AHORA SI, TODOS SOMOS IGUALES ANTE LA LEY
Una vez que entre en vigencia la recientemente aprobada Ley de Matrimonio igualitario, Uruguay pasará a tener una de las legislaciones más avanzadas e inclusivas del mundo en la materia y estará a la vanguardia entre el concierto de naciones que otorgan a sus ciudadanos los mismos derechos y deberes, sin ningún tipo de distinción.
La Ley de Matrimonio Igualitario es innovadora en varios aspectos: además de permitir que cualquier persona se case, -sin que su orientación sexual constituya un impedimento- establece la edad mínima para contraer nupcias a los 16 años, permite la separación por la voluntad de cualquiera de los cónyuges, además de legislar también en materia de filiación y orden opcional de los apellidos de los hijos. Esto implica un cambio trascendental y revolucionario en nuestro Código Civil.
Una vez que entre en vigencia la recientemente aprobada Ley de Matrimonio igualitario, Uruguay pasará a tener una de las legislaciones más avanzadas e inclusivas del mundo en la materia y estará a la vanguardia entre el concierto de naciones que otorgan a sus ciudadanos los mismos derechos y deberes, sin ningún tipo de distinción.
La Ley de Matrimonio Igualitario es innovadora en varios aspectos: además de permitir que cualquier persona se case, -sin que su orientación sexual constituya un impedimento- establece la edad mínima para contraer nupcias a los 16 años, permite la separación por la voluntad de cualquiera de los cónyuges, además de legislar también en materia de filiación y orden opcional de los apellidos de los hijos. Esto implica un cambio trascendental y revolucionario en nuestro Código Civil.
UN TEMA YA LAUDADO POR LA SOCIEDAD
Según una encuesta divulgada por la empresa Cifra el 53 % de los uruguayos está de acuerdo con la Ley de Matrimonio igualitario y solo el 32 % dijo estar en contra. El resto no expresó opinión. En el mismo sentido el Portal informativo Montevideo.com realizó una encuesta de la que participaron casi 8.000 personas. Más del 60 % de ellos se manifestó a favor de la aprobación de la norma.
No haré referencia aquí a los reiterados cuestionamientos dogmáticos realizados a esta Ley por altas jerarquías de la Iglesia Católica, por entender en primer lugar que el Estado Uruguayo es laico gracias a los principios batllistas consagrados en la Constitución de 1919, y porque la ley que estamos analizando alude al matrimonio civil y no religioso.
En lo social, vale destacar el trabajo del Colectivo que impulsó esta Ley (Ovejas Negras) y de la Dra. Michelle Suárez quien participó activamente en la redacción de la iniciativa que con justicia debería llevar su nombre. Pero también el reconocimiento a todas y cada una de las personas LGBT y a las familias homoparentales que se visibilizaron y se hicieron presentes en las comisiones parlamentarias para defender la Ley desde el punto de vista vivencial.
A nivel político una contundente mayoría de legisladores de todos los partidos y de todos los sectores se pronunciaron a favor de la Ley de Matrimonio Igualitario, tanto en la Cámara de Senadores como en la de Diputados.
LOS QUE ARGUMENTARON EN CONTRA
Una minoría de representantes se opusieron a la sanción de esta iniciativa por diversos motivos. Algunos alegaron que su voto negativo se basaba en el origen etimológico de la palabra Matrimonio. Efectivamente “matrimonio” significa “calidad de madre”. Tenemos que remitirnos a los tiempos antiguos, cuando primaba una moral arcaica, donde solo el matrimonio otorgaba un marco legal a las mujeres para ser madres. La pregunta que cabe es ¿dejaríamos de llamar matrimonio a las uniones sin descendencia o a las parejas donde al menos uno de sus integrantes es estéril? La respuesta es obvia. Incluso en el antiguo derecho romano el matrimonio podía constituirse en dos formas jurídicas: mediante el “conventioin manum” el padre de la novia cedía a su futuro yerno la propiedad de su hija, mientras que en el matrimonio sine manu, (sin dote) la joven continúa siendo propiedad del padre y el marido solo recibía el usufructo. Si cometía adulterio, el padre podía matarla aunque el marido la hubiera perdonado. Es decir que Matrimonio inicialmente significó tener a la mujer como propiedad o instrumento de dominación. Entonces, cabe la pregunta, ¿Qué es lo que estamos reivindicando cuando aludimos a la etimología o a los orígenes históricos y sociales del Matrimonio?
