martes, 5 de marzo de 2013

PERÙ: EN LIMA DICEN "NO" A LA DISCRIMINACIÒN Y HOMOFOBIA. SUSANA VILLARAN

¡Al clóset hasta la revocatoria!

Los revocadores, homofóbicos de siempre, ya no me sorprenden. Me sorprenden los del NO, los camaradas, los compañeros de luchas que hoy, a muy pocos días de la consulta de revocatoria, pretenden que lesbianas, trans, gays y bisexuales (LTGB) regresemos cómodas al clóset para salvar a la alcaldesa Susana Villarán. 


Ellos comprenden nuestra situación, se solidarizan con la causa, eventualmente nos acompañan en las marchas y algunos hasta son nuestros amigos, y aún así (o justamente por ello, dirán) nos plantean que no es momento de besarnos en la Plaza de Armas, mucho menos de señalar claramente que hemos sido traicionados, que luego, que quizás al día siguiente de las elecciones será el momento. Sin embargo, llevan décadas repitiéndonos que nos comprenden y se solidarizan, pero que primero es la revolución (o gran transformación o cambio responsable o etc.), mientras tanto, nos siguen negociando.

Giovanny Romero Infante (presidente del MHOL)

Olvídense de sus derechos

Hace 30 años un grupo de valientes lesbianas y gays militantes de la Izquierda Unida fundó el Movimiento Homosexual de Lima (MHOL) para remecer conciencias en la sociedad toda –incluida la izquierda–, hacerse de un espacio de enunciación en primera persona desde la diferencia y apostar para que esta se constituya en horizonte de reconocimiento e igualdad de derechos. Para este fin, la provocación como detonante del cambio social ha sido siempre una constante: los artículos, las marchas, los besos.

Los fundadores del MHOL muy rápidamente pasaron de los artículos de opinión firmados con seudónimo a las entrevistas en televisión donde los activistas más jóvenes dieron rostro a las lesbianas y gais del Perú de fines de los 80. Una década después se atrevieron a tomar las calles y así inició el tránsito de las 37 personas, 100 policías y un helicóptero que recuerda Oscar Ugarteche a fines de los 90 a los por lo menos 5 mil que cada año dan vida a la Marcha del Orgullo LTGB que amenaza con volverse tradicional y nos hace pensar en Lima como una ciudad moderna e inclusiva, imagen que –claro está– dista mucho de la realidad.

A pesar que nuestro país alberga a la organización lésbica-gay más antigua en funcionamiento en América Latina, aún no ha logrado la aprobación de ninguna ley que reconozca la condición humana de las personas LTGB. Un grupo de travestis marchó a la Constituyente de 1978 para proponer que la Constitución del retorno a la democracia incluya que “nadie, en ningún caso, por su comportamiento sexual, puede ser sometido a torturas ni a penas o tratos inhumanos, humillantes o discriminatorios”, sin embargo la Constitución ni las mencionó. Poco después, durante el segundo gobierno de Belaúnde, el MHOL impulsó un proyecto de ley antidiscriminatorio sin éxito, historia que se repitió en el primer gobierno de García. En el de Fujimori, 117 diplomáticos fueron expulsados bajo el cargo de “comportamiento homosexual escandaloso”, el congresista que propuso una iniciativa para reconocer el matrimonio de parejas del mismo sexo fue acusado de gay y la homosexualidad fue motivo de múltiples cortinas de humo. Con el retorno a la democracia, el Frente por el Derecho a Ser Diferente (FREDIF) liderado por MHOL recolectó 4425 firmas para que la nueva Constitución (que nunca se redactó) incluya la no-discriminación por orientación sexual. A este esfuerzo siguieron diversas propuestas de ley y políticas públicas para el reconocimiento de los derechos de los LTGB en los gobiernos de Toledo, García y Humala, ninguna exitosa.


Toledo promulgó la reforma del Código Penal luego de que el Congreso tachara la “orientación sexual” de las categorías protegidas de discriminación y poco después hizo lo propio con el Plan Nacional de Derechos Humanos 2005-2010 en el que se recortaron las demandas del movimiento LTGB y se incluyó, por primera vez en el mundo en un documento de este tipo, cláusulas candado para que el principio de no-discriminación no aplique a las Fuerzas Armadas ni policiales, y para prohibir el debate del reconocimiento del matrimonio igualitario en Perú.

