martes, 30 de noviembre de 2010

AMOR SIN NOMBRE, LA HOMOSEXUALIDAD EN PAISES ISLAMICOS.

Un libro imprescindible para los que queremos entender qué es lo que pasa con la homosexualidad en los países islámicos. Partiendo del simplista “el islam mata a los gays”, el autor nos introduce en un complejo escenario analizando país por país y planteando una cantidad enorme de preguntas que no son más que el reflejo de las distintas situaciones por las que ha pasado cada uno: las diferentes escuelas de derecho coránicas, la importancia que le da cada escuela al Corán o a los hadiz, etc.

Millones de personas que se ven envueltas en un círculo vicioso: no me ven, no existo, no me ven. Y sus dirigentes, que prefieren en muchos casos no aplicar las salvajes leyes para hacer ver que en su país ese problema no existe, o sólo usarlas como agravante en caso de crímenes de pederastia o chantaje (el delito-metáfora).

Así, Arabia Saudí, que castiga la homosexualidad con la pena de muerte, pero considera el domicilio como algo que ni siquiera el Estado puede violar (la pena de muerte hace que algunos gays saudíes se carcajeen). O Egipto, que desde el escándalo del Queen Boat parece mucho más preocupado por el tema (pese a la reticencia en muchos de esos países a las detenciones de ese tipo, para no visibilizar en demasía el problema). O Irán, con los ahorcamientos de jóvenes homosexuales que casi siempre están vinculados además a violaciones de menores, chantajes, asesinatos o tráfico de drogas (con un doble propósito: favorecer el apoyo de la opinión pública y enlazar la homosexualidad con el crimen y la pederastia), y que curiosamente suelen caer sobre la minoritaria población árabe de Irán (siempre son los de fuera los que traen el vicio). O la relativa permisividad de Líbano, el único de los países en el que la bandera del arcoiris ondea tímidamente y los gays (diez, según la prensa), se manifiestan.

El autor analiza también las diferentes respuestas que jóvenes que se consideran gays y musulmanes han recibido de sus líderes a través de páginas web (de los más moderado a los más radical, si bien estas respuestas son las mismas que yo he recibido de los líderes católicos en mi adolescencia) y extrae como conclusión que no hay nada que haga incompatible profesar la fe islámica con ser homosexual.

Después de leer el libro, uno puede abstraer la situación de los gays en los países islámicos y llevarla a cualquier otro lugar hace no más de cincuenta años (a la mismísima Inglaterra, sin ir más lejos). O comprender las extrañas alianzas que se establecen entre países, islámicos o no, cuando los grupos ultraconservadores se hacen con cotas de poder.

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