Otros Senadores o Diputados se opusieron a esta normativa porque preferían aplicar a las uniones homosexuales un régimen diferente, que a nuestro entender sería segregacionista y restrictivo, además de violatorio del Artículo 8vo de la Constitución de la República que señala claramente que “Todas las personas son iguales ante la ley, no reconociéndose otra distinción entre ellas sino la de los talentos o las virtudes”. Incluso algunos alegaron –en claro desconocimiento de la legislación vigente- que no estaban de acuerdo con permitir la adopción por parte de parejas del mismo sexo, olvidando que la Ley 18.590 sancionada en 2009 ya lo permite, y que además existe jurisprudencia al respecto, mediante un pronunciamiento unánime de la justicia en este sentido. (Sentencia n.º 398, de 14 de noviembre de 2012, del Tribunal de Apelaciones de Familia de 2.º Turno)
SI, ACEPTO…
Por la positiva, el senador colorado Ope Pasquet justificó su voto a favor del proyecto del matrimonio igualitario y dijo que “la sumisión terminó” y ya los homosexuales “no aceptan vivir en la clandestinidad”. Al fundamentar su posición, el legislador citó un texto del libro “Moral para intelectuales”, de Vaz Ferreira: “Cuando en un problema de la vida actual se presenten dos soluciones, una de opresión, de prohibición, de imposición, y otra de libertad, tiendan a tener confianza en la última”
El Senador nacionalista Jorge Larrañaga dijo que como hombre liberal no puede permitirse regular un acto que es del fuero íntimo de las personas. "Estamos frente a una cuestión de derechos, que considera la libertad de los individuos y que pone los límites al Estado. Él, no debe prohibir ni cercenar la autonomía de la voluntad de sus ciudadanos. Por tanto, poniendo en la balanza estos principios de libertad, de igualdad que conforman un estatuto de justicia no cabe sino el apoyo. Aquí hay un reconocimiento a una realidad", agregó. El líder de Alianza Nacional dijo "respetar" a quienes "en su leal saber y entender señalan que las situaciones que se reconocen no deban tener un estatuto jurídico idéntico al de las parejas de distinto sexo". "Respeto pero no comparto", afirmó.
La Senadora frenteamplista Constanza Moreira por su parte señaló “la resistencia al cambio es lo que yo llamaría “el freno conservador”, que es la defensa del statu quo anterior, por más que ello deje afuera de la ley y de cualquier norma a un contingente de personas que de cualquier manera ya viven de otra forma. El freno conservador siempre es excluyente. (…) Finalmente se dice: “¿Pero quién se va a casar con este proyecto de ley?” (…) Señores: cuando se aprobó el divorcio nadie acudía a ese instituto. Los estudios indican que el divorcio empezó a ser usado y que la curva de divorcio aumenta a partir del año 1969, y que el divorcio es una institución muy anterior a eso. Quiere decir que nosotros aprobaremos hoy una norma que probablemente no tenga un uso generalizado y sistemático por parte de las personas, sino que lo tendrá mucho más tarde.”
Durante primer su pasaje por la Cámara de Diputados el representante del Frente Amplio Julio Bango justificó la propuesta porque la Constitución uruguaya "no admite ninguna discriminación entre personas". "Esta ley logra una verdadera igualdad de todos los ciudadanos ante la ley", indicó el legislador. "El amor no es “homo”, ni “hétero” ni “bi”. Es amor y nadie le puede poner límites", afirmó el diputado del Partido Nacional Jorge Gandini. Por su parte el Diputado Colorado Fernando Amado (seguramente alentado por las palabras de Don José Batlle y Ordóñez: “todos los que no están cegados por el prejuicio nos esperan”) manifestó que la ley de Matrimonio Igualitario "divide a los conservadores de los liberales". Sobre esa idea, describió a los legisladores conservadores como los que "quieren que todo siga como está". "Todo lo nuevo, todo lo diferente es visto como enemigo y así comienzan a aparecer las encendidas argumentaciones en defensa de la moral y de las buenas costumbres. Es una película vieja", sostuvo, recordando que Batlle y Ordoñez tuvo que soportar este tipo de discursos cuando intentó promover la secularización o el divorcio. Vale también recordar las valientes palabras de la Diputada Valeria Rubino "es de por si triste escuchar a algunas personas que ocupan cargos de legisladores decir que el Estado y la ley deben impedir el derecho a contraer matrimonio con la mujer que amo. Es triste ver que para algunos legisladores el único modelo válido de familia es su familia, y que mi forma de amar daña a los niños". O como dijo el Diputado Oscar Groba "¡Basta de represión! ¡Basta de autorrepresión! ¡Basta de la repugnante, de la guaranga, de la estúpida discriminación de gran parte de la sociedad con respecto a este tema!"
