martes, 17 de enero de 2012

JÒVENES DE HOY EN ESTADÌSTICAS

UN PERFIL ESTADISTICO DE LA JUVENTUD DE ESTA DECADA
LOS JOVENES DEL FIN DEL MUNDO

Bajo la lógica imperante, el dinero que obtienen del trabajo (propio o de los responsables) es lo que les abre a los jóvenes un abanico de actividades, usos y consumos. La tasa de desempleo juvenil creció en los países desarrollados y bajó en las regiones en desarrollo, pero la OIT alertó sobre una generación de trabajadores jóvenes marcada por “alto desempleo, creciente inactividad y trabajo precario”. Otros informes reportan modificaciones en los modos de interactuar comunicacional, sexual y sanitariamente de los jóvenes 2012, la mayor camada joven de todos los tiempos, tres veces mayor a la Generación X y superior incluso a la de los baby boomers.

Los niños, adolescentes y jóvenes somos la variable de ajuste del mundo desde que existe. Durante milenios nos han confinado a cuevas, casas y guarderías, nos han azotado hambrunas y pestes, nos han enviado a cruzadas y a guerras, nos han vendido y arreglado casamientos, nos han prohibido la palabra en mesas, iglesias y supermercados, nos han marginado de la toma de decisiones en casa y fuera de ella, nos han achurado el miembro, nos han prohibido actividades o sometido a continuar con las realizadas por nuestros padres, nos han expulsado del mundo laboral, nos han criticado las carreras elegidas, nos han censurado amistades, nos han defenestrado parejas, nos han violentado nuestros gustos alimentarios, nos han quitado el postre, la mensualidad y los regalos, nos han ultrajado la intimidad, nos han prohibido la fantasía mayores que insisten con la mentira y con el estrés, nos han recortado presupuestos en salud, educación y cultura gobernantes que no redujeron sus sueldos, nos han negado las intenciones artísticas en momentos de crisis adultos que no dejaron de fumar en esas épocas, nos han castigado, encerrado y maniatado, nos han impuesto políticas, leyes, hambre, drogas y guerras para sacarnos del medio. Nos han explicado menos de la mitad de las cosas y nos han mentido más de la mitad de las veces. Hasta que nos expresamos, volvemos a preguntarnos si cambiaremos el mundo o sólo haremos ruido antes de convertirnos en los próximos reproductores de esas lógicas, nos indignamos y decimos basta.

Los jóvenes pasamos 2011 indignados, llevando a cabo un movimiento internacional notable que expresó nuestras ganas de ponerle un fin a la concordia con el mundo que nos han legado. Pero este enero nos fuimos de vacaciones, porque estábamos quemados. Así somos: estamos podridos de vivir con papá y mamá, pero les pedimos el coche los fines de semana. ¿Por qué? Quizá porque, si nos van a tomar como un número igual, preferimos que por lo menos no nos puedan leer tan fácilmente. Somos contradictorios. Los “grandes” también, pero nuestra contradicción a menudo tiene origen en la política y el humanismo, en el sentido de ser partes del mundo; cuando la de los viejos es individual y tiene que ver con su condición de padres, de empleados, de esposos. En nuestras contradicciones mutantes –porque también podrán considerarnos “una masa” o “una pelota de mano de obra de reserva” o “un pelotón para la próxima guerra por el petróleo”, pero seremos una perla irregular que no podrán asir de manera sencilla–, nos expresamos y a veces, muy pocas veces, lo que expresamos es indignación.

La mayor parte de las ocasiones, expresamos tendencias, costumbres, ideas, gustos, conductas particulares y epocales que son pinceladas de nuestra naturaleza generacional. El cierre de 2011 trajo consigo una gran cantidad de estudios, informes, reportes, investigaciones y análisis sobre la juventud del fin del mundo, especialmente curiosas, relevantes o preocupantes en los campos del trabajo, la sexualidad, los comportamientos comunicacionales, la salud y la otra mitad de su ambiente, la tecnología.

