¿El fin del sida está cerca?
Reporte especial que realizó Reuters por la importancia del tema. No es solo una luz al final del túnel para los que padecen la enfermedad, sino una demostración de lo que la ciencia y la medicina pueden lograr hoy en día.
Reporte especial que realizó Reuters por la importancia del tema. No es solo una luz al final del túnel para los que padecen la enfermedad, sino una demostración de lo que la ciencia y la medicina pueden lograr hoy en día.
Un estadounidense VIH positivo que se curó gracias a un tipo único de trasplante de médula ósea, el hombre conocido como “el paciente de Berlín” se ha convertido en un ícono de lo que los científicos esperan que sea la próxima fase de la epidemia del sida: su final.
Los drásticos avances científicos desde que el VIH fue descubierto hace 30 años hacen que el virus ya no sea una sentencia de muerte.
Gracias a análisis que detectan el VIH de forma temprana, nuevos medicamentos antirretrovirales contra el sida que pueden controlar el virus durante décadas y a una serie de formas de impedir que se propague, 34 millones de personas de todo el mundo están aprendiendo a vivir con VIH.
Personas como Vuyiseka Dubula, una activista de la lucha contra el sida y madre VIH positivo de Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, pueden esperar tener vidas relativamente normales y plenas. “No pienso para nada en la muerte. Estoy sometiéndome al tratamiento y viviendo mi vida”, asegura.
Sin embargo, en el 30 aniversario del descubrimiento del VIH, la comunidad científica internacional se dispone con renovado vigor a intentar eliminarlo. La campaña tiene que ver en parte con la ciencia, y en parte con el dinero. Someter a pacientes con VIH a tratamientos con fármacos sofisticados durante toda la vida se está tornando imposible de costear.
La atención de los pacientes con VIH sólo en países en desarrollo ya cuesta alrededor de 13.000 millones de dólares al año y esta cifra podría triplicarse en los próximos 20 años.
En momentos económicos difíciles, la necesidad de encontrar una cura se ha vuelto más urgente, dice Francoise Barre Sinoussi, quien ganó el premio Nobel por su labor en la identificación del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH).
“Debemos pensar a largo plazo, incluyendo una estrategia para encontrar una cura. Debemos seguir buscando hasta encontrarla”, dijo la científica.
El paciente de Berlín es la prueba de que se puede. Su caso dio nueva energía a un campo donde las personas creían durante años que hablar de una cura era una irresponsabilidad.
Los drásticos avances científicos desde que el VIH fue descubierto hace 30 años hacen que el virus ya no sea una sentencia de muerte.
Gracias a análisis que detectan el VIH de forma temprana, nuevos medicamentos antirretrovirales contra el sida que pueden controlar el virus durante décadas y a una serie de formas de impedir que se propague, 34 millones de personas de todo el mundo están aprendiendo a vivir con VIH.
Personas como Vuyiseka Dubula, una activista de la lucha contra el sida y madre VIH positivo de Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, pueden esperar tener vidas relativamente normales y plenas. “No pienso para nada en la muerte. Estoy sometiéndome al tratamiento y viviendo mi vida”, asegura.
Sin embargo, en el 30 aniversario del descubrimiento del VIH, la comunidad científica internacional se dispone con renovado vigor a intentar eliminarlo. La campaña tiene que ver en parte con la ciencia, y en parte con el dinero. Someter a pacientes con VIH a tratamientos con fármacos sofisticados durante toda la vida se está tornando imposible de costear.
La atención de los pacientes con VIH sólo en países en desarrollo ya cuesta alrededor de 13.000 millones de dólares al año y esta cifra podría triplicarse en los próximos 20 años.
En momentos económicos difíciles, la necesidad de encontrar una cura se ha vuelto más urgente, dice Francoise Barre Sinoussi, quien ganó el premio Nobel por su labor en la identificación del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH).
“Debemos pensar a largo plazo, incluyendo una estrategia para encontrar una cura. Debemos seguir buscando hasta encontrarla”, dijo la científica.
El paciente de Berlín es la prueba de que se puede. Su caso dio nueva energía a un campo donde las personas creían durante años que hablar de una cura era una irresponsabilidad.
LA CURA QUE FUNCIONO
Timothy Ray Brown estaba viviendo en Berlín cuando, además de ser VIH positivo, sufrió una recaída de leucemia.