IGUALDAD, NI MÁS NI MENOS
La homosexualidad no es una preferencia, no es una opción: es una orientación sexual y por tanto no se elige ni se cambia. Con la puesta en vigencia de la Ley de Matrimonio Igualitario el Estado reconoce la igualdad de las personas, y con ese acto, contribuye a subsanar aspectos relativos a la discriminación y vulneración de derechos. Obviamente que esta Ley por si sola no elimina la homofobia ni la discriminación que, -aunque cada vez en menor medida-, aún sigue existiendo en algunos lugares de trabajo, de socialización y de estudio, y aún subsisten casos de violencia intrafamiliar por orientación sexual, actitudes basadas en la desinformación y el prejuicio. Este tipo de acciones se combaten con educación y criminalización. No debemos olvidar que nuestro Código Penal en su artículo 149 (Incitación o comisión de actos de odio, desprecio o violencia hacia determinadas personas) castiga con hasta 24 meses de prisión las acciones de discriminación por orientación sexual.
Columnista invitado en la revista mensual A Donde Vamos.
POR: Omar Salsamendi, Periodista.
ARREGLOS: ALBERTO CARRERA
Según una encuesta divulgada por la empresa Cifra el 53 % de los uruguayos está de acuerdo con la Ley de Matrimonio igualitario y solo el 32 % dijo estar en contra. El resto no expresó opinión. En el mismo sentido el Portal informativo Montevideo.com realizó una encuesta de la que participaron casi 8.000 personas. Más del 60 % de ellos se manifestó a favor de la aprobación de la norma.
No haré referencia aquí a los reiterados cuestionamientos dogmáticos realizados a esta Ley por altas jerarquías de la Iglesia Católica, por entender en primer lugar que el Estado Uruguayo es laico gracias a los principios batllistas consagrados en la Constitución de 1919, y porque la ley que estamos analizando alude al matrimonio civil y no religioso.
En lo social, vale destacar el trabajo del Colectivo que impulsó esta Ley (Ovejas Negras) y de la Dra. Michelle Suárez quien participó activamente en la redacción de la iniciativa que con justicia debería llevar su nombre. Pero también el reconocimiento a todas y cada una de las personas LGBT y a las familias homoparentales que se visibilizaron y se hicieron presentes en las comisiones parlamentarias para defender la Ley desde el punto de vista vivencial.
A nivel político una contundente mayoría de legisladores de todos los partidos y de todos los sectores se pronunciaron a favor de la Ley de Matrimonio Igualitario, tanto en la Cámara de Senadores como en la de Diputados.
LOS QUE ARGUMENTARON EN CONTRA
Una minoría de representantes se opusieron a la sanción de esta iniciativa por diversos motivos. Algunos alegaron que su voto negativo se basaba en el origen etimológico de la palabra Matrimonio. Efectivamente “matrimonio” significa “calidad de madre”. Tenemos que remitirnos a los tiempos antiguos, cuando primaba una moral arcaica, donde solo el matrimonio otorgaba un marco legal a las mujeres para ser madres. La pregunta que cabe es ¿dejaríamos de llamar matrimonio a las uniones sin descendencia o a las parejas donde al menos uno de sus integrantes es estéril? La respuesta es obvia. Incluso en el antiguo derecho romano el matrimonio podía constituirse en dos formas jurídicas: mediante el “conventioin manum” el padre de la novia cedía a su futuro yerno la propiedad de su hija, mientras que en el matrimonio sine manu, (sin dote) la joven continúa siendo propiedad del padre y el marido solo recibía el usufructo. Si cometía adulterio, el padre podía matarla aunque el marido la hubiera perdonado. Es decir que Matrimonio inicialmente significó tener a la mujer como propiedad o instrumento de dominación. Entonces, cabe la pregunta, ¿Qué es lo que estamos reivindicando cuando aludimos a la etimología o a los orígenes históricos y sociales del Matrimonio?
Otros Senadores o Diputados se opusieron a esta normativa porque preferían aplicar a las uniones homosexuales un régimen diferente, que a nuestro entender sería segregacionista y restrictivo, además de violatorio del Artículo 8vo de la Constitución de la República que señala claramente que “Todas las personas son iguales ante la ley, no reconociéndose otra distinción entre ellas sino la de los talentos o las virtudes”. Incluso algunos alegaron –en claro desconocimiento de la legislación vigente- que no estaban de acuerdo con permitir la adopción por parte de parejas del mismo sexo, olvidando que la Ley 18.590 sancionada en 2009 ya lo permite, y que además existe jurisprudencia al respecto, mediante un pronunciamiento unánime de la justicia en este sentido. (Sentencia n.º 398, de 14 de noviembre de 2012, del Tribunal de Apelaciones de Familia de 2.º Turno)
SI, ACEPTO…
Por la positiva, el senador colorado Ope Pasquet justificó su voto a favor del proyecto del matrimonio igualitario y dijo que “la sumisión terminó” y ya los homosexuales “no aceptan vivir en la clandestinidad”. Al fundamentar su posición, el legislador citó un texto del libro “Moral para intelectuales”, de Vaz Ferreira: “Cuando en un problema de la vida actual se presenten dos soluciones, una de opresión, de prohibición, de imposición, y otra de libertad, tiendan a tener confianza en la última”
El Senador nacionalista Jorge Larrañaga dijo que como hombre liberal no puede permitirse regular un acto que es del fuero íntimo de las personas. "Estamos frente a una cuestión de derechos, que considera la libertad de los individuos y que pone los límites al Estado. Él, no debe prohibir ni cercenar la autonomía de la voluntad de sus ciudadanos. Por tanto, poniendo en la balanza estos principios de libertad, de igualdad que conforman un estatuto de justicia no cabe sino el apoyo. Aquí hay un reconocimiento a una realidad", agregó. El líder de Alianza Nacional dijo "respetar" a quienes "en su leal saber y entender señalan que las situaciones que se reconocen no deban tener un estatuto jurídico idéntico al de las parejas de distinto sexo". "Respeto pero no comparto", afirmó.