LUCHANDO POR EL METAL

Bajo la lógica imperante, la mayor porción del acceso a la salud, la cultura, la comunicación, el entretenimiento, la educación y la tecnología se logra únicamente a través del dinero, del contrato de servicios y la obtención de productos. Y la mayor porción del dinero se logra a través del trabajo (propio o de los adultos responsables). Entonces, lo prudente parece ser informar sobre el trabajo. Y lo que hay allí es una tendencia notable, documentada por la International Labour Office, que revierte una lógica histórica: la tasa de desempleo juvenil ha crecido en los países desarrollados y se ha estabilizado o reducido en todas las regiones en desarrollo. Según la Actualización 2011 de las tendencias globales en empleo juvenil, un reporte que a finales de cada año publica la ILO, una agencia de Naciones Unidas dedicada a promover la justicia social y el reconocimiento internacional de los derechos humanos y laborales, el 12,6 por ciento de los jóvenes de entre 15 y 24 años capacitados para trabajar no consiguió trabajo durante 2011. Son más de 75 millones de jóvenes. El número es inferior en un decimal al de 2010 y se mantiene por debajo de la tasa promedio de la década, pero los analistas lo atribuyen a que cada vez más jóvenes se retiran de la búsqueda. Que uno de cada ocho jóvenes que busca trabajo no lo haya conseguido en todo el año no implica que los otros siete tengan trabajo: “desempleado” es aquel que busca trabajo y no lo consigue, mientras que no entran en ese cajón los que no buscan empleo por estar dedicados al estudio, por no necesitar de uno o por estar incapacitados para realizarlo. Tampoco los que lo tienen, por supuesto.

Pero esa cifra es engañosa. Los restantes 525 millones de jóvenes (los otros siete por cada ocho) capacitados, deseosos y disponibles para el trabajo no tienen lo que se podría considerar uno decente ni digno, pues el informe revela que una gran porción trabaja fuera del sector formal o a tiempo parcial. Sin dudas, la crisis económica global expuso la fragilidad de la juventud en el mercado laboral internacional, pero aunque la tasa de empleo juvenil ha bajado en las economías desarrolladas y en desarrollo, el precio más alto lo están pagando los adolescentes y adultos jóvenes de las regiones más desarrolladas. En la Unión Europea, por ejemplo, la tasa de desempleo acumula un crecimiento del 4,6 por ciento en los últimos tres años. Hay un 5 por ciento de varones y un 1 por ciento de mujeres desempleados más ahora, que al acabar el milenio pasado. En Grecia y el Reino Unido, donde en 2011 se vieron fuertes levantamientos, los jóvenes tienen un 300 por ciento más de posibilidades de mantenerse desempleados que los adultos. Y a nivel internacional, hubo 2,6 millones de jóvenes desempleados más de los que las proyecciones esperaban para el año, lo que bajó la tasa de empleados jóvenes en todo el mundo laboral del 49,4 al 48,8 por ciento.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) alertó sobre una generación de trabajadores jóvenes marcada por “una peligrosa mezcla de alto desempleo, creciente inactividad y trabajo precario en los países desarrollados, y de un aumento de trabajadores pobres en los países en desarrollo”. O como lo expone el informe de la International Labour Office: “La mala suerte de esta generación, que ingresa al mercado laboral en los años de la Gran Recesión, no sólo produce la actual sensación de malestar provocada por el desempleo, el subempleo y la tensión de riesgos sociales asociados con la falta de trabajo y la inactividad prolongada sino que, además, podría tener otras consecuencias a largo plazo en términos de salarios más bajos en el futuro y desconfianza en el sistema político y económico”. Sí, indignación. Por eso no es casual que los levantamientos más enérgicos se hayan dado donde se dieron. En España hubo, en 2011, una tasa del 41,6 por ciento de desempleo joven (fue de 18,2 en 2007), un 14,6 por ciento llevó más de un año como desempleado y un 28,3 por ciento trabajó a tiempo parcial. En Estados Unidos, los valores son de 18,4; 3,4 y 38,1. En el Reino Unido de 19,1; 4,6 y 37,4. En Italia de 27,8; 12,2 y 21,5. Y en Grecia de 32,9; 11,7 y 14,5. En Irlanda, el informe muestra que el desempleo juvenil subió de un 9 por ciento en 2007 a un 27,5, con otro 20 por ciento de jóvenes que no trabajan porque estudian o que esperan en el hogar a que la situación mejore: es decir que uno de cada dos jóvenes irlandeses no tiene trabajo. No es curioso el dato lateral de que allí la emigración de menores de 25 años aumentó de 15 mil (en 2004) a 30 mil.

