UNA EXPERTA EXPLICA LAS PARTICULARIDADES PSIQUICAS DE LA GESTACION POR MATERNIDAD SUBROGADA
“En la Argentina va a ser una realidad”
Ana Barón, médica y psiquiatra, trabajó con padres que tuvieron hijos gracias a una madre gestante. Con la incorporación de esa figura en el proyecto de nuevo Código Civil, esa posibilidad se abre en el país. Aquí, explica qué le pasa a una pareja que recurre a ese método.
“En la Argentina va a ser una realidad”
Ana Barón, médica y psiquiatra, trabajó con padres que tuvieron hijos gracias a una madre gestante. Con la incorporación de esa figura en el proyecto de nuevo Código Civil, esa posibilidad se abre en el país. Aquí, explica qué le pasa a una pareja que recurre a ese método.
“La maternidad subrogada está contemplada en el anteproyecto de reforma del Código Civil. Eso quiere decir que dentro de poco tiempo puede ser una realidad en Argentina”, advierte Ana Barón, médica, psiquiatra, que ya formó parte del equipo médico de acompañamiento de algunas parejas argentinas embarcadas en el proceso de tener un hijo gracias a la participación de una madre gestante. Porque tradicionalmente la ley argentina considera que, mientras que la paternidad puede variar, la maternidad sólo es atribuible a la mujer que parió al bebé, actualmente las parejas o personas que quieren tener niños con el procedimiento de subrogación de vientre deben viajar al extranjero. Lugares como Inglaterra, Nueva Zelanda, Canadá y algunos estados de Estados Unidos suelen ser los elegidos por argentinas y argentinos que, de todos modos, hasta ahora son pocos. En todo caso, “lo importante es que, independientemente de cómo se la regula, acá va a ser una posibilidad real. Eso quiere decir que no va a haber muchas personas que tengan que dejar el país para conseguirlo”.
Desde que se conoció la inclusión de la maternidad subrogada como materia a legislar en el nuevo Código Civil, cuenta Barón, los especialistas recibieron, más que consultas efectivas de parejas, avisos de que, en cuanto en Argentina sea legal, la práctica, quizá sin ser masiva, podría empezar a extenderse. Además, Argentina sería el primer país de Latinoamérica en regular la subrogación de vientres.
La primera vez que atendió a una pareja interesada en tener un hijo con la participación de una madre gestante fue en 2006, cuando ellos estaban por viajar a Estados Unidos para iniciar el proceso. Luego, esa pareja les recomendó a otros pacientes. “Así –cuenta Barón– pude seguir los casos durante un tiempo prolongado, y estudiar qué pasaba emocionalmente con la pareja de padres, la mujer gestante y los niños nacidos. El número de casos es pequeño, sólo seis, pero en todo el mundo sucede eso: no hay suficiente literatura publicada al respecto y tampoco hay tantos casos que puedan conocerse. Tal vez tenga que ver con la dificultad de lo nuevo, con que conmociona socialmente este tipo de técnicas cuando son recientes, con la polémica y los dilemas éticos. Pero se está empezando a estudiar, a saber, a reflexionar sobre esto”, señala la especialista, quien acota que en todos los casos se trató de parejas heterosexuales y cuyos integrantes, en promedio, rondaban los 32 años.
Barón, que opta por hablar de “madre gestante” y no de “maternidad subrogada” o “alquiler de vientre” (“la maternidad no es solamente el hecho de la gestación, sino algo mucho más completo. La maternidad va a ser de la madre, de quien críe a ese chico”), refiere que este proceso es “el procedimiento de reproducción asistida que involucra a más personas”.
–Los estudios demuestran que es mejor que la gestante ya tenga el número de hijos que sea el que ella deseaba, y que también tenga pareja estable. Entonces, en esto están involucrados los niños de la gestante, su marido y ella misma; la pareja que quiere iniciar el proceso; los médicos especialistas en fertilización, el médico psiquiatra, porque el apoyo psicológico es una condición sine qua non para estos casos.
–¿Por qué?
–Por empezar, porque cualquier cosa vinculada con la fertilidad es constitutiva del ser humano. Y si hay imposibilidad, hay duelo de esa imposibilidad, y la reflexión para pasar a esa otra etapa. Como profesional, no tengo experiencia con parejas de personas del mismo sexo, pero deben atravesar procesos similares a los de parejas heterosexuales.
–En consultorio, según su experiencia y los estudios, ¿cuáles son los temores más comunes de las parejas decididas a involucrar a una gestante?
–En general, que la gestante no se cuide lo suficiente durante el embarazo, que algo le pase al niño durante el nacimiento. Son casi los temores que tendría una mujer respecto de su propio embarazo, con la diferencia que no es lo mismo la seguridad que da el propio cuidado que depender del cuidado de otra. Pero en general suelen construir buenos vínculos. Es común que las parejas, los padres, participen en las ecografías, que acompañen en las consultas médicas, que estén muy conectados durante la gestación.
–Es un hijo propio desde ese momento.