Se estaba muriendo. En 2007, su doctor, Gero Huetter, realizó una sugerencia radical: un trasplante de médula ósea usando células de un donante con una inusual mutación genética, conocida como CCR5 delta 32. Los científicos sabían desde hace años que las personas con esta mutación genética habían resultado resistentes al VIH.
“Cuando empezamos este proyecto no sabíamos realmente qué podría pasar”, dijo Huetter a Reuters, un oncólogo y hematólogo que ahora trabaja en la Universidad de Heidelberg, en el sur de Alemania.
El tratamiento bien podría haber acabado con Brown. En cambio, él es el único humano que logró curarse del sida.
“No presenta replicación viral y no está tomando medicación alguna. Y probablemente no tenga más problemas con el VIH”, dice Huetter. Brown se mudó a San Francisco.
La mayoría de los expertos dice que es inconcebible que el tratamiento que recibió Brown pueda ser una forma de curar a todos los pacientes.
El procedimiento fue costoso, complejo y riesgoso. Para hacérselo a otros, deberían hallarse donantes exactamente compatibles en la pequeña proporción de personas -en su mayoría con ascendencia del norte de Europa- con la mutación que los torna resistentes al virus.
El doctor Robert Gallo, del Instituto de Virología de la Universidad de Maryland, lo pone en términos concretos.
“No es un procedimiento práctico y puede causar la muerte de personas”, dijo a fines del año pasado.
Sinoussi fue más explicativa.
“Es claramente irrealista pensar que este enfoque extremadamente costoso y apenas reproducible pueda ser replicado y ampliado (…) pero desde un punto de vista científico, ha demostrado que la cura es posible”, dijo la científica.
La Sociedad Internacional del sida añadirá formalmente este mes el objetivo de encontrar una cura a su estrategia de prevención, tratamiento y atención del VIH.
Un grupo de activistas también está por lanzar un grupo de trabajo internacional para elaborar un plan de ataque científico y persuadir a Gobiernos e instituciones para que destinen más fondos.
El dinero está empezando a llegar. Los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos están solicitando propuestas para un subsidio de investigación conjunta de 8,5 millones de dólares para buscar una cura.
Además, la Fundación para el Estudio del sida o amfAR, acaba de anunciar su primera ronda de cuatro subsidios a grupos de investigación “para desarrollar estrategias para erradicar la infección del VIH”.
Para sus doctores, Timothy Ray Brown fue un intento a ciegas. |
EL COSTO DEL TRATAMIENTO
Hasta hace poco, las personas en los círculos de VIH y sida temían que destinar fondos a la búsqueda de una cura podía implicar restarle mérito a la lucha para que las personas VIH positivo recibieran tratamiento.
Incluso hoy, poco más de los cinco millones de las aproximadamente 12 millones de personas que necesitan los medicamentos realmente lo reciben.
El VIH surgió por primera vez en 1981, cuando científicos de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) descubrieron que era la causa del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA).
Un artículo en el Informe Semanal sobre Morbilidad y Mortalidad del CDC de junio de ese año hacía referencia a “cinco jóvenes, todos homosexuales activos” de Los Angeles como los primeros casos documentados.
“Ese fue el verano (boreal) de 1981. Para el mundo era el comienzo de la era del VIH/sida, aunque no lo conocíamos como VIH entonces”, dijo Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos, quien ha hecho de la investigación de la enfermedad el trabajo de toda su vida.
En las tres décadas subsiguientes, la enfermedad tildada de forma ignorante como “la plaga gay” se ha convertido en una de las más atroces epidemias de la historia humana.
Transmitida por el semen, la sangre y la leche materna, el VIH ha devastado las regiones más pobres, especialmente Africa Subsahariana, donde vive la gran mayoría de las personas VIH positivo.
A medida que aparecen más análisis y tratamientos, el número de nuevos contagios ha estado disminuyendo. Pero por cada dos personas con VIH que tienen la posibilidad de ser tratadas con medicamentos antirretrovirales, cinco personas más se suman a la lista de “nuevos infectados”.
Datos de Naciones Unidas muestran que a pesar de la variedad de medidas preventivas – desde la circuncisión masculina a sofisticados geles microbicidas vaginales o anales – más de 7.100 personas contraen el virus cada día.
