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domingo, 27 de julio de 2014

Colombia: Manuel Antonio Velandia el primer ciudadano gay exiliado y reconocido como víctima del conflicto armado. "Victim of armed conflict"

El profesor Manuel Antonio Velandia, activista de los derechos de los homosexuales y residente en España desde el 2007, se ha convertido en el primer colombiano reconocido como víctima del conflicto armado en Colombia por su orientación sexual.


“Soy el primer homosexual que ha sido inscrito en el Registro Unico de Víctimas (RUV)” de Colombia, declaró Velandia en una entrevista con Efe.

Profesor de Sociología y Sexología, y doctor en Enfermería y Cultura de los Cuidados por la Universidad de Alicante, ciudad del sureste de España en la que reside, Velandia sufrió un atentado en Bogotá (2002) perpetrado por “grupos armados ilegales” por su trabajo en defensa de los derechos del colectivo homosexual.

Víctima de constantes amenazas, especialmente tras denunciar casos de explotación sexual de adolescentes cometidos por miembros de grupos paramilitares, se vio “forzado” a huir de Colombia, con todas sus cosas en “dos maletas”, explicó.

“Los derechos humanos entendidos como derecho sexuales. Así los concibo y por ellos he luchado casi toda mi vida”, afirmó Velandia, uno de los fundadores del Movimiento Homosexual en su país y miembro del equipo redactor de la Ley colombiana de Parejas de Hecho.

Obligado a huir, este docente obtuvo el derecho de asilo en España tres años después de llegar al País Vasco (norte) -su primer destino- para desplazarse posteriormente a Alicante, donde coordinó la Asociación de Lesbianas, Gay, Bisexuales y Transexuales (LGTBI).

En el 2011, el gobierno colombiano aprobó la ley 1,448, que considera víctimas a aquellas personas que hayan sufrido un daño por hechos ocurridos como consecuencia de infracciones al Derecho Internacional Humanitario o de violaciones graves de derechos humanos ocurridas “con ocasión del conflicto armado interno”.

Uno de los presupuestos jurídicos que recoge la citada ley es “el principio de enfoque diferencial”, que hace referencia a personas con “características particulares”, entre ellas la de “orientación sexual”.

Dicha legislación estableció la creación de un Registro Unico de Víctimas (RUV) dirigido a tratar de restablecer la dignidad de los afectados y difundir “la verdad de lo sucedido” a través de varias medidas.

Velandia decidió solicitar que le fuera reconocida su condición de “víctima de atentado, amenaza y desplazamiento forzado” y argumentó numerosas situaciones vividas en su país durante su trabajo en pro de los derechos del colectivo LGTBI.

“Los paramilitares se constituyeron en su origen como grupos de limpieza social”, recordó Velandia, quien sobrevivió al atentado “porque me encontraba en la otra punta de la casa con respecto al lugar en el que cayó la granada que me lanzaron”.

Sus denuncias y su labor en defensa del colectivo LGBT fueron contestadas con amenazas de muerte hacia él y su familia. Numerosos defensores de los derechos humanos en su país le recomendaron que saliera del país. “Toda mi vida, todo lo que tenía en Colombia, se redujo a las dos maletas que me traje a España”, añadió.


Por: Elnuevoherald.com
Imagen: Web

sábado, 6 de abril de 2013

COLOMBIA: REPUDIO POR AGRESIONES A ACTIVISTAS HOMOSEXUALES

Colombia suspende debate sobre el matrimonio gay tras agresión a activistas. El presidente del Senado colombiano, Roy Barreras, anunció hoy la suspensión del debate sobre el matrimonio homosexual, previsto para la próxima semana, después que dos activistas del colectivo LGTBI denunciaran agresiones por parte del personal de seguridad presente en un foro contrario al proyecto.


"He decidido suspender la discusión de este debate hasta tanto no nos reunamos con los dirigentes de esta importante comunidad LGTBI y definir con ellos las reglas de juego para su participación con plenas garantías, pero con profundo respeto por quienes opinan diferente", declaró Barreras en un comunicado.

"No se permitirán comportamientos inaceptables como la gresca que hubo el jueves en el Congreso", añadió el legislador en referencia a las agresiones que ayer denunciaron dos activistas por parte del personal de seguridad del foro "Efectos e implicaciones del matrimonio igualitario", en contra de su aprobación en el país.