García superó a Toledo y, con la celebración de las feministas, firmó la Ley de Igualdad de Oportunidades entre Mujeres y Hombres eliminando la frase “orientación sexual”. Poco después, de la mano de la ministra evangélica Mercedes Cabanillas, sancionó la homosexualidad en la Policía y ordenó el retiro del apoyo de su bancada a la propuesta de ley para sancionar los crímenes de odio (incluyendo los de homofobia) pocos minutos antes de su debate en el Pleno del Congreso. Todo esto, además, luego de que el APRA se comprometiera en su vocero La Tribuna a promover los derechos LTGB de ganar las elecciones de 2006. ¡Qué diría Haya!

En dichas elecciones, la urgencia de hacer de las vidas LTGB vidas que importen siquiera electoralmente llevó a algunos activistas a postular al Congreso y al Parlamento Andino desde el Partido Socialista y el Movimiento Nueva Izquierda, postulaciones heroicas y performativas, sin posibilidad real de una curul, pero con la clara intención de obligar a la sociedad y al resto de partidos a pronunciarse y asumir postura sobre estas agendas.

Cinco años más tarde y luego de un arduo proceso de contaminación militante por parte de un amplio espectro de activistas, Gana Perú asumió en su plan de gobierno la agenda mínima de los crímenes de odio por homofobia, Perú Posible el reconocimiento de las uniones civiles y Fuerza Social –desde su rol de conciencia crítica– propuso incluso el matrimonio igualitario. Los aparentes avances motivaron la formación del Frente Parlamentario por la Igualdad Ciudadana LTGB y la segunda vuelta llevó al endose abierto, crítico y vigilante del voto a Ollanta Humala y Gana Perú.

¿El resultado? Hay 5 proyectos de ley en el Congreso sobre nuestras vidas: los que nos favorecen no avanzan, los que deben mencionarnos no lo hacen y uno hasta nos considera enfermos mentales. Sin embargo en el Ejecutivo las cosas no son mejores: un decreto legislativo penalizó la homosexualidad en la Policía y, aunque luego de la denuncia del MHOL el “error” se enmendó con una vergonzosa fe de erratas, la intención quedó clarísima. El gobierno de la gran transformación también censuró los derechos de las personas LTGB en el proyecto de Convención Americana de los Derechos de los Adultos Mayores que prepara la OEA. Y, hace pocas semanas, nuestros derechos fueron eliminados del nuevo Plan Nacional de Derechos Humanos. Es más, el nuevo responsable gubernamental nos recomendó, en un ataque de sinceridad, que nos olvidemos del Plan.


Lima para todos (aplican restricciones)

La gestión de Susana Villarán en la Municipalidad Metropolitana de Lima no se ha diferenciado sustancialmente de la de Castañeda que nos perseguía con bravos perros sin bozal ni de la de Andrade que organizaba mega redadas para limpiar la ciudad de nuestras presencias. Y si se ha diferenciado ha sido para peor porque de Castañeda y Andrade nunca esperamos nada, de ella sí y nos ha traicionado.

El grito triunfal de “la esperanza venció al miedo” se tradujo en dos intentos de políticas interesantes: zonas de tolerancia para el trabajo sexual y prohibición de la discriminación hacia LTGB. Trabajadoras sexuales (trans incluidas), vecinos, expertos y autoridades se reunieron en una mesa de diálogo mientras cesó temporalmente la persecución municipal, sin embargo rápidamente ganó el sensacionalismo, concluyeron las reuniones, la Municipalidad empezó a bloquear las calles de trabajo sexual, reiniciaron las redadas ilegales hacia la comisaría de Alfonso Ugarte, los golpes y demás. Es decir, todo igual. En el mismo contexto, un regidor municipal anunció que el 28 de junio de 2011, Día del Orgullo LTGB del primer año de la gestión, se aprobaría la ordenanza metropolitana de igualdad. ¿El problema? Nadie conocía el texto: la Municipalidad legislaría sobre nuestras vidas sin siquiera consultarnos, y para evitarse problemas apelaba a una aprobación discreta entre gallos y media noche. Rápidamente pusimos el grito en el cielo, exigimos un proceso de debate social y, junto al movimiento de derechos humanos, planteamos la ampliación de la ordenanza a todas las formas de discriminación, a fin de romper el perverso planteamiento de los maricones versus los religiosos y la ciudad toda. Sin embargo, y a pesar de que Fuerza Social tiene los votos suficientes para hacerlo, la ordenanza aún no se ha aprobado.

Sin embargo otro hecho puede resultar mucho más revelador del temperamento de la gestión de la izquierda progresista en la Municipalidad. Cuando en el verano de 2011 la Policía nos golpeó impunemente, persiguió y expulsó de la Plaza de Armas por amarnos sin miedo, el Serenazgo de la entonces reciente gestión Villarán cerró los accesos a la galería municipal Pancho Fierro en la que las parejas intentaban refugiarse de la homofobia gubernamental, cobarde acción por la que inmediatamente se disculparon en MHOL Marisa Glave y Victor Vich. Sin embargo, la alcaldesa y emisarios de su partido intentaron convencernos de no regresar a la Plaza de Armas a hacer la resistencia la semana siguiente, de ir a la Plaza San Martín, a la trastienda de la ciudad. Sucede que les indignaba la violencia contra nosotros pero era mejor no darle argumentos a los revocadores… ¡Hace 2 años!