Los costos del tratamiento por paciente pueden oscilar entre los 150 dólares al año en países pobres, donde los medicamentos están disponibles en forma de accesibles genéricos, y más de 20.000 dólares al año en Estados Unidos.
Las sumas en total son enormes. Un estudio reciente, parte de una campaña llamada AIDS2031, sugiere que para 2031 los países de bajos y medianos ingresos necesitarán 35.000 millones de dólares al año para atender adecuadamente la epidemia.
Eso es casi tres veces el nivel actual de 13.000 millones de dólares al año. Si a eso le añadimos los costos del tratamiento en países ricos, los expertos estiman que los costos del VIH dentro de 20 años alcanzarán entre 50.000 y 60.000 millones de dólares al año.
“Está claro que debemos considerar otra forma posible de controlar la epidemia más allá de tratar a todo el mundo para siempre”, dice Sharon Lewin, doctora e investigadora en VIH de la Universidad Monash en Melbourne, Australia.
En ciertas formas, ya hemos estado aquí antes. Los primeros fármacos contra el SIDA, como el AZT, llegaron al mercado a fines de la década de 1980, pero al cabo de una década fueron reemplazadas por poderosos cócteles conocidos como HAART, o tratamientos antirretrovirales altamente activos.
Las HAART tuvieron un efecto contundente, eliminando rápidamente el virus de la sangre del paciente y llevando a algunos a decir que la cura estaba a la vuelta de la esquina.
Pero luego los científicos descubrieron que el VIH podía permanecer sin ser detectado en cúmulos o reservas de infección latentes a los que ni siquiera medicamentos poderosos pueden llegar. Las versiones sobre la cura casi se extinguieron.
“Científicamente no teníamos forma de decir que estábamos en camino a encontrar una cura”, dice Bertrand Audoin, director ejecutivo de la Sociedad Internacional del sida, con sede en Ginebra.
“Los científicos no quieren hacer más falsas promesas. No querían volver a hablar de una cura porque realmente no estaba en nuestro horizonte”, añadió.
Hasta hace poco, las personas en los círculos de VIH y sida temían que destinar fondos a la búsqueda de una cura podía implicar restarle mérito a la lucha para que las personas VIH positivo recibieran tratamiento.
Incluso hoy, poco más de los cinco millones de las aproximadamente 12 millones de personas que necesitan los medicamentos realmente lo reciben.
El VIH surgió por primera vez en 1981, cuando científicos de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) descubrieron que era la causa del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA).
Un artículo en el Informe Semanal sobre Morbilidad y Mortalidad del CDC de junio de ese año hacía referencia a “cinco jóvenes, todos homosexuales activos” de Los Angeles como los primeros casos documentados.
“Ese fue el verano (boreal) de 1981. Para el mundo era el comienzo de la era del VIH/sida, aunque no lo conocíamos como VIH entonces”, dijo Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos, quien ha hecho de la investigación de la enfermedad el trabajo de toda su vida.
En las tres décadas subsiguientes, la enfermedad tildada de forma ignorante como “la plaga gay” se ha convertido en una de las más atroces epidemias de la historia humana.
Transmitida por el semen, la sangre y la leche materna, el VIH ha devastado las regiones más pobres, especialmente Africa Subsahariana, donde vive la gran mayoría de las personas VIH positivo.
A medida que aparecen más análisis y tratamientos, el número de nuevos contagios ha estado disminuyendo. Pero por cada dos personas con VIH que tienen la posibilidad de ser tratadas con medicamentos antirretrovirales, cinco personas más se suman a la lista de “nuevos infectados”.
Datos de Naciones Unidas muestran que a pesar de la variedad de medidas preventivas – desde la circuncisión masculina a sofisticados geles microbicidas vaginales o anales – más de 7.100 personas contraen el virus cada día.
Los costos del tratamiento por paciente pueden oscilar entre los 150 dólares al año en países pobres, donde los medicamentos están disponibles en forma de accesibles genéricos, y más de 20.000 dólares al año en Estados Unidos.
Las sumas en total son enormes. Un estudio reciente, parte de una campaña llamada AIDS2031, sugiere que para 2031 los países de bajos y medianos ingresos necesitarán 35.000 millones de dólares al año para atender adecuadamente la epidemia.