La concejal de Bogotá y activista Angélica Lozano, quien se encontraba en el evento, denunció a la emisora Caracol Radio que unos escoltas respondieron con empujones y golpes a las réplicas que los activistas gritaron tras la intervención del procurador general de la Nación, Alejandro Ordóñez.

"Un activista empezó a gritar pidiéndole (al procurador) que ejerciera como defensor de los derechos humanos de todos, llegaron los escoltas a sacarlo a empujones e incluso a golpes", declaró Lozano.

La concejal identificó a los agresores como "probables escoltas de los senadores" presentes en el foro convocado en el Congreso por los legisladores Édgar Espíndola y Claudia Wilches, de los Partidos de Integración Nacional (PIN) y del Social de la Unidad Nacional o "de la U", respectivamente.

Por su parte, el procurador Ordóñez denunció en su intervención al foro ser víctima de una política de estigmatización por parte de los medios de comunicación por sus posturas contrarias al enlace entre personas del mismo sexo.


"Muchos de los periodistas, entre porro y porro y entre pase y pase, tienen el deporte de estigmatizar a quienes no aceptamos determinadas ideologías", denunció.

El debate sobre la aprobación del matrimonio homosexual en Colombia, previsto para el próximo miércoles en el Senado a propuesta del senador del partido de la U Armando Benedetti, quedó así postergado hasta nueva convocatoria.

La decisión del presidente del Senado coincidió hoy con la inauguración del primer centro de atención integral a la comunidad LGBTI (lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales) en Bogotá por parte del alcalde de la capital, Gustavo Petro, quien invitó al procurador a reflexionar sobre su posición frente a ese colectivo.

"Es bueno que él reflexione ante Dios porque creo que es hora de pedir perdón, igual que se nos exige a los que participamos en la lucha armada", afirmó el alcalde, que fue miembro del ahora desaparecido movimiento guerrillero M-19, en el discurso inaugural.



POR: AGENCIA EFE / ABC.ES
ARREGLOS FOTOGRÀFICOS: ALBERTO CARRERA

lunes, 1 de abril de 2013

LEONARD MATLOVICH: LA LUCHA DE UN SOLDADO HOMOSEXUAL EN ESTADOS UNIDOS

Leonard Matlovich, el aviador gay que desafió al ejército de Estados Unidos. Fue el primer militar que desafió la exclusión de homosexuales del ejército estadounidense.

Matlovich se convirtió en símbolo de la lucha por los derechos civiles.

En 1975, Leonard Matlovich se convirtió en una figura emblemática de la lucha por los derechos civiles de los gays, cuando apareció en una entrevista en televisión admitiendo que no podía seguir ocultando su homosexualidad.

"Me desgarra por dentro", afirmó entonces. "Mi conciencia no me permite seguir haciéndolo. Debo dar un paso al frente y decir: Estados Unidos, no más".

Matlovich era la clase de militar orgulloso de sí mismo. Sirvió como voluntario tres veces en Vietnam, resultó herido mientras buscaba y removía minas antipersonales y recibió las condecoraciones Corazón Púrpura y la Estrella de Bronce.


En ese tiempo, David Addlestone trabajaba como abogado en la Unión de Libertades Civiles de Estados Unidos y había estado buscando a un soldado gay que se prestara para hacer frente a la discriminación de los homosexuales en el ejército.

"Él era el caso perfecto", cuenta Addlestone, quien esperaba que la excelente hoja de servicios de Matlovich hiciera que la Fuerza Aérea se lo pensara dos veces antes de expulsarlo.

Addlestone, sin embargo, le advirtió al aviador que era probable que lo echaran y que "perdería 13 años de servicio militar y una pensión".

Pero "Leonard dijo que ya no podía vivir en una mentira", recuerda el abogado.



Religioso y conservador
 
Matlovich había asumido su homosexualidad dos años antes, a la edad de 30 años.

Sus padres eran profundamente religiosos y muy conservadores –su padre también había servido en la aviación militar– y él mismo era un devoto católico.

"Nosotros éramos una familia de las que se preocupan por lo que piensan de ella sus vecinos", cuenta su sobrina Vicky Walker. "Teníamos que hacer todo en forma correcta. No nos dejaban ni beber soda. Mi abuelo era muy estricto, cariñoso, pero muy estricto".


