jueves, 18 de abril de 2013

COLOMBIA: LA LUCHA RECIÈN COMIENZA......FARISEOS VS MATRIMONIO IGUALITARIO

Sigue viva la expectativa por debate sobre matrimonio gay. Tanto defensores como detractores dicen estar optimistas por la decisión que tome el Senado. Tras dos meses de haberse casado en la Iglesia y ante un sacerdote católico, Laura Rodríguez desempolvó el miércoles su vestido de novia. “Nunca pensé que volvería a utilizarlo”, dice esta bogotana, quien se sumó al grupo de personas que, frente al Congreso de la República, hicieron una abierta defensa de los valores religiosos y protestaron contra el controvertido proyecto de matrimonio igualitario, que se discute en el Senado.


Junto a Laura estaba Diego, su esposo, activista de la organización 1h+1m, que busca conservar las uniones entre hombres y mujeres como las únicas constituyentes de familia en Colombia. Ambos se ubicaron en el medio de un círculo de pétalos rojos dispuesto por los demás simpatizantes de su causa; algunos espontáneos, otros vestidos también como si fueran a casarse.

Matías González también optó por vestirse de novia para esta ocasión, pero en apoyo al proyecto de ley cuyo debate y votación en plenaria de Senado fueron aplazados para el martes 23 de abril.

González advierte que no se considera un transgenerista, pues no le gusta encasillarse, “soy, más bien, un transformista, alguien a quien le gusta jugar con su género temporalmente”. A su lado estaba Caín de Bogotá Rosa, quien hizo las veces de su novio durante el acto. “Mi novio debe estar por ahí, protestando también”, dijo él, quien además hace parte del Programa de Acción por la Igualdad y la Inclusión Social de la Universidad de los Andes.

Laura y Matías son las caras de dos posturas completamente opuestas sobre el tema del matrimonio, que han acabado por polarizar las discusiones incluso en el mismo Congreso. Este miércoles, mientras en el Senado se tomaba la decisión de aplazar el debate en plenaria y la votación para el martes próximo, cuando pueda transmitirseen señal abierta por el Canal Institucional, afuera se oían los gritos de la multitud.


“¡No callaré, no callaré, el matrimonio es entre un hombre y una mujer!”, cantaban unos. “Hombre con hombre, mujer con mujer, matrimonio igualitario de una vez”, gritaban los otros con megáfonos en sus manos, separados por tan solo unos metros. Ambos grupos de manifestantes cantaban y bailaban al ritmo de sus propias arengas.

Y es que si bien las posturas eran radicales, y los grupos compitieron entre ellos por hacer prevalecer su punto de vista, el cara a cara fue pacífico y estuvo mediado por la música, los cánticos y las manifestaciones coloridas.

Marco Marín, ciudadano brasileño que se encuentra en el país desde hace unos días, y que por casualidad pasaba por el lugar con un volante turístico en la mano, mostró su sorpresa por la manera pacífica, pero vigorosa, con la que ambos grupos asumieron el encuentro.

“Para mí es una señal de civilidad, porque mientras a un lado hay un grupo que defiende el matrimonio entre parejas del mismo sexo, al otro están los que no, y no hay ningún policía en el medio. No hay insultos u ofensas de parte de ninguno”, dijo Marín, oriundo de la ciudad de Sao Paulo.

La concejala del partido de La U, Clara Lucía Sandoval, y una de las promotoras de la manifestación, reconoció no estar de acuerdo con que la comunidad LGBT haya organizado una marcha justo cuando ellos decidieron hacer el plantón en la plaza. “Siempre que ellos han organizado manifestaciones, nosotros, que estamos en contra del matrimonio entre homosexuales, no lo hemos hecho”, dijo.


Pese a que durante la manifestación trascendió el rumor de que el proyecto sería votado negativamente por los senadores, activistas como Lorena Duarte, del Grupo de Apoyo a Transgeneristas, se mostraron optimistas: “La lucha va a continuar –dijo- hasta que un día lo logremos; tenemos que seguir el ejemplo de los países que ya lo han aprobado”.

Marcela Sánchez, de la Fundación Colombia Diversa, afirmó que lo mejor que pueden hacer en caso de que la propuesta sea rechazada, es persistir: “Vamos a ver qué pasa en el debate. En caso de no prosperar el proyecto, esperaremos la segunda orden de la Corte Constitucional, pero nuestra pelea seguirá en pie”.

Representantes de ambos grupos se apostarán de nuevo en la plaza el martes próximo, para esperar de nuevo los resultados de la votación del Senado.