Eso es casi tres veces el nivel actual de 13.000 millones de dólares al año. Si a eso le añadimos los costos del tratamiento en países ricos, los expertos estiman que los costos del VIH dentro de 20 años alcanzarán entre 50.000 y 60.000 millones de dólares al año.
“Está claro que debemos considerar otra forma posible de controlar la epidemia más allá de tratar a todo el mundo para siempre”, dice Sharon Lewin, doctora e investigadora en VIH de la Universidad Monash en Melbourne, Australia.
En ciertas formas, ya hemos estado aquí antes. Los primeros fármacos contra el SIDA, como el AZT, llegaron al mercado a fines de la década de 1980, pero al cabo de una década fueron reemplazadas por poderosos cócteles conocidos como HAART, o tratamientos antirretrovirales altamente activos.
Las HAART tuvieron un efecto contundente, eliminando rápidamente el virus de la sangre del paciente y llevando a algunos a decir que la cura estaba a la vuelta de la esquina.
Pero luego los científicos descubrieron que el VIH podía permanecer sin ser detectado en cúmulos o reservas de infección latentes a los que ni siquiera medicamentos poderosos pueden llegar. Las versiones sobre la cura casi se extinguieron.
“Científicamente no teníamos forma de decir que estábamos en camino a encontrar una cura”, dice Bertrand Audoin, director ejecutivo de la Sociedad Internacional del sida, con sede en Ginebra.
“Los científicos no quieren hacer más falsas promesas. No querían volver a hablar de una cura porque realmente no estaba en nuestro horizonte”, añadió.
TERAPIA DE GENES
El máximo objetivo sería permitir a los pacientes dejar de tomar medicamentos antirretrovirales, dejando un hueco en un mercado de 12.000 millones de dólares al año dominado por el laboratorio californiano Gilead y similares como Pfizer, GlaxoSmithKline y Merck.
Es poco probable que ocurra pronto, pero el caso de Brown ha abierto la puerta a nuevas ideas.
“Lo que demostró es que si logras que las células de alguien sean resistentes al VIH (…) entonces todas las partes restantes de VIH, que permanecen durante mucho tiempo en los pacientes en tratamiento, disminuyen y desaparecen en efecto”, dice Lewin.
Los científicos que trabajan en reproducir el efecto del trasplante del paciente de Berlín han tenido algo de éxito.
Una técnica experimental aplica la terapia de genes para extraer ciertas células, hacerlas resistentes al VIH y luego ponerlas nuevamente en el sistema de los pacientes con la esperanza de que sobrevivan y se diseminen.
En una conferencia sobre VIH en Boston a principios de año, investigadores estadounidenses presentaron datos sobre seis pacientes a quienes se les extrajo grandes cantidades de glóbulos blancos conocidos como células CD4 para eliminar el gen CCR5 existente, y luego reemplazarlos.
“Funciona como unas tijeras y corta una porción de información genética del ADN, y luego cierra el intersticio. Luego cada célula que surja de esta célula madre tendrá la misma mutación”, sostuvo Huetter.
Los resultados iniciales mostraron que las células mutadas lograron sobrevivir dentro de los cuerpos de los pacientes en bajos niveles, manteniéndose presentes durante más de tres meses en cinco pacientes.
“Esta fue la prueba de concepto”, dijo Lewin. Otro posible camino es un pequeño grupo de pacientes conocido como “controladores de elite”, quienes a pesar de estar infectados con VIH son capaces de mantenerlo bajo control simplemente con sus sistemas inmunológicos.
Los investigadores esperan que estos pacientes algún día sean la clave para desarrollar una vacuna exitosa o una cura funcional contra el VIH/sida.
Científicos también están explorando formas de “despertar” células infectadas con VIH y matarlas.
Tal como fue descubierto en la década de 1990, el VIH tiene un modo de entrar en lo profundo del mismo sistema inmunológico -en lo que se conoce como células T de memoria- y permanecer dormidas allí. Ocultas, efectivamente eluden los medicamentos y la propia respuesta inmunológica del cuerpo.
“Una vez que se va a dormir en una célula pueden permanecer allí para siempre, que es realmente la principal razón por la que no podemos curar el VIH con los fármacos actuales”, indicó Lewin.
Su equipo en Melbourne y otro grupo en Estados Unidos realizarán los primeros ensayos con humanos usando un medicamento llamado SAHA o vorinostat, hecha por Merck y actualmente usado en tratamientos para el cáncer, que promete despertar el VIH latente.
