miércoles, 26 de mayo de 2010

SER HOMOSEXUAL NO SIEMPRE ES COLOR DE ROSA

LAS PERSONAS LGB NACEMOS AISLADAS, EN UN SISTEMA FAMILIAR QUE SUELE DAR POR HECHO LO QUE NO SOMOS. MUCHOS SALIMOS
DEL ARMARIO Y LA VIDA MEJORA, PERO A OTROS MUCHOS SE LES COMPLICA DEMASIADO
DURANTE UN TIEMPO. SE HACE PRECISO ACEPTAR EL MOMENTO QUE NOS TOCA VIVIR, COGER LAS RIENDAS DE NUESTRA PROPIA VIDA. TAMBIÉN BUSCAR APOYO, PORQUE CAMINOS
TAN DUROS SON MÁS PESADOS EN SOLITARIO.
POR ÚLTIMO, ACEPTAR QUE TODOS VIVIMOS SUMERGIDOS EN NUESTRO TIEMPO, EN NUESTRA ÉPOCA; INCLUSO QUIENES NO NOS COMPRENDEN.





A rasgos generales, repito, el colectivo LGTB tiene una característica que lo diferencia del resto de minorías sociales: nacemos aislados. No suele ocurrir así con otras minorías, como étnicas o religiosas, que nacen en un grupo de iguales de los que recibir apoyo.
Desde la psicología sistémica, puede argumentarse
que el armario no está en la persona,
sino en la familia, literalmente. La familia
en su conjunto vive en un conflicto que arroja a uno de sus miembros en el armario. Así, una vez nacemos, se nos ha educado ante expectativas que no podemos corresponder, con una infancia en torno a la heterosexualidad.
Una educación rígida en prejuicios de género. Hasta que, poco a poco, empezamos a tomar conciencia de nuestra sexualidad homoerótica y emerge al mismo tiempo un conflicto con el resto de la familia. ¿Cómo decirles que no les corresponderá, que tiene sus propias necesidades? A partir de entonces,
el armario puede expandirse al colegio y a las amistades.
Ninguno de nosotros ha nacido en el armario, nadie. Cuando tomamos conciencia de nuestra
orientación sexual se abre una nueva característica
en nuestra identidad, que según cada cultura toma distintas formas. En nuestra
cultura existe una hostilidad hacia los deseos homoeróticos y por esa razón hay personas que puede preferir guardarlo en secreto. Así, el armario aparece como consecuencia de una hostilidad familiar y social.



El rechazo se nos presenta en cada área de la vida: padres que se niegan a aceptar

esa posibilidad, hermanos que acusen de no ser más discreto y amistades que flaquean. En el colegio, los insultos suelen
ser una constante, y en el trabajo, comentarios
ambiguos a modo de reproche. Casi todos nos hemos cruzado con sutiles miradas de desprecio e indiferencia que nos llegan hondo. Más aún, los daños, uno a uno, se van acumulando.
De hecho, antes de salir del armario, se aconseja disponer de cierta independencia
económica con la familia, ya que pueden
ser hostiles como primera reacción. Sin esta independencia económica, la casa de los padres y disponer de recursos básicos pueden jugar parte en el conflicto.
Como dice la expresión, “tendrían la sartén por el mango”.
En el Journal of Family Psychology, Laurie
Heatherington y Justin Lavner (2008) realizan una revisión de distintos estudios,
basándose principalmente en el sistema familiar. Obviamente, el apoyo familiar se muestra importante para la propia aceptación y salud. Según recomiendan,
si pretendes dar a conocer tu orientación sexual, lo mejor es hacerlo en un tono positivo (“soy gay y estoy feliz”),
pero no negativo ni neutro.
Muchos de nosotros hemos salido de la oscuridad del armario. Esto implica, en cierto modo, exigir al mundo el espacio que por derecho nos corresponde. Tener la fuerza para afirmar con orgullo que no somos como otros deseen, que somos libres.
Hace falta ser fuerte para decir no, para descubrirse ante la sociedad. Después,
cuando pasa un tiempo, restamos importancia a nuestra fortaleza, la consideramos
“normal”.
Otros muchos, lamentablemente, carecen
de la misma suerte. No me refiero a quienes se quedan dentro del armario, sino a quienes templan la fuerza de salir y se les complica toda la vida.