Ese mismo año el mito trascendió a la realidad: la alcaldesa inauguró la Marcha del Orgullo LTGB, nos dio la bienvenida a la ciudad y caminó con nosotros como tantas veces en el pasado. Y ese gesto que no estuvo acompañado de ninguna política pública para hacer más habitables nuestras vidas se convirtió en el emblema de los sectores más recalcitrantes para denunciarla como parte del lobby gay comunista transnacional. Es decir, la implacable homofobia limeña hace aparecer a Villarán mucho más gayfriendly de lo que realmente es.

Poco antes de la siguiente Marcha del Orgullo descubrimos que Lima Metropolitana y otras municipalidades ordenaban la erradicación de homosexuales. Ese año la alcaldesa ya no fue a la Marcha: se disculpó por Twitter y envió en su representación al Serenazgo que tantas veces nos erradicó.

Mientras otras capitales como Bogotá y el Distrito Federal han avanzado progresivamente en el reconocimiento de derechos de sus ciudadanos LTGB, el progresismo de la gestión Villarán se ha extraviado en su medianía. No solo no ha dictado una sola política pública de reconocimiento de nuestros derechos, sino que en el contexto de la consulta de revocatoria nos ha negociado con el PPC y su Pacto por Lima que convoca a que “protejamos a la familia privilegiando una educación en valores”. Y ya sabemos qué quiere decir el PPC cuando habla de familia y valores.

Lejos están los días en que desde el movimiento LTGB creíamos que la gestión Villarán impulsaría una gran política metropolitana contra la homofobia que articule el reconocimiento de nuestros derechos y la sanción a la discriminación con campañas de promoción de derechos en áreas clave como seguridad ciudadana, libre tránsito, salud, educación y empleo.

Un balance exclusivamente gay me impide de diferenciar enormemente al SÍ del NO, a Castañeda de Villarán, al APRA y Solidaridad Nacional de Fuerza Social y la izquierda, aliados que ahora pretenden nuestra invisibilidad para ganar. Este 17 de marzo habrá que votar por el NO en defensa de la ciudad mientras sigue en espera la defensa de nuestras vidas y derechos.



A modo de cierre

Llegué a la izquierda y al Partido Socialista antes que al movimiento LTGB y al MHOL. Soy un convencido de la inviabilidad de un modelo de crecimiento que se sustenta en la exclusión, explotación y muerte. Soy un convencido de la urgencia de transformaciones estructurales que posibiliten todas las vidas. Sin embargo, los últimos años me han llevado a convencerme aún más de la inviabilidad de cualquier transformación estructural desde una mirada únicamente economicista.

La igualdad ciudadana de lesbianas, trans, gais y bisexuales no puede ni debe estar sujeta a cálculos ni calendarios electorales porque siempre, gane quien gane, nosotros perdemos. La nuestra no es una agenda que sume votos ni popularidad, como tampoco lo es el socialismo en una realidad en la que es cómodo y regio pensarnos como consumidores en lugar de como ciudadanos.

La semana pasada jóvenes lesbianas, trans, gais y bisexuales fuimos agredidos por la Policía que con sus rejas, rochabuses y bombas lacrimógenas dejó claro que para el Estado no somos humanos, y en lugar de solidaridad hemos recibido jalones de orejas por no pensar electoralmente.

Mientras la izquierda y los sectores progresistas del país sigan pensando en los derechos LTGB como un asunto importante pero no tanto como para postergarlos, en casi un exotismo nórdico, seguirán envejeciendo en su cinismo e incapacidad para transformar el país.

Hoy no solo Susana Villarán, sino los sectores progresistas del país y la izquierda toda, tienen la oportunidad de reencontrarse con sus principios y llenar la Plaza de Armas de besos, abrazos y alegría. No sé cuántos seremos esta tarde, si seremos más o menos que hace una semana, pero sí sé que quienes vayamos a besarnos haremos el gran cambio rumbo a la esperanza.

No tengo claro qué viene después. Quizás, como la nueva izquierda, nos toque hacer nuestro propio camino y partido. Quizás, como el sentido común manda, nos toque dialogar sinceramente. Lo que sí tengo claro es que al clóset no voy más.


POR:  Gio Infante / LAMULA.PE
ARREGLOS: ALBERTO CARRERA



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