Amado Boudou logró llamar la atención de Néstor Kirchner por primera vez a mediados de agosto de 2008. Lo hizo con una medida hoy olvidada, pero que en aquel momento tuvo su impacto. Fue una resolución de la Anses por la cual se consagró el derecho a la pensión por viudez a las parejas homosexuales, mucho tiempo antes de que pudiera soñarse con una ley de matrimonio igualitario. Boudou llevaba sólo tres meses al frente del organismo de la seguridad social. “Te felicito, pibe, te la jugaste”, le dijo Kirchner en un cruce casual en la Quinta de Olivos. El ahora vicepresidente electo no se olvidó más de ese encuentro y esas palabras, porque fueron las primeras significativas que le dedicó el ex presidente y porque a partir de ahí empezó a participar de los picados de fútbol que éste organizaba en las canchas de la residencia presidencial. Un salto cualitativo en el universo kirchnerista. Hasta ese día no había pasado mucho más allá del hola y chau.

Como Cristina Fernández, Boudou tuvo formación católica, en su caso en el colegio San Alberto de Mar del Plata. Amado, o Aimé, en francés, como le dicen desde chico para diferenciarlo de su padre, que lleva el mismo nombre, cursó allí una parte de la escuela primaria y toda la secundaria. Cuentan sus amigos de entonces que siempre se destacó, por más de una razón. A los 9 años, por ejemplo, ya era un respetable jugador de golf. Practicaba con su padre y sus dos hermanos menores, Juan y Sebastián, en el Mar del Plata Golf Club de Playa Grande. Hoy tiene un muy buen handicap de 12. Es el punto más alto que alcanzó en el plano deportivo, que lo muestra también como jugador habitual de tenis y de fútbol, y lo conoció como apertura de rugby en el Club Universitario de aquella ciudad, a fines de los ’70.
Boudou nació el 19 de noviembre de 1962 en la Capital Federal. Es decir que en menos de un mes cumplirá 50 años. Amado padre es abogado y se dedicaba al arrendamiento de campos, la madre es ama de casa. Ellos se mudaron a Mar del Plata cuando el próximo presidente del Senado tenía cinco años. Los testimonios de las personas que compartieron con él la vida en esa ciudad coinciden en recordarlo carismático, simpático, extrovertido y muy emprendedor. Con tan alto perfil, también hay quienes lo recelan, le cuentan las costillas, le desconfían. Es algo a lo que Boudou está acostumbrado, con lo que convive desde la adolescencia, y que ha sabido manejar también en el terreno de la política, el peronismo y el kirchnerismo, hasta encontrarlo hoy como vicepresidente electo. Boudou disputa poder, aunque tiene la habilidad de hacerlo sin ir necesariamente al choque, apelando a su capacidad de persuasión. Es un estilo que le amortigua los frentes de conflicto, que como todo político en crecimiento, los encuentra a cada paso.

Desde adolescente, Boudou completó el registro canchero y ganador con las mujeres con su afición por las motos, que conserva hasta la actualidad. “Las tenía todas, era disc-jockey, fachero, divertido, andaba en la moto”, rememora uno de sus amigos, que agrega información sobre otro costado, más desconocido, de su personalidad: la del alumno con las mejores calificaciones. El próximo vicepresidente transitó la secundaria entre marzo de 1976 y diciembre de 1980, en plena dictadura. A pesar de ello, encontró allí un profesor de Formación Cívica, Alberto Moriondo, profundamente peronista, que lo marcó. Con él tenía largas charlas de política, pese al momento del país. “El era el único de nosotros que hablaba de política. Se interesaba mucho, y leía todo lo que le caía en las manos. Mucha historia y literatura, pero también física, química, matemática. Era un lector voraz, autodidacta, muy formado”, lo recuerda su compañero de aquellos años. En charlas personales, Boudou suele exhibir esas cualidades, mucho más de lo que acostumbra en la esfera pública.
Terminado el secundario, Boudou ingresó en la carrera de Ingeniería. Estudió allí dos años, pero luego cambió hacia la economía “para combinar la rigurosidad de las matemáticas con las ciencias sociales, la historia y la política”, según explicó él mismo en un reportaje reciente. Egresó de la Universidad Nacional de Mar del Plata con 8,19 de promedio. A los 23 años, mientras cursaba allí, empezó a militar en UPAU, el brazo universitario de la Ucedé. Ricardo Echegaray, el actual titular de la AFIP, también adhería a esa corriente en la Facultad de Derecho de la misma ciudad. UPAU congregaba por entonces a militantes de la Ucedé y el peronismo. En la carrera de Economía, las otras agrupaciones eran Franja Morada, radical, y Manuel Belgrano, socialista. Muy cerca de Boudou niegan que haya sido afiliado a la Ucedé y explican su acercamiento a UPAU por la rama peronista.

Boudou creció en el organismo de la seguridad social con medidas que rompieron con la impronta neoliberal de los ’90: el plan de inclusión jubilatoria, a través de las moratorias, que desarrolló como segundo de Sergio Massa –su mentor–, y la eliminación de las AFJP. En el medio de esas experiencias tomó una licencia de dos años para asumir como secretario de Hacienda del municipio del Partido de la Costa, comandado por Juan De Jesús.
Su ascenso en el kirchnerismo es más conocido. La propia Presidenta dijo que el proyecto de estatización de la seguridad social, de octubre de 2008, fue una bisagra en la relación entre ambos, tanto por la idea por cómo la defendió, por cómo pulseó con la oposición –para Boudou, sus cruces en el Congreso con los radicales Gerardo Morales y Ernesto Sanz fueron pura ganancia, por la repercusión de esas peleas dentro del Gobierno– y por los resultados. También fue determinante para la jefa de Estado que su ministro de Economía estuviera en la primera línea de batalla en las disputas con el Grupo Clarín por Papel Prensa y demás temas de conflicto. Y lo mismo cuando se dio el enfrentamiento por el pago de deuda con reservas del Banco Central. Los otros grandes méritos que le reconoce CFK son la ley de movilidad jubilatoria y la creación de la Asignación Universal por Hijo, junto con su sucesor en la Anses, Diego Bossio. Todas esas muestras de lealtad y hechos de gestión le dieron el empujón a Boudou para estar hoy como vicepresidente electo, cuando hace apenas tres años era un personaje secundario de la política argentina y en Mar del Plata se lo identificaba más como el antiguo disc-jockey que como futuro gobernante.
POR: David Cufré. PAGINA12
ARREGLO: ALBERTO CARRERA
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