En conversación con la BBC, Michael Bedwell, un activista por los derechos de los gays que fue un gran amigo y compañero de piso de Matlovich durante muchos años, contó que "él supo desde chico que era diferente".

"Sentía asco de sí mismo fundamentalmente por su educación conservadora y religiosa", indicó Bedwell.

"Leonard incluso admitió que una de las razones que lo habían llevado a presentarse como voluntario para Vietnam era un deseo subconsciente de muerte, de suicidio… Pensamientos de los que se arrepintió mucho después", aseguró.

Bedwell recordó que Matlovich asumió plenamente su homosexualidad sólo cuando comenzó a frecuentar bares gays y a conocer gente que lo inspiró con modelos positivos, como una ejecutiva de banco lesbiana.

"Empezó a conocer gente que era diferente a los estereotipos con los que había crecido, personas que contribuían a la sociedad", apuntó.

Leonard Matlovich fue herido mientras buscaba minas antipersonas.

Matlovich había aceptado que era gay, pero no lo había hecho público más allá de un pequeño grupo de amigos, ni siquiera con su propia familia.

Para entonces, estaba trabajando como instructor de relaciones raciales en la Fuerza Aérea, un rol que los militares habían introducido como respuesta al movimiento de defensa de los derechos civiles.

"En Vietnam había conocido soldados negros y había empezado a cuestionar el racismo con el que había crecido", relató Bedwell, que cree que estas experiencias impulsaron a Matlovich a sincerarse con sus superiores.

"A Leonard le habían enseñado que Estados Unidos era la tierra de la libertad, y se dio cuenta que, de la misma forma en que nuestro país había estado mal en negar esa libertad a la gente de color, estaba mal negársela a los gays".

La tumba de Leonard Matlovich en Washington lo recuerda como "veterano gay".
Me dieron una medalla por matar a dos hombres y me pasaron a retiro por amar a uno." Epitafio en la tumba de Leonard Matlovich en el Cementerio Congresal de Washington

Estado público

Matlovich escribió una carta a su comandante revelando su homosexualidad y pidiendo que con él se hiciera una excepción por su hoja de servicios.

El oficial "la miró y dijo 'rómpela y lo olvidaremos’, pero él se negó", recuerda Addlestone.

La Fuerza Aérea respondió con un procedimiento de pase a retiro.

Bedwell asegura que a esas alturas Matlovich se había sincerado con su madre, quien le había rogado que no se lo contara a su padre por temor a que la culpara a ella.


"Ella pensó que algo había hecho mal", dice Bedwell, "y le aconsejó que viera a un psiquiatra".

Pero Addlestone quería que el caso tomara estado público, así que en el Día de los Caídos de 1975 –una fecha que homenajea a los soldados que murieron en servicio- Matlovich habló con el periódico New York Times.

Le siguió una entrevista en el canal de televisión CBS esa misma tarde, así que el aviador decidió hablar con su padre. Pero cuando lo llamó para contarle, él ya se había enterado por la prensa.

"La reacción de su padre fue muy emocional", afirma Bedwell. "Se fue a llorar a su habitación. Pero luego salió y dijo: 'Si él puede soportarlo, yo también'".


Hubo más entrevistas y en septiembre de 1975, justo antes de que comenzara la audiencia de su pase a retiro, se convirtió en la primera persona gay que apareció en la portada de la revista Time declarando "soy homosexual".

"Fue un símbolo para los derechos de los gays”, rememora Bedwell. "Se convirtió en un héroe, especialmente para aquellos que estaban en el ejército. Yo recuerdo el día que asesinaron a Kennedy y el día en que Matlovich salió en la revista Time".

Addlestone dice que la aparición de Matlovich en los medios tuvo un gran efecto en Estados Unidos. "Él era patriota, un héroe de guerra conservador y de clase media. Destruyó el mito popular sobre la homosexualidad".

Bedwell añade que era "muy modesto, no era el homosexual estereotípico".


Matar y amar

Pronto se decidió que no era apto para el servicio. Habían recomendado un retiro común o sin honores, pero después de mucho batallar consiguió un retiro honorable.

Él apeló y cinco años más tarde, tras un largo proceso legal, un juez ordenó que Matlovich fuera readmitido y promovido.

La Fuerza Aérea le ofreció un acuerdo financiero y -convencido de que el ejército encontraría alguna otra razón para expulsarlo si volvía a filas- aceptó.

