35% de familias ticas admite tener un pariente gay. Tres de cada diez. ticos consideran que la vida es más difícil si se es homosexual. Unión civil entre personas del mismo sexo cuenta con el apoyo de un 40%
Un 35% de los hogares ticos admite que en su círculo familiar hay una persona gay o lesbiana.
Así lo indica el Informe nacional de desarrollo humano (2013), del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Pese a que hay rezagos de discriminación en centros de trabajo y de estudio, el informe resalta que las familias “son menos tradicionales y más diversas”.
El documento toma en cuenta varios estudios de otras entidades, entre ellas el Programa del Estado de la Nación, el Censo 2011, la Encuesta Nacional de Hogares (2010), encuestas telefónicas para investigaciones del PNUD y la Encuesta de Actualidades de la Escuela de Estadística de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Según esta última herramienta, dentro de una muestra representativa de 834 personas, el 34% estuvo de acuerdo con las expresiones de cariño, como besos y abrazos en público, entre personas del mismo sexo. Además, un 40% avala el derecho a las uniones civiles entre homosexuales.
“Los hogares son diferentes a los de antes y esta diversidad merece la atención de todos. Debemos avanzar en la aceptación y reconocimiento de las diferencias”, dijo Yoriko Yasukawa, representante del PNUD en Costa Rica.
Pese a los cambios a favor del respeto por la diversidad, todavía existen barreras en las mismas familias, que limitan que una persona homosexual comunique su orientación sexual a sus padres.
Tres de cada 10 ticos consideran que la vida es más difícil para las personas que reconocen públicamente su homosexualidad.
“Hay muchas dudas y poco acceso a la información. Hay jóvenes gais que temen el rechazo de sus familiares porque sus padres son muy religiosos y porque hay muchos mitos ante la falta de educación sexual”, explicó Felipe Guzmán, del colectivo Personas, Sexualidad y Género.
La defensora de los Habitantes, Ofelia Taitelbaum, indicó que el respeto a la homosexualidad surge a partir de las luchas sociales que se han gestado en los últimos años en las calles de la capital.
“La homosexualidad no es una desviación ni es una enfermedad. Falta camino por recorrer ante el conservadurismo que hay, pero se ha avanzado en respeto y el tema está visible”, apuntó Taitelbaum.
El informe del PNUD advierte sobre la necesidad de garantizar el cumplimiento de derechos para las minorías y de promover una educación que reconozca la diversidad
En carne propia. Shi Alarcón, de 27 años y vecina de Guadalupe, compartió con La Nación su testimonio sobre cómo reaccionó su familia cuando les dijo que era bisexual.
“Hubo mucho respeto, al inicio preferíamos no hablar del tema para no incomodarnos. Luego, las cosas cambiaron. Pude llevar a mi novia a la casa y compartir en las actividades familiares. Mi familia es un privilegio. Me apoyan, saben quién soy y están orgullosos de mí”.
POR: ALBERTO BARRANTES C. - NACION.COM
FOTOGRAFÌAS: WEB
ARREGLOS: ALBERTO CARRERA
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