”, cierra Quiróz como jugador en tiempo suplementario. “No podés estar más en carne viva que acá, actuando, cantando, bailando. Hay algo de la profesión que se ve que estábamos pidiendo a gritos. Llamalo deseo o, mejor, necesidad”, completa Fonzi. Mientras se secan la transpiración, saben que la usina esa que funcionaba como planta eléctrica, ha vuelto a producir “electricidad”.












Por: Marina Zucchi - Clarin.com
Fotografìas: Web - Facebook.com/yundiaNicosefue.Elmusical
Arreglos: Alberto Carrera


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