El máximo objetivo sería permitir a los pacientes dejar de tomar medicamentos antirretrovirales, dejando un hueco en un mercado de 12.000 millones de dólares al año dominado por el laboratorio californiano Gilead y similares como Pfizer, GlaxoSmithKline y Merck.
Es poco probable que ocurra pronto, pero el caso de Brown ha abierto la puerta a nuevas ideas.
“Lo que demostró es que si logras que las células de alguien sean resistentes al VIH (…) entonces todas las partes restantes de VIH, que permanecen durante mucho tiempo en los pacientes en tratamiento, disminuyen y desaparecen en efecto”, dice Lewin.
Los científicos que trabajan en reproducir el efecto del trasplante del paciente de Berlín han tenido algo de éxito.
Una técnica experimental aplica la terapia de genes para extraer ciertas células, hacerlas resistentes al VIH y luego ponerlas nuevamente en el sistema de los pacientes con la esperanza de que sobrevivan y se diseminen.
En una conferencia sobre VIH en Boston a principios de año, investigadores estadounidenses presentaron datos sobre seis pacientes a quienes se les extrajo grandes cantidades de glóbulos blancos conocidos como células CD4 para eliminar el gen CCR5 existente, y luego reemplazarlos.
“Funciona como unas tijeras y corta una porción de información genética del ADN, y luego cierra el intersticio. Luego cada célula que surja de esta célula madre tendrá la misma mutación”, sostuvo Huetter.
Los resultados iniciales mostraron que las células mutadas lograron sobrevivir dentro de los cuerpos de los pacientes en bajos niveles, manteniéndose presentes durante más de tres meses en cinco pacientes.
“Esta fue la prueba de concepto”, dijo Lewin. Otro posible camino es un pequeño grupo de pacientes conocido como “controladores de elite”, quienes a pesar de estar infectados con VIH son capaces de mantenerlo bajo control simplemente con sus sistemas inmunológicos.
Los investigadores esperan que estos pacientes algún día sean la clave para desarrollar una vacuna exitosa o una cura funcional contra el VIH/sida.
Científicos también están explorando formas de “despertar” células infectadas con VIH y matarlas.
Tal como fue descubierto en la década de 1990, el VIH tiene un modo de entrar en lo profundo del mismo sistema inmunológico -en lo que se conoce como células T de memoria- y permanecer dormidas allí. Ocultas, efectivamente eluden los medicamentos y la propia respuesta inmunológica del cuerpo.
“Una vez que se va a dormir en una célula pueden permanecer allí para siempre, que es realmente la principal razón por la que no podemos curar el VIH con los fármacos actuales”, indicó Lewin.
Su equipo en Melbourne y otro grupo en Estados Unidos realizarán los primeros ensayos con humanos usando un medicamento llamado SAHA o vorinostat, hecha por Merck y actualmente usado en tratamientos para el cáncer, que promete despertar el VIH latente.
¿QUE HAY DE LA PREVENCION?
A medida que científicos empiezan a hablar con entusiasmo sobre una cura, vuelve a surgir la antigua pregunta sobre si ese es el objetivo correcto.
Seth Berkley, un epidemiólogo y director de la Iniciativa Internacional para la Vacuna contra el sida (IAVI, por sus siglas en inglés) con sede en Estados Unidos, está preocupado.
“Desde un punto de vista científico, es algo fabuloso. Es un gran objetivo y se aprenderá mucho sobre ciencia. Pero desde el punto de vista de la salud pública, lo principal es detener el flujo de nuevas infecciones. Necesitamos una revolución en la prevención. Eso es absolutamente crucial”, declaró.
Vuyiseka Dubula está de acuerdo. La activista sudafricana encuentra las versiones sobre la cura del VIH distractivas, casi desconcertantes.
“Puede que estas investigaciones no arrojen resultados a la brevedad, e incluso cuando lo hagan, el acceso a esa cura aún será un gran problema. Así que mientras tanto, si bien no tenemos la respuesta sobre si el VIH puede ser curado o no, necesitamos salvar vidas”, aseveró.
POR: REUTERS. / RUNRUN.ES
ARREGLOS FOTOGRÀFICOS: ALBERTO CARRERA
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