Leonard Matlovich salió en la portada de la revista Time asumiendo su homosexualidad.

Addlestone cuenta que miembros de la comunidad gay pidieron a Matlovich que volviera al ejército, por lo que la decisión de no volver fue muy difícil.

Después, Matlovich se involucró en otras causas por los derechos de los gays y abrió un restaurante. Addllestone afirma que su popularidad creció y, como una celebridad, atrajo a lo que él denomina "fans gays".

"Todos querían salir y tener sexo con él", recuerda quien fuera su abogado.

En 1986 fue diagnosticado como HIV positivo. Al año siguiente hizo otra declaración pública sorprendente al revelar en una entrevista televisiva cómo se había contagiado.

"Lo vi en Washington D.C. cuando se estaba muriendo", relata el letrado. "No se arrepentía de nada y se había reconciliado con su padre. El único problema que tenía era que se había convertido en una celebridad. Él era un ser humano muy modesto".


Matlovich murió en 1988. En su tumba en el Cementerio Congresal de Washington puede leerse esta inscripción: "Cuando estaba en el ejército, me dieron una medalla por matar a dos hombres y me pasaron a retiro por amar a uno".



POR: Naveena Kottoor.  BBC.CO.UK
ARREGLOS: ALBERTO CARRERA

sábado, 31 de marzo de 2012

CASA BRANDON, LA DÈCADA QUEER

La casa propia

El 16 de marzo, Lisa Kerner y Jorgelina De Simone recibían acompañadas por amigxs la distinción en la Legislatura porteña: Casa Brandon fue declarada “de interés social, cultural y para la promoción y defensa de los derechos humanos”. Pero la casa es una historia que comenzó hace muchos años, con un amor, con una película, con la intención de renovar las prácticas militantes, malos entendidos y espíritu de fiesta. Gran parte de esa historia está grabada en las paredes, en la bandera que flamea siempre en la ventana y ahora también en esta nota, narrada por las dos anfitrionas.


