lunes, 15 de julio de 2013

EEUU: La increìble historia de Jack Baker y Michael McConnell que cumplen 40 años de casados. "Hecha la ley, hecha la trampa"

 "Al final vamos a ganar esto, no esta vez, pero quizás la próxima". En 1973, el activista por los derechos homosexuales Jack Baker dijo en un programa de televisión de Estados Unidos que sólo era cuestión de tiempo que se legalizasen las uniones entre personas del mismo sexo.


Lo dijo en el influyente programa de David Susskind que se retransmitía a nivel nacional después de conseguir, con su pareja Michael McConnell, una licencia de matrimonio para casarse valiéndose de una treta legal.

Para Baker, el matrimonio era una cuestión de derechos civiles.

"Está en el núcleo de la discriminación. No puedes dejar que los heterosexuales te traten diferente... tienes que decir: 'Pago impuestos para mantener este gobierno y me tiene que reconocer como un ciudadano igual que el resto. Si no, juro que voy a molestar a este gobierno".

A principios de los 70, salir del armario podía costar la casa, el trabajo y la familia.

En aquel momento, la imagen típica del homosexual era una especie de caricatura: hombres extravagantes en bares gay, con un estilo de vida promiscuo y salvaje.


Cambio de nombre

 Baker y McConnell no encajaban en ese estereotipo. Ambos tenían cerca de 30 años y lucían un corte de pelo corto y acicalado. Baker estudiaba Derecho y McConnell era bibliotecario. La primera vez que solicitaron una licencia de matrimonio, en 1970, llevaban juntos cuatro años.

Se la negaron con el argumento de que ambos eran hombres. Pero la pareja no se dio por vencida y decidió luchar.

Apelaron el veredicto varias veces hasta que su caso llegó a la Corte Suprema. Era la primera vez que al máximo tribunal de EE.UU. se le pedía emitir una sentencia sobre el matrimonio homosexual, pero rechazó el caso por considerar que no se trataba de una cuestión federal.


Lejos de darse por vencidos, la pareja lo volvió a intentar. Esta vez probaron con una táctica diferente. Baker cambió su nombre a uno genéricamente neutro: Pat Lyn.

Una maniobra aparentemente muy simple pero funcionó. Les emitieron la licencia de matrimonio y comenzaron a planificar la boda.

Primero le pidieron a un ministro metodista que celebrara la ceremonia y asistieron a un curso prematrimonial de varias semanas como cualquier pareja heterosexual que quiere casarse en esa iglesia.

Pero a 24 horas de la boda, el ministro cambió de opinión.

Necesitaban otro que realizase la ceremonia, explica el pastor Roger Lynn, que en aquel momento trabajaba con la pareja en un centro que ofrecía ayuda a gays en Minneapolis (Minnesota).

"No se trataba sólo de un matrimonio... Era un evento social para la comunidad gay", explica Lynn. La pareja estaba planeando filmar la boda para difundirlo en los medios nacionales, recuerda.


"Les declaro marido y marido"

Lynn aceptó entusiasmado la oferta de oficiar la ceremonia. En aquel momento, su iglesia no tenía ningún tipo de regla que impidiera casar a personas del mismo sexo, afirma.

"La Iglesia Metodista siempre ha tenido una postura firme en temas sociales... Esperaba que el sector más progresista me apoyara".

La ceremonia tuvo lugar en una vieja casa victoriana cercana a un lago en Minneapolis.

"Había un pastel y en lugar del novio y la novia en la parte superior, había dos novios", apunta.

Y recuerda especialmente cuando declaró a la pareja "marido y marido".

Asegura que fue un momento muy emotivo, "especialmente cuando se besaron".

Pese a que trabajaba en el centro de ayuda a homosexuales, nunca había visto a dos hombres besándose y asegura que tuvo una "reacción visceral".

"Fue aterrador", dice. "Me obligó a enfrentarme con mi propia homofobia".
Después de la fiesta

Al final de la ceremonia, cuando muchos en la congregación se acercaron al pastor con los ojos llenos de lágrimas, supo que había hecho lo correcto.

"Era claro que esas dos personas se amaban y que era una pareja bien equilibrada", sostiene.

Después de oficiar la boda entre Baker y McConnell, Lynn se dio cuenta de que eso le supondría problemas en su propio matrimonio.

A su mujer no le hacía gracia lo que acababa de hacer y estaba nerviosa por la atención mediática que había atraído.

Al siguiente domingo, fueron a la iglesia y el cura centró su sermón en condenar a Lynn por celebrar el matrimonio.

Lynn se mantuvo firme. "Me pareció divertido", asegura. "Sabía que algunos en la congregación me apoyarían y me sentí algo engreído".

Pero poco después comenzó a recibir cartas cargadas de odio de todo el país. Su caso se hizo tan notorio que hasta le llegó una carta cuya única dirección era "el ministro hippy gay, Minneapolis".

Lo echaron de su trabajo pero lo volvieron a aceptar tras presentar una reclamación.

Su matrimonio también acabó, aunque no sólo por ese motivo, asegura.


"Definió lo que soy"

 Durante años, sus colegas ministros trataron de convencerlo de que cambiara de opinión sobre lo que había hecho. Pero Lynn -que ya retirado sigue viviendo en Minnesota- asegura que nunca se ha arrepentido.

"Definió quién soy y si tuviera la oportunidad, lo volvería hacer", sostiene.

Jack Baker y Mike McConnell recibieron muchas cartas de apoyo de todo el mundo: desde India hasta Brasil.

Una postal que les enviaron desde Barbados decía simplemente: "¡Felicidades por ese valiente paso! Esperamos que sus sueños se hagan realidad y que su vida juntos sea lo más feliz y bonita posible".

La pareja sigue viviendo junta en Minneapolis. Se consideran legalmente casados ya que nunca les revocaron su licencia.

No ofrecen entrevistas a los medios en la actualidad, pero en una conversación en el programa de David Susskind en 1973, Baker describió su actitud frente a los matrimonios entre personas del mismo sexo.

"Las parejas gay llegan a una relación como dos seres humanos iguales y no se puede asumir arbitrariamente que por el tipo de genitales que tienen se van a comportar de una manera determinada… los heterosexuales deberían aprender eso".


POR: CLAIRE BOWES - BBC.CO.UK
FOTOGRAFÌAS: WEB
ARREGLOS: ALBERTO CARRERA

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