De la crítica al consejo
Comunidad de Familias LGBT y Homoparentales del Uruguay argumentaron ante el Senado a favor del matrimonio igualitario.
La Comisión de Constitución y Legislación del Senado dedicó la pasada semanana al tema del matrimonio igualitario. Entre otros, fueron entrevistados representantes de la Asociación de Familias LGBT, quienes concurrieron con el cometido de “desnudar” sus corazones y “contribuir para que el camino de las próximas generaciones tenga menos espinas y piedras”.
Comunidad de Familias LGBT y Homoparentales del Uruguay argumentaron ante el Senado a favor del matrimonio igualitario.
La Comisión de Constitución y Legislación del Senado dedicó la pasada semanana al tema del matrimonio igualitario. Entre otros, fueron entrevistados representantes de la Asociación de Familias LGBT, quienes concurrieron con el cometido de “desnudar” sus corazones y “contribuir para que el camino de las próximas generaciones tenga menos espinas y piedras”.
Mario Bonilla, Ruben López, Omar Salsamendi y Federico Macerattini conversaron con la diaria largo y tendido antes de entrar a la sesión prevista en el Senado ante la Comisión de Constitución y Legislación. El diálogo se produjo mientras los senadores recibieron al director del Instituto de Derecho Civil de la Universidad de la República, Juan Andrés Ramírez, y posteriormente a Néstor Martínez, de la Asociación Familia y Vida.
Antes que nada, aclararon que no iban a declarar a título personal sino en nombre de la Comunidad de Familias LGBT y Homoparentales del Uruguay, que juntas constituyen la Asociación de Familias LGBT, conformada recientemente por medio de las redes sociales a partir de la postergación de la aprobación de la Ley de Matrimonio Igualitario.
No es justamente ser activistas por los derechos de las personas lo que los llevó hasta los sillones de la sala de ministros del Palacio Legislativo. Precisamente dijeron no serlo. Es su experiencia lo que los llevó a estar ahí. Salsamendi y Macerattini se casaron a finales del año pasado en Argentina y todavía no legalizaron el matrimonio en Uruguay, puesto que están esperando la aprobación de la ley, que por ahora tiene media sanción de la Cámara de Representantes. En tanto, Bonilla y López están juntos hace 20 años y hace 16 que tienen un hijo.
“Nosotros venimos a desnudar nuestras vidas y que ellos [los senadores] puedan aprovechar la experiencia en función de asumir conciencia. Porque somos conscientes de que la ignorancia está llena de prejuicios y nosotros los venimos a desmitificar”, explicaron. Seguidamente aclararon que no pretenden hacer “un reality” con sus vidas, su apuesta al concurrir al Senado es “la defensa de la justicia”.
Cotidiana
Vínculos de amor y similitudes con cualquier otra familia con padres heterosexuales fueron descriptos a lo largo de la charla. Sin embargo, opinaron que existen diferencias en materia de derechos. “Hoy en día nosotros cumplimos con las mismas obligaciones que tiene el resto de los uruguayos pero no tenemos exactamente los mismos derechos”, detalló Salsamendi. Ahí entran en juego los derechos sucesorios y el reconocimiento de situaciones que están invisibilizadas, entre muchos otros aspectos.
Al respecto, López explicó que al principio el hijo de la pareja era legalmente familiar directo de uno de ellos y no de los dos. Para revertir la situación recurrieron a la Justicia; primero tuvieron una respuesta negativa, hasta que finalmente, mediante el Tribunal de Apelaciones de Familia, el hijo del corazón que criaron juntos pasó a ser familiar directo de ambos.
Esta sentencia fue justamente uno de los aspectos que más llamaron la atención de los senadores ayer, según detalló López a la salida del encuentro. Los involucrados lo consideraron uno de los argumentos más sólidos que tenían para presentar a los legisladores y confirmaron que así fue.
También hablaron concretamente del casamiento versus el concubinato. Indicaron que mientras que el costo de casarse es de 350 pesos, la certificación del concubinato les costó 1.800 dólares, entre abogados, timbres profesionales y trámites requeridos.
Antes que nada, aclararon que no iban a declarar a título personal sino en nombre de la Comunidad de Familias LGBT y Homoparentales del Uruguay, que juntas constituyen la Asociación de Familias LGBT, conformada recientemente por medio de las redes sociales a partir de la postergación de la aprobación de la Ley de Matrimonio Igualitario.
No es justamente ser activistas por los derechos de las personas lo que los llevó hasta los sillones de la sala de ministros del Palacio Legislativo. Precisamente dijeron no serlo. Es su experiencia lo que los llevó a estar ahí. Salsamendi y Macerattini se casaron a finales del año pasado en Argentina y todavía no legalizaron el matrimonio en Uruguay, puesto que están esperando la aprobación de la ley, que por ahora tiene media sanción de la Cámara de Representantes. En tanto, Bonilla y López están juntos hace 20 años y hace 16 que tienen un hijo.
“Nosotros venimos a desnudar nuestras vidas y que ellos [los senadores] puedan aprovechar la experiencia en función de asumir conciencia. Porque somos conscientes de que la ignorancia está llena de prejuicios y nosotros los venimos a desmitificar”, explicaron. Seguidamente aclararon que no pretenden hacer “un reality” con sus vidas, su apuesta al concurrir al Senado es “la defensa de la justicia”.