Tal vez la primera década del siglo XXI en la Argentina, en algún libro de historia del futuro, de este futuro que vivimos en el presente de 2012, se pueda bautizar como la década queer o de la diversidad o Glttbiq o simplemente Brandon. Es una década larga, que se pasó de la decena y que pide más pista porque tiene mucho vuelo propio, porque siempre está despegando para conquistar nuevos territorios, para superar los propios límites, como si refundarse fuese su destino camaleónico. Y Brandon, como estandarte para acompañar estos años de crecimiento, empezó justo tras de la muerte anunciada de un siglo, cuando el contador volvía a cero el calendario: si había otra historia, era el momento de construirla. Y Brandon sabía que era su tiempo. O mejor dicho, las chicas que se convirtieron en Brandon querían vivir otra historia. Y, como siempre sucede en los grandes relatos, otra vez todo comienza con una gran historia de amor: el romance de Lisa Kerner y Jorgelina De Simone nació en enero de 2000, y ese mismo verano se estrenó en Buenos Aires la película Los muchachos no lloran, sobre la historia real de Brandon Teena, un hombre trans asesinado, un crimen de odio de principios de los ’90 en Estados Unidos que se convirtió en una película que le hizo ganar un Oscar a Hilary Swank. Como a Lisa y a Jorgelina el amor les sobraba, lo extendieron hasta enamorarse al unísono de Brandon Teena, y concretaron un triángulo amoroso que tenía que convertirse en orgía de felicidad al descubrir la resistencia como forma de vida. Por eso, para celebrar la libre expresión de la sexualidad como una fiesta colectiva, pagana, crearon, con la complicidad de su amiga Violeta Uman, Brandon Gay Day, bautizando con doble apellido a su pequeño lugar germinal de complicidad. “En aquel momento, para nosotras, gay abarcaba todo, desde la completa ignorancia. Nosotras decíamos que éramos unas chicas gays. El mundo trans no lo conocíamos. Incluso nuestra lectura de Los muchachos no lloran no era acertada. Si bien le pusimos Brandon y nos conmovió hasta el tuétano la historia de alguien que quería vivir a su manera frente a lo que otros le imponían, para nosotras era una lesbiana zarpadamente masculina, pero no pudimos hacer la lectura del trans”, recuerdan ambas, hablando en primera persona del plural, sabiendo que su amor las unió para siempre, a pesar de que ahora no sean pareja en el sentido romántico, pero siguen construyendo juntas el espacio que crearon en medio de una relación que ramificaron para que las contenga en su mutación, en un principio como fiestas para convocar desde otro lugar, cambiando el paradigma que dominaba esos años. Porque bautizarse Brandon era una vuelta de página de lo que más circulaba: “Queríamos despegarnos de un discurso activista de aquella época donde la homosexualidad estaba muy pegada a algo sufrido. Y también despegarnos estéticamente del flyer gay con el chongo encerado, en cuero, rubio, escultural, de gimnasio”. El activismo y el incipiente mercado Glttbiq que surgió en los ’90 perfilaron un tipo de imagen de la cultura gay que comenzó a multiplicarse como un discurso asfixiante. Por un lado, visto como un homenaje a alguien que defendió su identidad y su deseo, Lisa y Jorgelina invocaban con Brandon la historia de exterminio de la comunidad Glttbiq, con un sentido activista para traducirlo en una poética identitaria personal, como si, cada vez que aparecía ese nombre, se oyese un eco similar al del “Hay cadáveres” de Néstor Perlongher, poema célebre que, de alguna manera, fundó una cierta sensibilidad Glttbiq postdictadura. Pero también al elegir llamar Brandon a una fiesta, hay una rebeldía que traduce en celebración el lugar oscuro al que se quiere llevar la orientación sexual y la identidad de género, una estrategia de inversión, igual a cuando se transforma en orgullo celebratorio la vergüenza que se trata de imponer a quienes rechazan la heteronormatividad. Es la misma dicha de las últimas ediciones de la Marcha del Orgullo, en las que alguna vez Casa Brandon participó con un camión de bomberos, burlándose y homenajeando al arquetipo de la torta bombero. Por todo eso, cada vez que se dice Brandon Gay Day es como nombrar una utopía alegre, es un rito de creación para regalar días gays, días felices, a Brandon Teena, como una forma de eternidad para una víctima de la transfobia. En la película Los muchachos no lloran hay una escena donde un Brandon enamorado saca a patinar sobre hielo a su novia, interpretada por Chloë Sevigny, y juntos son tan felices que las sonrisas simétricas les parten ambas caras. El proyecto Brandon es una felicidad compartida igual a ésa, que se desliza sensual y patinosa, que te parte al medio, que te tatúa la cara de una alegría diversa, que no se baila en cualquier lado, que es difícil de contener.

Artivismo queer

“Queríamos que el flyer dijera Gay”, recuerda Lisa como base ideológica que completaba el concepto Brandon, una visibilidad que parece mínima, pero que tuvo y tiene gran poder rupturista. A inicios de este siglo y aún hoy, doce años después, la mayoría de las discos, pubs y demás espacios que se proponen como parte de la comunidad Glttbiq no promocionan sus actividades desde la visibilidad, esas siglas no están asociadas oficial y públicamente a esos lugares, casi ninguna señal en las publicidades, los flyers o en las puertas revelan o difunden algún tipo de afinidad o compromiso con la diversidad. Como si preservaran el espacio público, como si toda la identidad se tuviese que comenzar a vivir puertas adentro, la gran mayoría de los espacios de la comunidad no promueve ninguna denotación diversa. Brandon se sintió orgulloso de ser gay desde siempre, por eso la bandera flamea siempre en la puerta de la actual Casa Brandon, que desde 2007 tiene la agenda cultural más diversa de Argentina, ampliando ese germen que surgió en las fiestas que se iniciaron un 17 de mayo de 2000, en un lugar llamado Cápsula. La fecha de la primera fiesta fue una casualidad calendaria, pero también un acierto más, porque ese día se recuerda que la homosexualidad fue excluida de la lista de enfermedades por la Organización Mundial de la Salud en 1990 y pasó a ser el Día Internacional contra la Homofobia. Para Brandon, gay no es un concepto restrictivo, no quiere decir simplemente hombre homosexual, sino que significa estar parado en un lugar del mundo que abraza lo diverso, gay es una forma de ecumenismo, un espíritu que nos posee según el grado de compromiso con la belleza de las otras y otros. Gay es quien piensa otras formas de belleza como una responsabilidad propia que se debe mantener viva, sentirla, pensarla, replicarla, cobijarla, atesorarla. En Brandon, desde un primer momento fue expandir el significado de gay a través del arte hasta que se vuelva queer, hasta que pierda la limitación que la cultura le impone. El Gay-Day es un diario compromiso de búsqueda, una manera de “artivismo”, como dijo Susy Shock, sabia siempre, en su lectura poética de la Legislatura porteña, cuando el 16 de marzo Brandon fue “declarada de interés social, cultural y para la promoción y defensa de los derechos humanos”. Los primeros flyers decían “Brandon te quiere y que el amor se contagie a todo el mundo”. ¿Algo que empezó como una fiesta de amor viral fue celebrado como un gesto político a reivindicar? Esa, por fin, es una política lúcida, alerta a entender la dimensión ideológica de la cultura diversa. Porque la fiesta de Brandon siempre fue una celebración con filosofía propia, con una forma política de rechazo a los VIP fuese donde sea que se asentaran, como una fiesta de la igualdad, donde no hay zonas veladas, ni privilegios, donde todas y todos tienen las mismas oportunidades de recorrer y ser recorridxs: amar en todos lados, sin exclusiones. Al unísono, Lisa, Jorgelina y Violeta se enorgullecen de doce años de ausencia de VIP, como si ese rasgo de resistencia esencia para las fiestas que siguen convocando a un público que difícilmente pueda definirse con claridad, porque, como Brandon, siempre está en expansión, aprendiendo a reinventarse a partir del deseo propio y del ajeno.


