Hollande, a favor del matrimonio gay y la eutanasia. El presidente electo en Francia prometió también acordar el derecho de adopción a las parejas del mismo sexo.
El socialista François Hollande, presidente electo de Francia, es favorable al casamiento gay, a la adopción por parejas formadas por personas del mismo sexo y a las "ayudas activas" para morir dignamente.
Hollande prometió durante la campaña que propondrá un proyecto de ley "en la primavera (boreal) de 2013 a más tardar". En nombre de la igualdad, el líder socialista prometió también acordar el derecho de adopción a las parejas del mismo sexo.
Hollande aclaró que apoya la adopción si la pareja homosexual se compromete a "un verdadero proyecto familiar". Por otro lado, no aprueba "las madres de alquiler".
Sobre la eutanasia, Hollande impulsará legalizar las "ayudas activas" a quienes quieren acortar padecimientos para "morir dignamente", en ciertas "condiciones precisas y estrictas".
François Hollande explicó que cree en el liberalismo nacido del espíritu de las Luces, según el cual los individuos deben ser dueños de su vida privada, con el Estado como garante de esas libertades.
Hollande prometió durante la campaña que propondrá un proyecto de ley "en la primavera (boreal) de 2013 a más tardar". En nombre de la igualdad, el líder socialista prometió también acordar el derecho de adopción a las parejas del mismo sexo.
Hollande aclaró que apoya la adopción si la pareja homosexual se compromete a "un verdadero proyecto familiar". Por otro lado, no aprueba "las madres de alquiler".
Sobre la eutanasia, Hollande impulsará legalizar las "ayudas activas" a quienes quieren acortar padecimientos para "morir dignamente", en ciertas "condiciones precisas y estrictas".
François Hollande explicó que cree en el liberalismo nacido del espíritu de las Luces, según el cual los individuos deben ser dueños de su vida privada, con el Estado como garante de esas libertades.
Para Sarkozy, el sabor amargo de la derrota.
El presidente conservador Nicolas Sarkozy, de temperamento batallador y energía desbordante pero a menudo desordenada, sufrió ayer el peor revés de sus 30 años de carrera política, al ser derrotado en la segunda vuelta de la elección presidencial francesa por el socialista François Hollande.
Presidente hiperactivo e impopular, apostó por defender durante la campaña su balance, que considera satisfactorio, para enfrentar la crisis económica que sacude a Europa.
Sarkozy había advertido a los franceses que en caso de derrota se retiraría de la política. “Haré otra cosa, pero qué, no lo sé”, dijo.
Ayer se ha convertido en el segundo presidente francés desde el inicio de la V República (en 1958) que no obtiene un segundo mandato, después de Valéry Giscard d'Estaing en 1981, derrotado por el socialista François Mitterrand.
Su derrota marca el fracaso de una estrategia de derechización adoptada antes ya de la primera vuelta, ante el auge de la ultraderecha, cuya candidata, Marine Le Pen, del Frente Nacional (FN), quedó tercera con casi 18% de los votos.
Sarkozy hizo hincapié en sus mitines en la herencia cristiana de Francia, la lucha contra la inmigración y la inseguridad, después de haber promovido durante su mandato un controvertido debate sobre el islam y la identidad nacional.
“Tenemos demasiados extranjeros en nuestro territorio”, dijo antes de los comicios. La retórica, que algunos califican de populista, se endureció entre las dos vueltas. El dirigente centrista François Bayrou la calificó de “carrera a rastras detrás de las tesis del Frente Nacional”.
Cuando accedió a la presidencia, en mayo de 2007, tenía la ambición de transformar profundamente el país. Quería regenerar la política, aumentar el poder adquisitivo de los asalariados, reducir el desempleo. No lo logró.
En cambio, reformó el sistema de pensiones, aumentando la edad de la jubilación, e hizo adoptar el servicio mínimo en caso de huelga en los transporte públicos.
El presidente conservador Nicolas Sarkozy, de temperamento batallador y energía desbordante pero a menudo desordenada, sufrió ayer el peor revés de sus 30 años de carrera política, al ser derrotado en la segunda vuelta de la elección presidencial francesa por el socialista François Hollande.
Presidente hiperactivo e impopular, apostó por defender durante la campaña su balance, que considera satisfactorio, para enfrentar la crisis económica que sacude a Europa.
Sarkozy había advertido a los franceses que en caso de derrota se retiraría de la política. “Haré otra cosa, pero qué, no lo sé”, dijo.
Ayer se ha convertido en el segundo presidente francés desde el inicio de la V República (en 1958) que no obtiene un segundo mandato, después de Valéry Giscard d'Estaing en 1981, derrotado por el socialista François Mitterrand.
Su derrota marca el fracaso de una estrategia de derechización adoptada antes ya de la primera vuelta, ante el auge de la ultraderecha, cuya candidata, Marine Le Pen, del Frente Nacional (FN), quedó tercera con casi 18% de los votos.
Sarkozy hizo hincapié en sus mitines en la herencia cristiana de Francia, la lucha contra la inmigración y la inseguridad, después de haber promovido durante su mandato un controvertido debate sobre el islam y la identidad nacional.
“Tenemos demasiados extranjeros en nuestro territorio”, dijo antes de los comicios. La retórica, que algunos califican de populista, se endureció entre las dos vueltas. El dirigente centrista François Bayrou la calificó de “carrera a rastras detrás de las tesis del Frente Nacional”.
Cuando accedió a la presidencia, en mayo de 2007, tenía la ambición de transformar profundamente el país. Quería regenerar la política, aumentar el poder adquisitivo de los asalariados, reducir el desempleo. No lo logró.
En cambio, reformó el sistema de pensiones, aumentando la edad de la jubilación, e hizo adoptar el servicio mínimo en caso de huelga en los transporte públicos.
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ARREGLOS: ALBERTO CARRERA
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