Cotidiana
Vínculos de amor y similitudes con cualquier otra familia con padres heterosexuales fueron descriptos a lo largo de la charla. Sin embargo, opinaron que existen diferencias en materia de derechos. “Hoy en día nosotros cumplimos con las mismas obligaciones que tiene el resto de los uruguayos pero no tenemos exactamente los mismos derechos”, detalló Salsamendi. Ahí entran en juego los derechos sucesorios y el reconocimiento de situaciones que están invisibilizadas, entre muchos otros aspectos.
Al respecto, López explicó que al principio el hijo de la pareja era legalmente familiar directo de uno de ellos y no de los dos. Para revertir la situación recurrieron a la Justicia; primero tuvieron una respuesta negativa, hasta que finalmente, mediante el Tribunal de Apelaciones de Familia, el hijo del corazón que criaron juntos pasó a ser familiar directo de ambos.
Esta sentencia fue justamente uno de los aspectos que más llamaron la atención de los senadores ayer, según detalló López a la salida del encuentro. Los involucrados lo consideraron uno de los argumentos más sólidos que tenían para presentar a los legisladores y confirmaron que así fue.
También hablaron concretamente del casamiento versus el concubinato. Indicaron que mientras que el costo de casarse es de 350 pesos, la certificación del concubinato les costó 1.800 dólares, entre abogados, timbres profesionales y trámites requeridos.
Mirar al costado
Los entrevistados se definieron como “muy bendecidos” en muchos aspectos y expresaron que su forma de retribuir lo que les dio la vida es colaborar para que el camino de las próximas generaciones sea “lo más fácil posible”. Incluso en sus palabras relativizaron las situaciones de discriminación con las que se toparon e incluso muchas de ellas las recuerdan con humor. Además, reconocieron que con el paso del tiempo la visión de las personas que los rodean va cambiando, y siempre es para bien.
“Al principio te critican, después te admiran y luego te piden consejos”, resumió Bonilla, a lo que el resto del grupo asintió con risas. “Muchas veces se trata de personas que tienen a alguien en su familia o la propia persona tiene problemas de identidad”, acotó.
López también se refirió a la convivencia con su entorno. Contó que ni bien se enamoró se mudó con su pareja a una ciudad chiquita del interior. Pensó: “pueblo chico infierno grande”, y creía que tendría dificultades para trabajar, luego para adoptar a su hijo y finalmente para interactuar con los demás. No obstante, no fue así. Ellos fueron aceptados como profesionales y como vecinos, al tiempo que también fue bienvenido su hijo. “Nunca sufrí la discriminación, jamás. Muchas veces uno mismo se discrimina por los prejuicios del otro”, concluyó. Prejuicios que, muchas veces, suelen venir con la ignorancia, reconocieron. Para ilustrarlo contaron que la vecina de la casa lindera a los meses de conocerlos les contó qué fue lo primero que pensó cuando se mudaron: “Esto ahora va a ser un juntadero de locas”. Pero la percepción cambió a medida que los fue conociendo al punto de perseguirlos para que fueran a almorzar los domingos, ya que estaba muy sola.
“El común de la gente se hace muchas fantasías. Por eso nosotros venimos acá a plantear respeto, al ser humano, a la persona, a la familia. No hacemos una defensa legal de la ley porque no nos corresponde, porque no somos abogados. Queremos demostrar el efecto práctico que puede tener su aplicación”, resumieron.
Los entrevistados se definieron como “muy bendecidos” en muchos aspectos y expresaron que su forma de retribuir lo que les dio la vida es colaborar para que el camino de las próximas generaciones sea “lo más fácil posible”. Incluso en sus palabras relativizaron las situaciones de discriminación con las que se toparon e incluso muchas de ellas las recuerdan con humor. Además, reconocieron que con el paso del tiempo la visión de las personas que los rodean va cambiando, y siempre es para bien.
“Al principio te critican, después te admiran y luego te piden consejos”, resumió Bonilla, a lo que el resto del grupo asintió con risas. “Muchas veces se trata de personas que tienen a alguien en su familia o la propia persona tiene problemas de identidad”, acotó.
López también se refirió a la convivencia con su entorno. Contó que ni bien se enamoró se mudó con su pareja a una ciudad chiquita del interior. Pensó: “pueblo chico infierno grande”, y creía que tendría dificultades para trabajar, luego para adoptar a su hijo y finalmente para interactuar con los demás. No obstante, no fue así. Ellos fueron aceptados como profesionales y como vecinos, al tiempo que también fue bienvenido su hijo. “Nunca sufrí la discriminación, jamás. Muchas veces uno mismo se discrimina por los prejuicios del otro”, concluyó. Prejuicios que, muchas veces, suelen venir con la ignorancia, reconocieron. Para ilustrarlo contaron que la vecina de la casa lindera a los meses de conocerlos les contó qué fue lo primero que pensó cuando se mudaron: “Esto ahora va a ser un juntadero de locas”. Pero la percepción cambió a medida que los fue conociendo al punto de perseguirlos para que fueran a almorzar los domingos, ya que estaba muy sola.
“El común de la gente se hace muchas fantasías. Por eso nosotros venimos acá a plantear respeto, al ser humano, a la persona, a la familia. No hacemos una defensa legal de la ley porque no nos corresponde, porque no somos abogados. Queremos demostrar el efecto práctico que puede tener su aplicación”, resumieron.
POR: LADIARIA.COM.UY
CONTACTO: Omar Salsamendi y Federico Macerattini
ARREGLOS FOTOGRÀFICOS: ALBERTO CARRERA
CONTACTO: Omar Salsamendi y Federico Macerattini
ARREGLOS FOTOGRÀFICOS: ALBERTO CARRERA
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