Fantasmas del arco iris

“El festival Anormales en 2010 fue un quiebre tremendo. A Susy Shock la conocimos en ese festival; la había escuchado nombrar, pero no la conocía. También la conocimos a la Negra (Carla Morales), que ahora es la cocinera de Casa Brandon. Y en una reunión, en esa época, Marcela Romero de ATTTA nos dijo que estaba cansada de que ‘todas las organizaciones que tenían la t de trans, la tuviéramos pintada’. Y a mí me repegó. Fui a hablar con ella y me hice cargo de que la t estaba medio pintada. Y le dije que si vos conocías a alguien trans que esté haciendo algo dentro de las actividades que nosotras hacemos, que me llame. Y así apareció Daniela Ruiz, con Presas de la Vida. Y ahí también fue otro giro, de empezar a laburar a la par con las chicas trans. Me parece que el tema de la diversidad se ejercita todo el tiempo, no está en el discurso, está en los hechos, sucede todos los días. ‘Si yo puedo abrir un camino, voy a hacerlo’”, concluye Lisa, citando un verso de Susy Shock como declaración de principios Brandon, abierta siempre a la sabiduría de lxs otrxs, y marcando el giro actual que tiene que ver con incluir un compromiso intenso con la comunidad trans, que históricamente fue relegada de los espacios culturales Glttbiq. Porque Brandon siempre fue más allá de sus propios límites, porque si primero eran sólo fiestas (especiales y democráticas, pero fiestas al fin), y después vinieron ciclos itinerantes de cine y de lecturas, era imperativo cumplir el sueño de la Casa, para que una cultura comunitaria pueda desarrollarse. Y ellas lo hicieron posible, con un tesón único para generar y sostener espacios inclusivos. Y tras casi seis años de funcionamiento, con muchas etapas de naufragio, la Casa Brandon prosperó y ahora atraviesa uno de sus mejores momentos, abriéndose caminos con actividades que nunca antes ni después se programaron en otros ámbitos. Y eso es porque Lisa y Jorgelina siempre están alertas a lo nuevo, aunque sea efímero y dure una sola noche. Es imposible enumerar la diversidad de programación de la Casa, tanto las muestras de la Galería de Arte como del espacio multipropósito donde suceden encuentros lúdicos o activistas y shows de todo linaje, o de esa barra del entrepiso que es un bar de copas y canciones sin la estridencia de una disco, donde una noche cualquiera puede ser ese Gay Day que visibiliza la felicidad, el verdadero sentimiento de diversidad. Difícil describir la identidad de Brandon con una enumeración de sus actividades (ver la agenda aparte), y esto sucede porque el proyecto tiene la evanescencia mágica de un fantasma, algo burlón y camp, como el que inventó Oscar Wilde en su célebre cuento. Las chicas Brandon, tan dandies como el escritor victoriano, comentan que cada vez que alguien se queda sola en la Casa aparece Brandolina, una fantasma amigable y nada tétrica, cuya presencia es hacer ruidos como si las paredes crujiesen. Es que Brandon no es un lugar sólido, un lugar de encierro, es lo opuesto a un ghetto, principalmente porque aunque se llame Casa ahí no vive nadie, no hay personas que permanezcan, es un lugar de tránsito puro, donde se puede pasar a cargar combustible cultural diverso para luego arrancar: es una estación de servicio Glttbiq (de nafta súper, por supuesto, especial para entrar en combustión). Como Brandolina, la cultura Brandon atraviesa paredes, derriba muros, para demostrar al mundo otras voces, fuera de leyes disciplinarias que controlan el lugar mínimo en que algunas personas quieren ubicar el deseo de ser y hacer: “Una Noche Drag nos cayó una inspección. Y yo estaba dragueada de bigotes y me olvidé. Para empezar, le abrió la puerta al inspector una chica cross. Y cuando van a buscar a la encargada o encargado, aparezco yo de bigotes. Como siempre que viene una inspección, yo estaba nerviosa y re-seria. Les doy la mano a los inspectores y se quedaron perplejos; no sabían cómo tratarme, por supuesto, si tratarme de él o de ella. Fue la inspección más rápida de la historia. No soportaban quedarse, miraron dos boludeces, firmaron el libro y se fueron. Y a la policía que estaba afuera también fui a hablarle de bigotes”. Tal vez esa anécdota de una de las tradicionales Noches Drag sean una síntesis del mecanismo dinámico con que se desregula el género de manera festiva en Brandon, con total naturalidad y sin programa común, para que cada cual pueda desafiar la ley del binomio hombre o mujer, o cumplirla como le cante, para sorprender y sorprenderse, siempre sin encapsularse en los mismos sótanos que obturan la visibilidad. El objetivo actual de Lisa y Jorgelina es poder convertirse en un lugar diurno, no estar solamente abierto durante las noches, para extender las posibilidades de actividades durante el día, para salir de la condena de que toda propuesta Glttbiq esté destinada a la misma franja horaria, y así seguir expandiéndose fuera de las barreras impuestas. Saben que eso puede llegar recién dentro de dos años, porque experimentar otras formas de relacionarse no es fácil, lleva su tiempo y su trabajo. Pero lo importante para ellas es no quedarse quietas, proyectarse.