Por otra parte, las economías en desarrollo parecen estar “atrapadas en un círculo vicioso de pobreza laboral”. Por ejemplo, el informe (que está disponible para su descarga en el sitio de la ILO) dice que, aunque en el sur asiático y el Africa subsahariano el desempleo juvenil es del 9,9 y del 12,5 por ciento, y esto parece una señal de bienestar frente al 17,9 por ciento de jóvenes desempleados en las economías desarrolladas y la Unión Europea, en verdad está marcando otra cosa: que los pobres tienen mayor necesidad de trabajar que los jóvenes de países ricos, y que tienen más empleo, pero no necesariamente son puestos de trabajo más dignos, ni en el sector formal ni a tiempo completo: “En el mundo hay muchos más jóvenes que son trabajadores pobres que jóvenes sin trabajo o que buscan empleo”.


¿Qué pasa por casa? En América latina y el Caribe, la tasa de desempleo juvenil se ubica estable alrededor de un 15 por ciento desde 2008, con un leve descenso sostenido en los últimos tres años, y bastante lejos del 18 por ciento de desempleo joven que hizo un pico en esta curva estadística en 2003, en épocas de crisis económicas regionales en las que Argentina tuvo su buena parte. En la región, la participación laboral de los varones es del 62,9 por ciento (el valor más alto a nivel mundial), mientras que la de las mujeres es de 42,6 (sólo por detrás del sudeste asiático). El 11,9 por ciento de ellos y el 18,3 de ellas permanece desempleado. También se precisa que hay 2,7 jóvenes desempleados por cada adulto en la misma.

El reporte concluye con que, pese a la merma mundial en los indicadores del desempleo joven (de 75,1 millones en 2010 a 74,6 millones en 2011), persisten la inseguridad y la inestabilidad en el mercado laboral, lo que sumado a la fragilidad de las economías podría indicar un futuro incierto para los trabajadores de entre 14 y 25 años para lo que resta de la primera mitad de esta década, ya que según las proyecciones, las tasas podrían volver a tener fuertes picos ascendentes cuando acabe este año y en los próximos.

SEXO, SALUD Y TECNO & POSTS

En paralelo a este notable informe de la ILO, en el último trimestre del año hubo publicaciones por doquier sobre conductas sexuales, sanitarias y tecnológicas de la juventud. Uno de los números más significativos indica que la generación del milenio (millenials, aquellos que hoy tienen entre 18 y 29 años) es tres veces mayor que la Generación X y sustancialmente más grande que la de los baby boomers, aquella gran cantidad de hijos que los soldados tuvieron luego de que volvieron de la Segunda Guerra Mundial, y que fueron la fuerza de las vanguardias políticas y artísticas de los años ‘60 y ‘70. Por si no se entendió: habemos más jóvenes que nunca. Aquí van, entonces, algunos indicadores de esta muchedumbre. Aunque muchas veces estudian zonas geográficas reducidas (ciudades, países), sirven lo mismo para intentar un perfil estadístico internacional de los jóvenes de 2012.

El 6 por ciento de los hijos de padres que beben a menudo condujo borracho alguna vez. Sólo el 2 por ciento de los hijos de padres abstemios lo hizo (Universidad de Florida).

Uno de cada doce jóvenes se infringe algún daño físico (The Lancet).

Uno de cada once niños y adolescentes de entre 2 y 17 años jamás tuvo acceso a juegos ni juguetes (The NPD Group).

Los adolescentes de entre 12 y 17 años miran un 11 por ciento más de televisión que en 2007. Lo hacen durante 17 horas semanales (Ofcom).

El 14 por ciento de los adultos jóvenes de entre 25 y 34 años vive con sus padres, un 25 por ciento más que antes de la recesión (Census Bureau).