La Senadora frenteamplista Constanza Moreira por su parte señaló “la resistencia al cambio es lo que yo llamaría “el freno conservador”, que es la defensa del statu quo anterior, por más que ello deje afuera de la ley y de cualquier norma a un contingente de personas que de cualquier manera ya viven de otra forma. El freno conservador siempre es excluyente. (…) Finalmente se dice: “¿Pero quién se va a casar con este proyecto de ley?” (…) Señores: cuando se aprobó el divorcio nadie acudía a ese instituto. Los estudios indican que el divorcio empezó a ser usado y que la curva de divorcio aumenta a partir del año 1969, y que el divorcio es una institución muy anterior a eso. Quiere decir que nosotros aprobaremos hoy una norma que probablemente no tenga un uso generalizado y sistemático por parte de las personas, sino que lo tendrá mucho más tarde.”
Durante primer su pasaje por la Cámara de Diputados el representante del Frente Amplio Julio Bango justificó la propuesta porque la Constitución uruguaya "no admite ninguna discriminación entre personas". "Esta ley logra una verdadera igualdad de todos los ciudadanos ante la ley", indicó el legislador. "El amor no es “homo”, ni “hétero” ni “bi”. Es amor y nadie le puede poner límites", afirmó el diputado del Partido Nacional Jorge Gandini. Por su parte el Diputado Colorado Fernando Amado (seguramente alentado por las palabras de Don José Batlle y Ordóñez: “todos los que no están cegados por el prejuicio nos esperan”) manifestó que la ley de Matrimonio Igualitario "divide a los conservadores de los liberales". Sobre esa idea, describió a los legisladores conservadores como los que "quieren que todo siga como está". "Todo lo nuevo, todo lo diferente es visto como enemigo y así comienzan a aparecer las encendidas argumentaciones en defensa de la moral y de las buenas costumbres. Es una película vieja", sostuvo, recordando que Batlle y Ordoñez tuvo que soportar este tipo de discursos cuando intentó promover la secularización o el divorcio. Vale también recordar las valientes palabras de la Diputada Valeria Rubino "es de por si triste escuchar a algunas personas que ocupan cargos de legisladores decir que el Estado y la ley deben impedir el derecho a contraer matrimonio con la mujer que amo. Es triste ver que para algunos legisladores el único modelo válido de familia es su familia, y que mi forma de amar daña a los niños". O como dijo el Diputado Oscar Groba "¡Basta de represión! ¡Basta de autorrepresión! ¡Basta de la repugnante, de la guaranga, de la estúpida discriminación de gran parte de la sociedad con respecto a este tema!"
IGUALDAD, NI MÁS NI MENOS
La homosexualidad no es una preferencia, no es una opción: es una orientación sexual y por tanto no se elige ni se cambia. Con la puesta en vigencia de la Ley de Matrimonio Igualitario el Estado reconoce la igualdad de las personas, y con ese acto, contribuye a subsanar aspectos relativos a la discriminación y vulneración de derechos. Obviamente que esta Ley por si sola no elimina la homofobia ni la discriminación que, -aunque cada vez en menor medida-, aún sigue existiendo en algunos lugares de trabajo, de socialización y de estudio, y aún subsisten casos de violencia intrafamiliar por orientación sexual, actitudes basadas en la desinformación y el prejuicio. Este tipo de acciones se combaten con educación y criminalización. No debemos olvidar que nuestro Código Penal en su artículo 149 (Incitación o comisión de actos de odio, desprecio o violencia hacia determinadas personas) castiga con hasta 24 meses de prisión las acciones de discriminación por orientación sexual.
Columnista invitado en la revista mensual A Donde Vamos.
POR: Omar Salsamendi, Periodista.
ARREGLOS: ALBERTO CARRERA
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