Este término, acuñado en 1868, es una etiqueta que muchos hoy creen que hace parte de la naturaleza humana. Hanne Blank, en su libro ‘Straight’, habla de por qué este concepto hoy se queda corto para explicar las emociones y experiencias sexuales de los seres humanos.
La barba no hace al filósofo, dice el refrán. Y de la misma forma, los órganos genitales no necesariamente dicen toda la verdad sobre si esa persona es un hombre o una mujer. Esto lo señala Hanne Frank en la introducción de su libro Straight, en el cual relata la historia del término Heterosexual. La autora cuenta que esta palabra surgió en 1868 cuando se necesitó establecer cómo la gente debía existir en relación a la sexualidad, pero hoy el vocablo se ha quedado corto. “Es inadecuado para describir todo lo que pasa en el comportamiento humano y en la experiencia de la gente en campos como la emoción, la actividad sexual, la reproducción y el deseo”, le dijo la autora a SEMANA.
Su propia vivencia la motivó a investigar sobre el tema. Un día, en el consultorio de su médico, tuvo que llenar en un formulario la casilla sobre su orientación sexual. Sólo había dos opciones. Ella se quedó pensando: aunque en el pasado había tenido relaciones románticas, hoy está casada con un hombre. Pero resulta que su marido tiene un genoma diferente, y en lugar de XX, como un típico varón registraría, su ADN es XXY. Por esta razón, a pesar de tener genitales masculinos, tiene apariencia de mujer. Es entonces cuando todas esas categorías, homo, hetero y bi, generan problemas, pues dependen de la idea de que hay sólo dos sexos biológicos. No obstante, estas dos palabras no encajan en situaciones como la suya: la de una mujer que le atrae alguien que no es ni hombre ni mujer.
Su propia vivencia la motivó a investigar sobre el tema. Un día, en el consultorio de su médico, tuvo que llenar en un formulario la casilla sobre su orientación sexual. Sólo había dos opciones. Ella se quedó pensando: aunque en el pasado había tenido relaciones románticas, hoy está casada con un hombre. Pero resulta que su marido tiene un genoma diferente, y en lugar de XX, como un típico varón registraría, su ADN es XXY. Por esta razón, a pesar de tener genitales masculinos, tiene apariencia de mujer. Es entonces cuando todas esas categorías, homo, hetero y bi, generan problemas, pues dependen de la idea de que hay sólo dos sexos biológicos. No obstante, estas dos palabras no encajan en situaciones como la suya: la de una mujer que le atrae alguien que no es ni hombre ni mujer.
El problema con estas etiquetas, le dijo a esta revista, es que dan la impresión de ser cualidades inherentes a los seres humanos y no fórmulas que se establecen por cuestiones culturales. Además, son inadecuadas porque las investigaciones han mostrado que lo que sucede en los ámbitos sexual y afectivo es mucho más variado y complejo de lo que estas categorías sugieren. “Las etiquetas simplemente no pueden contar toda la historia”.
La ciencia ha descubierto que el sexo es una cosa y el género (el comportamiento, la experiencia), otra, y que una no necesariamente causa la otra. Aun el sexo biológico, es decir, el que se determina por el físico, no es tan fácil de definir como parece porque en él influyen muchos aspectos como los cromosomas, las hormonas la anatomía y la fisiología. “En algunas personas todos estos aspectos se alinean y no hay ambigüedad, pero en otros casos no”, afirma.
Todo esto lleva a decir que el cuerpo con el que una persona nace puede no corresponder al género. Frank cita el trabajo de Anne Fausto-Sterling, una bióloga de la Universidad de Brown quien en 1993 destacó que los seres humanos podían tener más de dos tipos de sexos genéticos, aunque la sociedad solo reconoce dos: hombre y mujer. Los otros tres (hermafroditas y sus dos subgrupos, los hermafroditas masculinos o merms y los femeninos o ferms) son totalmente ignorados. “Hay registro de que en tiempos de Platón se hablaba de estos tres sexos, masculino, femenino y hermafrodita, pero en algún momento en la historia el tercero se perdió”, dice en un ensayo Fausto Sterling.