Buenas nuevas

Este verano refaccionaron Casa Brandon y, entre los cambios del tuneado característico, aparecieron unos tubos de luz que irradian, cada uno, los distintos colores del arco iris. La decoración de Brandon siempre remitió a un imaginario pop, entre Warhol y Keith Haring, de colores un poco centelleantes, de casa de muñecas, de escenografía de musical de Hollywood. Como si fuese un decorado de El mago de Oz, ese icono de la cultura gay, esa fuga de la triste y pedestre realidad en blanco y negro para alucinar con un viaje a un reino de reposo quimérico, de colores vivos y seres fantásticos donde está permitido cantarle al arco iris. La androginia adolescente de Judy Garland y las brujas con fino sentido del camp que garantizaron el culto queer de la película podrían ser extras acodadas en la barra de cualquier noche de Casa Brandon. Según cuenta la película Stonewall, una de las razones de la resistencia en el célebre bar de Nueva York en 1969 fue que ese día había fallecido Judy Garland: las personas que enfrentaron la violencia de la razzia se inspiraron en esa niña que les cantaba a los pájaros libérrimos que vuelan sobre el arco iris. Para muchas personas, como las que aplaudieron y lloraron junto a Lisa y Jorgelina en el reconocimiento de la Legislatura, Brandon es la Garland del nuevo milenio que entona esa misma canción, y la Casa Brandon es la Stonewall vernácula. Hay una línea de diálogo al final de El mago de Oz donde Dorothy, el personaje que interpreta Garland, dice una frase célebre, cuando vuelve al hogar cambiada por su ensueño: “No hay lugar como casa”. Hoy, a la luz de esos neones del arco iris que resplandecen todas las noches, toda una generación podría parafrasearla fácilmente: “No hay lugar como Casa Brandon”. Y tal es su excepcionalidad que todo el proyecto llega a contradecir un refrán, porque esta Casa es tan grande como el corazón de unas mujeres enamoradas, donde late la más generosa diversidad.


POR: Diego Trerotola. PAGINA12.COM.AR
ARREGLOS: ALBERTO CARRERA

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