ACEPTAR EL RECHAZO

Es muy duro cuando la propia familia nos da la espalda, los amigos: nuestros seres queridos. Más aún, cuando el resto de la sociedad también lo haga, en el colegio, instituto o trabajo. Puede convertir la vida en un infierno, quemando con ello toda esperanza y enraizando sentimientos
de culpa profundamente. El estigma, exclusión social, estrés. Un oscuro sendero
hacia graves problemas, en cada faceta
de la vida.
Cuando tales males acontecen en la vida o algo lamentable sucede, debemos aceptar que ha ocurrido. Sólo cuando lo aceptemos podremos coger las riendas de nuestra propia vida.
En el Journal of Counseling Psychology, Kimberly Balsam y Jonathan Mohr (2007) introducen que, para adaptarse al estigma
de ser una minoría sexual, resulta esencial desarrollar una identidad positiva
como miembro de un grupo oprimido. Concluyen la necesidad de apoyo para superar
el estrés asociado al estigma; por ejemplo, tener relaciones positivas con otras personas que se declaren LGB (pero no necesariamente unidos a comunidades LGTB).
Resumiendo lo expuesto hasta ahora, a aquellos/as adolescentes que viváis una situación tan difícil, buscad apoyo. Reafirmarnos
como homosexuales y grupo oprimido puede ser una forma de adaptación
ante el rechazo social. Debemos aceptar la situación en la que vivimos y retomar las riendas de vuestra propia vida, pero no lo hagáis solos.



NO ESTAMOS SOLOS

Quizás en este punto os preguntéis porqué es tan importante conocer a otras personas LGB. No pretendemos argumentar que debáis acudir en masa a asociaciones
o comunidades de este tema. Sencillamente, conocerse y aceptarse puede pasar por conocer y ser aceptado por otras personas.
Hay muchas formas de ser un apoyo. Los libros suelen diferenciar las aportaciones emocionales, materiales, información o compañía. Todas ellas parecen importantes
para disminuir el estrés o para amortiguarlo.
Desde el consejo no-directivo, de Rogers, cabría añadir la “aceptación”. Muy resumidamente,
consiste en aceptar a la otra persona tal cual es y esforzarnos por entenderla
desde su propio punto de vista. No enjuiciar a quien escuchamos, sino ser empático. De este modo proporcionamos una sensación de calidez y seguridad que permite percibir más claramente significados y propósitos de nuestras emociones.
Así, podemos apoyar entendiendo y aceptando lo terrible de su experiencia, tal cual es, sin huir de ella.
He aquí algo a lo que otras personas LGB pueden ayudarnos. Aceptar nuestra sexualidad tal cual es. Escuchan nuestras emociones y problemas homoeróticos centrándose en la emoción, en el problema y aceptando el hecho homoerótico como algo normal y digno (lo hacen, al menos, con menos prejuicios). Es decir, dejar de sentirse “raro o distinto”. Probablemente
han pasado por experiencias parecidas a la tuya y les resultará más fácil
entenderte. Esta experiencia es esencial.
Si nadie de tu alrededor te acepta tal cual eres, ¿cómo alcanzarás aceptarte tú plenamente?
Cuando estamos metidos en un gran problema,
nos cuesta verlo desde fuera.



¿QUÉ PASA CON LA BISEXUALIDAD?
Lamentablemente, la situación es más difícil
para las personas bisexuales. Cierto que algunos bisexuales están en periodo de tránsito hacia una homosexualidad, pero también existen bisexuales que realmente mantienen esa orientación de forma estable: hablamos por tanto dos grupos distintos (The Journal of Sex Research,
2006). A las personas bisexuales, con demasiada frecuencia no se las reconoce
como tales, ni por parte del colectivo
heterosexual ni por parte del colectivo homosexual.
Pero la aceptación es buena para todo el mundo, no sólo para las personas LGTB. También podemos aceptar nosotros a quienes no nos comprendan, lo cual es muy distinto a someterse.
Así, si familia, amigos o compañeros no nos entienden, no aceptan nuestra experiencia,
podemos nosotros aceptar la suya: “comprendo que debe ser duro y desconocido, yo no soy como tu esperabas”.
Más tarde te verán feliz, que es lo más importante y podrán verlo de otra manera con el tiempo.
Si nuestra familia nos metió en el armario,
también ellos son víctimas de su tiempo. Lo más fructífero es pensar qué hacer con el momento en el que vivimos, ser felices.
Concluyendo el artículo, si sales del armario pero la situación se complica mucho,
por muy tedioso que puedan parecer los primeros meses, se hace preciso “resurgir
de las propias cenizas”. Acepta que también ellos son víctimas de su tiempo y ten paciencia. No te aísles, busca apoyo en nuevas relaciones o las más antiguas, también hay mucha gente heterosexual que comprende por cuanto pasamos.

Francisco Javier Gallardo Linares es psicólogo en Málaga (España).












POR MOXOW.

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