La ciencia ha descubierto que el sexo es una cosa y el género (el comportamiento, la experiencia), otra, y que una no necesariamente causa la otra. Aun el sexo biológico, es decir, el que se determina por el físico, no es tan fácil de definir como parece porque en él influyen muchos aspectos como los cromosomas, las hormonas la anatomía y la fisiología. “En algunas personas todos estos aspectos se alinean y no hay ambigüedad, pero en otros casos no”, afirma.
Todo esto lleva a decir que el cuerpo con el que una persona nace puede no corresponder al género. Frank cita el trabajo de Anne Fausto-Sterling, una bióloga de la Universidad de Brown quien en 1993 destacó que los seres humanos podían tener más de dos tipos de sexos genéticos, aunque la sociedad solo reconoce dos: hombre y mujer. Los otros tres (hermafroditas y sus dos subgrupos, los hermafroditas masculinos o merms y los femeninos o ferms) son totalmente ignorados. “Hay registro de que en tiempos de Platón se hablaba de estos tres sexos, masculino, femenino y hermafrodita, pero en algún momento en la historia el tercero se perdió”, dice en un ensayo Fausto Sterling.
PREGUNTA: ¿Qué sucede cuándo la sociedad les pone etiquetas a las personas de homosexual, heterosexual, bisexual?
Hanne Blank: Estas etiquetas son problemáticas por dos razones importantes: Primero dan la impresión de que no son simples etiquetas, sino cualidades de los seres humanos, así como si ser católico o vegetariano fueran partes intrínsecas de la naturaleza humana y no sólo etiquetas que les ponemos a las personas para describir aspectos de su cultura, de sus creencias o comportamientos.
Segundo, estas etiquetas son inadecuadas para describir lo que realmente sucede en el comportamiento humano y en la experiencia en los campos de la emoción, la actividad sexual, la reproducción y el deseo. Las investigaciones han mostrado repetidamente que lo que la gente hace y vive en estos campos es mucho más variado y complejo que lo que estas tres categorías sugieren. Las etiquetas simplemente no pueden contar toda la historia.
Hanne Blank: Estas etiquetas son problemáticas por dos razones importantes: Primero dan la impresión de que no son simples etiquetas, sino cualidades de los seres humanos, así como si ser católico o vegetariano fueran partes intrínsecas de la naturaleza humana y no sólo etiquetas que les ponemos a las personas para describir aspectos de su cultura, de sus creencias o comportamientos.
Segundo, estas etiquetas son inadecuadas para describir lo que realmente sucede en el comportamiento humano y en la experiencia en los campos de la emoción, la actividad sexual, la reproducción y el deseo. Las investigaciones han mostrado repetidamente que lo que la gente hace y vive en estos campos es mucho más variado y complejo que lo que estas tres categorías sugieren. Las etiquetas simplemente no pueden contar toda la historia.
PREGUNTA: ¿Qué ha aprendido la ciencia sobre sexo y género?
H.B.: Lo que la ciencia sabe es que el sexo (la biología y el cuerpo físico) es una cosa y el género (comportamiento, experiencia, cultura) es otro asunto separado. El género no causa el sexo. El sexo, hasta donde sabemos, no causa el género, aunque hay preguntas abiertas sobre hasta dónde ciertos aspectos de la biología sexual pueden influir en aspectos del género.
Esto se complica más con el hecho de que aún el sexo biológico no es tan claro como parece. Tiene muchos aspectos: cromosomas, hormonas, anatomía, fisiología. En algunas personas todos estos aspectos se alinean y no hay ambigüedades, por ejemplo, cuando una persona tiene los cromosomas XX femeninos estándar, las hormonas, la anatomía y la fisiología.
En otras personas no están alineados. No es sólo posible, sino relativamente común para algunos tener, por ejemplo, cromosomas XXY, hormonas que están en cierto punto medio entre lo que es normal para hombres y normal para mujeres, anatomía masculina y fisiología que en cierta forma es normal en la fisiología masculina, pero no en otras.