–Exactamente. Y tiene que ver con que los padres y las madres gestantes no se eligen enseguida, lleva meses el proceso previo de elección. Una vez que se eligen y aceptan, se genera un vínculo generalmente amistoso.
–¿Y después, cuando ya nació el niño?
–Las investigaciones coinciden en que, después de un tiempo inicial en que los padres quieren estar solamente con su hijo, tratan de seguir el contacto con esa mujer. Hay relatos que van desde felicitarse para los cumpleaños y enviar saludos de fin de año hasta hacerse visitas con frecuencia. Depende de las personalidades.
–¿Y los chicos?
–Cuando hice el último estudio, los hijos de mis pacientes tenían entre uno y tres años. Todos tenían una evolución madurativa idéntica a otros chicos de su edad. A veces, sí, las gestantes comentan que reciben críticas del entorno, aunque sus propios hijos y sus parejas estén de acuerdo.
Desde que se conoció la inclusión de la maternidad subrogada como materia a legislar en el nuevo Código Civil, cuenta Barón, los especialistas recibieron, más que consultas efectivas de parejas, avisos de que, en cuanto en Argentina sea legal, la práctica, quizá sin ser masiva, podría empezar a extenderse. Además, Argentina sería el primer país de Latinoamérica en regular la subrogación de vientres.
La primera vez que atendió a una pareja interesada en tener un hijo con la participación de una madre gestante fue en 2006, cuando ellos estaban por viajar a Estados Unidos para iniciar el proceso. Luego, esa pareja les recomendó a otros pacientes. “Así –cuenta Barón– pude seguir los casos durante un tiempo prolongado, y estudiar qué pasaba emocionalmente con la pareja de padres, la mujer gestante y los niños nacidos. El número de casos es pequeño, sólo seis, pero en todo el mundo sucede eso: no hay suficiente literatura publicada al respecto y tampoco hay tantos casos que puedan conocerse. Tal vez tenga que ver con la dificultad de lo nuevo, con que conmociona socialmente este tipo de técnicas cuando son recientes, con la polémica y los dilemas éticos. Pero se está empezando a estudiar, a saber, a reflexionar sobre esto”, señala la especialista, quien acota que en todos los casos se trató de parejas heterosexuales y cuyos integrantes, en promedio, rondaban los 32 años.
Barón, que opta por hablar de “madre gestante” y no de “maternidad subrogada” o “alquiler de vientre” (“la maternidad no es solamente el hecho de la gestación, sino algo mucho más completo. La maternidad va a ser de la madre, de quien críe a ese chico”), refiere que este proceso es “el procedimiento de reproducción asistida que involucra a más personas”.
–Los estudios demuestran que es mejor que la gestante ya tenga el número de hijos que sea el que ella deseaba, y que también tenga pareja estable. Entonces, en esto están involucrados los niños de la gestante, su marido y ella misma; la pareja que quiere iniciar el proceso; los médicos especialistas en fertilización, el médico psiquiatra, porque el apoyo psicológico es una condición sine qua non para estos casos.
–¿Por qué?
–Por empezar, porque cualquier cosa vinculada con la fertilidad es constitutiva del ser humano. Y si hay imposibilidad, hay duelo de esa imposibilidad, y la reflexión para pasar a esa otra etapa. Como profesional, no tengo experiencia con parejas de personas del mismo sexo, pero deben atravesar procesos similares a los de parejas heterosexuales.
–En consultorio, según su experiencia y los estudios, ¿cuáles son los temores más comunes de las parejas decididas a involucrar a una gestante?
–En general, que la gestante no se cuide lo suficiente durante el embarazo, que algo le pase al niño durante el nacimiento. Son casi los temores que tendría una mujer respecto de su propio embarazo, con la diferencia que no es lo mismo la seguridad que da el propio cuidado que depender del cuidado de otra. Pero en general suelen construir buenos vínculos. Es común que las parejas, los padres, participen en las ecografías, que acompañen en las consultas médicas, que estén muy conectados durante la gestación.
–Es un hijo propio desde ese momento.
–Exactamente. Y tiene que ver con que los padres y las madres gestantes no se eligen enseguida, lleva meses el proceso previo de elección. Una vez que se eligen y aceptan, se genera un vínculo generalmente amistoso.
–¿Y después, cuando ya nació el niño?
–Las investigaciones coinciden en que, después de un tiempo inicial en que los padres quieren estar solamente con su hijo, tratan de seguir el contacto con esa mujer. Hay relatos que van desde felicitarse para los cumpleaños y enviar saludos de fin de año hasta hacerse visitas con frecuencia. Depende de las personalidades.
–¿Y los chicos?
–Cuando hice el último estudio, los hijos de mis pacientes tenían entre uno y tres años. Todos tenían una evolución madurativa idéntica a otros chicos de su edad. A veces, sí, las gestantes comentan que reciben críticas del entorno, aunque sus propios hijos y sus parejas estén de acuerdo.
POR: Soledad Vallejos. PAGINA12.COM.AR
ARREGLO FOTOGRÀFICO: ALBERTO CARRERA
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