El 18 por ciento de los adolescentes acaba su educación superior como fumador (The National Cancer Institute).

La obesidad infantil creció del 15 al 22 por ciento en los niños de 6 a 11 años (Centers for Child and Youth Disease Control and Prevention).

De cada dos adolescentes que tienen experiencias sexuales grupales, una fue forzada. En promedio, el debut en el sexo grupal de estas jóvenes mujeres se da a los 15 años y ocho meses (New York Medicine Academy).

Uno de cada cinco chicos de entre 12 y 19 años sufre pérdida gradual del oído. Es un 31 por ciento más que hace 10 años (Beltone New England).

El 70 por ciento de los millennials se siente mejor cuando coincide con sus amigos acerca de dónde comprar, qué comer y a qué jugar. El 60 por ciento compra en soledad. Y usan el 18 por ciento de su dinero en comida rápida (Barkley, Service Management Group y The Boston Consulting Group).

El 28 por ciento de los adolescentes de entre 12 y 15 años preferiría quedarse sin Internet y televisión antes que sin su teléfono (Ofcom).

En América, 60 de cada 1000 chicas llegan a sus 18 habiendo tenido por lo menos un embarazo no deseado (Universidad de Massachusetts).

Al 30 por ciento de los adolescentes les hackearon su cuenta en alguna red social (Associated Press y MTV).

El 40 por ciento de los jóvenes que intentan cometer suicidio lo hace antes de llegar a la escuela superior (Journal of Adolescent Health).

El 53 por ciento de los adolescentes de entre 16 y 22 años preferiría perder el olfato antes que dejar las redes sociales (McCann Worldgroup).

La exposición a contenidos sexuales se da mayormente a través de la televisión, en un 75 por ciento de los casos (Internet Solution for Kids).

Tres de cada cuatro varones y la mitad de las mujeres declaran haberse masturbado (National Survey of Sexual Health and Behaviour).

El 76 por ciento de los adolescentes de entre 12 y 17 años utiliza redes sociales. El 44 ha mentido su edad en ellas. El 20 cree que la gente es maleducada en ellas, mientras que el 69 considera que las personas se comportan más amablemente. El 30 le compartió su contraseña a un amigo, familiar o pareja. Y el 60 por ciento admite que la vigilancia de sus padres hace que la utilicen de un modo más cuidadoso (PEW Research Center).

Cuatro de cada cinco jóvenes en edad escolar recibieron mensajes de texto con contenido sexual. Más de la mitad recibió imágenes íntimas. Uno de cada diez mensajes se envía contra la voluntad del receptor y fuera de cualquier tipo de juego o coqueteo (Universidad de Rhode Island).

El 80 por ciento de los jóvenes escucha música programada por sí mismo (en computadoras, teléfonos móviles, MP3 y iPods) regularmente. El 21 por ciento lo hace a diario durante más de una hora (Universidad de Tel Aviv).

El 54 por ciento de los jóvenes mira pornografía online. La tercera parte argumenta que es por “razones educativas”, pero sólo el 20 habla de sexo con sus padres (Unicef).

A un año de recibirse, el 86 por ciento de los estudiantes considera que ir a la escuela es indispensable. Más del 90 piensa que con la secundaria no basta. El 56 por ciento siente que pagar sus estudios es complicado o muy complicado (The College Board).

El 87 por ciento de los jóvenes con pensamientos suicidas no fue a una consulta con un profesional en 2011. El 84 no recibió ningún tipo de tratamiento (US Center for Desease Control and Prevention).

El 77 por ciento de los adolescentes menores a 18 años probó alguna bebida alcohólica y el 15 se emborrachó antes de sus 14 años (Unicef).

El 33 por ciento de las jóvenes que toman píldoras anticonceptivas lo hacen por motivos (regulación de la menstruación y del dolor menstrual, tratamiento del acné) que no son el control del embarazo (Mayo Clinic).


POR: Luis Paz. NO PAGINA12.COM.AR
ARREGLOS FOTOGRÀFICOS: ALBERTO CARRERA

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