Hay que aclarar que esto sólo tiene que ver con la biología y no con el género de la persona, es decir, cómo se ven y cómo actúan en relación con otra gente. La persona con un cromosoma XXY que yo describo puede ser masculina o femenina en términos de género, o posiblemente andrógena.
Lo que esto significa, funcionalmente, es que el cuerpo con el que alguien nace no necesariamente corresponde al género que esa persona vive cuando se pone la ropa o cuando habla con los amigos o camina por las calles. Lo que luce como un hombre o una mujer en la calle puede ser muchas cosas en el plano biológico, por muchas diferentes razones.
H.B.: Lo que la ciencia sabe es que el sexo (la biología y el cuerpo físico) es una cosa y el género (comportamiento, experiencia, cultura) es otro asunto separado. El género no causa el sexo. El sexo, hasta donde sabemos, no causa el género, aunque hay preguntas abiertas sobre hasta dónde ciertos aspectos de la biología sexual pueden influir en aspectos del género.
Esto se complica más con el hecho de que aún el sexo biológico no es tan claro como parece. Tiene muchos aspectos: cromosomas, hormonas, anatomía, fisiología. En algunas personas todos estos aspectos se alinean y no hay ambigüedades, por ejemplo, cuando una persona tiene los cromosomas XX femeninos estándar, las hormonas, la anatomía y la fisiología.
En otras personas no están alineados. No es sólo posible, sino relativamente común para algunos tener, por ejemplo, cromosomas XXY, hormonas que están en cierto punto medio entre lo que es normal para hombres y normal para mujeres, anatomía masculina y fisiología que en cierta forma es normal en la fisiología masculina, pero no en otras.
Hay que aclarar que esto sólo tiene que ver con la biología y no con el género de la persona, es decir, cómo se ven y cómo actúan en relación con otra gente. La persona con un cromosoma XXY que yo describo puede ser masculina o femenina en términos de género, o posiblemente andrógena.
Lo que esto significa, funcionalmente, es que el cuerpo con el que alguien nace no necesariamente corresponde al género que esa persona vive cuando se pone la ropa o cuando habla con los amigos o camina por las calles. Lo que luce como un hombre o una mujer en la calle puede ser muchas cosas en el plano biológico, por muchas diferentes razones.
PREGUNTA: Háblenos de cómo surgió el término “heterosexual”.
H.B.: “Heterosexual” fue acuñado en 1868, al tiempo con la palabra “homosexual”, por el periodista austro-húngaro Karl Maria Kertbeny, junto con el abogado alemán Karl Ulrichs. Estaban protestando por una ley sobre sodomía en Alemania que prohibía los actos sexuales entre hombres, aun cuando esos mismos actos practicados entre parejas de hombres y mujeres eran considerados legales.
La idea detrás de esto originalmente era crear un lenguaje que mostrara que hetero (del griego ‘diferente’) y homo (del griego ‘igual’) eran dos maneras como los seres humanos podían ser sexuales.
Luego esta palabra fue adoptada por Richard von Kraft-Ebbing en su libro Psychopathia sexualis, que fue escrito en parte como un texto de referencia para asistir a los abogados a manejar los crímenes y las ofensas sexuales. En este trabajo, “heterosexual” fue usado como sinónimo del término “normal-sexual” para señalar a la gente cuyas actividades sexuales no revestían de problemas.
Antes de la llegada de los términos “homosexual” y “heterosexual” no había práctica de nombrar los tipos sexuales en occidente. Alguno se sentiría culpable por ciertas conductas sexuales, quizá, pero no había un tipo sexual, sino la presencia o ausencia de comportamientos permitidos o no permitidos.
H.B.: “Heterosexual” fue acuñado en 1868, al tiempo con la palabra “homosexual”, por el periodista austro-húngaro Karl Maria Kertbeny, junto con el abogado alemán Karl Ulrichs. Estaban protestando por una ley sobre sodomía en Alemania que prohibía los actos sexuales entre hombres, aun cuando esos mismos actos practicados entre parejas de hombres y mujeres eran considerados legales.