Mauricio Ochoa, abogado gestor de la organización 1h+1m y quien asistió este miércoles a la plaza, dijo al respecto que “si ellos están aquí, bienvenidos son. En el país hay que defender las posturas y ellos vinieron a hacerlo, al igual que nosotros”, aseguró, tras citar los resultados de encuestas según las cuales un alto porcentaje de la población está en contra del matrimonio igualitario.


Fariseos vs. matrimonio homosexual

Esta discusión farisea, propia de una sociedad en la que todo el mundo quiere que le respeten sus derechos y libertades, pero cree que hay que sacrificar las del otro porque es diferente, no tiene nada que ver con las Santas Escrituras.


La Corte Constitucional ha dejado en manos del Congreso la discusión sobre los derechos de las parejas del mismo sexo. Prudente, ante la tentación de no asumir funciones del Legislativo, ha dejado pasar la oportunidad de acabar de tajo con este estado de cosas inconstitucional que materializa la ciudadanía de segunda clase (plenos deberes, pero limitados derechos).

La posición de los partidos tradicionales ha militado en favor de esta injusticia, tal y como se expresa en las declaraciones del doctor José Darío Salazar, exjefe del Partido Conservador, quien ha dicho que avalar las uniones del mismo sexo sería como “legalizar la pederastia”, sentando un muy peligroso precedente en una suerte de “doctrina preventiva” contra la diferencia sexual, en el entendido de que el homosexualismo es una desviación de la naturaleza, una suerte de condición anómala, corrupta, perversa, una cierta monstruosidad que hay que separar y contener para evitar el contagio social. Y aunque no hay causa más libertaria que esta, el Partido Liberal (OK, todos sabemos, no es realmente liberal) avala esa injusticia quedándose callado.


El orden social es un orden civil o es un orden teocrático y, por lo tanto, si hay una moral civil propia, esta no puede confundirse con la moral religiosa. Así pues, nadie puede argumentar que el orden civil no deba ser un orden moral, pero lo que no se puede imponer es que esa moralidad sea teocrática porque esto disuelve la separación Estado-Iglesia y nos pone en el gobierno de la sharia, en el que se disuelve la autonomía del orden civil y los principios de la Constitución del Estado social de derecho.

El matrimonio, si es del orden civil y como el espacio primario de protección solidaria de las parejas y, cuando los hubiere, de sus hijos, está obligado a ser abierto a la condición de sus asociados. Pero, si el matrimonio es del orden religioso, entonces solo puede ser sacramental y, por su carácter sagrado, sería indisoluble, pero también obligaría a la armonía entre este y otros aspectos de la vida en común, como el alimentario, el económico y el penal.

Y si así son las cosas, habría que ser consecuente y armonizar nuestras leyes con el texto sagrado, por lo cual habría que prohibir el consumo de cerdo, mariscos, conejo y ciertas aves (Lev. 11:2); restituir el uso del látigo y el castigo físico a los niños como base de su educación (Prov. 13:24); separar a todas las mujeres durante el tiempo de su periodo por 7 días, y con ellas a quien las toque (Lev. 15:19); prohibir la fotografía, el Facebook, los monumentos o cualquier medio de retrato o representación de sí mismo (Éxod. 20:4); no hacer nada distinto a alabar a Dios, mucho menos bailar o celebrar, el sábado (Éxod. 20:8); instituir la pena de muerte por apedreamiento (Lev. 20:27) para los adúlteros (Éxod. 20:14), los mentirosos (Prov. 13:5), los chismosos (Lev. 19:16), pero, además, cortar las manos de los ladrones (Éxod. 20:15), a los que antes se les obligará a restituir lo robado (Lev. 6:4). Y aquí me detengo, por cuanto, a estas alturas, no tendríamos ni manos ni Congreso, ni siquiera Partido Conservador, para sacar estas leyes adelante.

Esta discusión farisea, propia de una sociedad en la que todo el mundo quiere que le respeten sus derechos y libertades, pero cree que hay que sacrificar las del otro porque es diferente, no tiene nada que ver con las Santas Escrituras. Estamos en deuda con la comunidad LGTBI, que exige a su Estado el fin del apartheid y que esté a la altura de la protección integral que les debe a todos sus asociados.


POR: Nicolás Bustamante H. Y Natalia Springer / EL TIEMPO.COM
@nataliaspringer  /  @VidadeHoyET

ARREGLOS: ALBERTO CARRERA

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