La idea detrás de esto originalmente era crear un lenguaje que mostrara que hetero (del griego ‘diferente’) y homo (del griego ‘igual’) eran dos maneras como los seres humanos podían ser sexuales.
Luego esta palabra fue adoptada por Richard von Kraft-Ebbing en su libro Psychopathia sexualis, que fue escrito en parte como un texto de referencia para asistir a los abogados a manejar los crímenes y las ofensas sexuales. En este trabajo, “heterosexual” fue usado como sinónimo del término “normal-sexual” para señalar a la gente cuyas actividades sexuales no revestían de problemas.
Antes de la llegada de los términos “homosexual” y “heterosexual” no había práctica de nombrar los tipos sexuales en occidente. Alguno se sentiría culpable por ciertas conductas sexuales, quizá, pero no había un tipo sexual, sino la presencia o ausencia de comportamientos permitidos o no permitidos.
PREGUNTA: En su libro usted habla de la teoría de Anne Fausto-Sterling sobre los cinco sexos. Háblenos de eso.
H.B.: La doctora Fausto Sterling es una profesora de biología de la Universidad de Brown. En un trabajo escrito en 1993 ella señaló que los humanos tienen más de dos sexos genéticos (o cromosómico), pero que sólo reconocemos dos de ellos. Hay tres patrones comunes para sexo cromosómico, que nosotros pretendemos que no existe.
Esta teoría destaca las inconsistencias inherentes en la práctica de diagnosticar el sexo basado en la anatomía presente (pene o vulva/vagina) cuando hay muchos otros factores biológicos posibles involucrados. En lo que se considera “Masculino” se puede entonces incluir un número diferente de posibles configuraciones biológicas en las cuales el cuerpo puede existir, lo mismo sucede con “femenino”.
Sería más preciso científicamente, dice ella, y potencialmente más humano, si reconociéramos otros sexos. A la dra. Fausto-Sterling se le encuentra en internet aquí http://frank.mtsu.edu/~phollowa/5sexes.html
H.B.: La doctora Fausto Sterling es una profesora de biología de la Universidad de Brown. En un trabajo escrito en 1993 ella señaló que los humanos tienen más de dos sexos genéticos (o cromosómico), pero que sólo reconocemos dos de ellos. Hay tres patrones comunes para sexo cromosómico, que nosotros pretendemos que no existe.
Esta teoría destaca las inconsistencias inherentes en la práctica de diagnosticar el sexo basado en la anatomía presente (pene o vulva/vagina) cuando hay muchos otros factores biológicos posibles involucrados. En lo que se considera “Masculino” se puede entonces incluir un número diferente de posibles configuraciones biológicas en las cuales el cuerpo puede existir, lo mismo sucede con “femenino”.
Sería más preciso científicamente, dice ella, y potencialmente más humano, si reconociéramos otros sexos. A la dra. Fausto-Sterling se le encuentra en internet aquí http://frank.mtsu.edu/~phollowa/5sexes.html
PREGUNTA: ¿Cuál es el mensaje para llevar a la casa?
H.B.: “Heterosexual” es un término hecho por el hombre que refleja una ideología sobre cómo la gente debe existir en relación con la sexualidad, con sus emociones sexuales y románticas, la reproducción y la creación de familias y de redes sociales. Nació y se desarrolló en una época particular por razones que podemos detectar en la manera como fueron usadas. No se trata de algo innato o de una cualidad inevitable de los seres humanos. No siempre la hemos usado y es posible que eventualmente la dejemos de usar.
H.B.: “Heterosexual” es un término hecho por el hombre que refleja una ideología sobre cómo la gente debe existir en relación con la sexualidad, con sus emociones sexuales y románticas, la reproducción y la creación de familias y de redes sociales. Nació y se desarrolló en una época particular por razones que podemos detectar en la manera como fueron usadas. No se trata de algo innato o de una cualidad inevitable de los seres humanos. No siempre la hemos usado y es posible que eventualmente la dejemos de usar.
POR: Silvia Camargo, editora de Vida Moderna. SEMANA.COM
ARREGLOS: ALBERTO CARRERA
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