Cómo reconocer un ataque de pánico.Un especialista explica cómo y por qué se desatan. Consejos prácticos para superar la situación.

—¿Qué es un ataque de pánico?
—Se trata de una crisis de ansiedad (o crisis de angustia) con síntomas elevados, consecuencia de una activación del sistema de alarma del organismo frente a un estímulo que, objetivamente, no debería encenderlo. Los síntomas, para facilitar su reconocimiento, se pueden dividir en tres áreas.
a) Fisiológica: palpitaciones, taquicardia, sensación de un ahogo, temblores, sudoración, dolor de estómago o diarrea.
b) Cognitiva: la persona piensa que se está por morir o por volverse loca o que no se va a volver a sentir bien nunca.
c) Conductual: se evita la situación temida (cuando se la anticipa) o la huida cuando se está frente a el estímulo amenazante.
Una crisis puede durar desde unos pocos minutos hasta media hora o un poco más. una vez que se alcanza el pico, los síntomas luego comienzan a disminuir espontáneamente. Pero a partir de ahí queda una marca, y el miedo a volver a padecer de una crisis hace que se detecte un tono de ansiedad constante que atenta contra la calidad de vida y predispone al padecimiento de una nuevo ataque, cerrándose así un círculo vicioso.

—Sí, cualquier persona, hombre o mujer, adolescente, joven o adulto puede padecer de crisis de pánico, si bien es más frecuente que se inicie en adultos jóvenes. Los últimos estudios científicos estiman que el 25% de la población en algún momento de su vida padecerá de un trastorno de ansiedad, una proporción altísima dentro de este grupo; por otro lado, entran varios cuadros, de los cuales las crisis de pánico son solamente uno, aunque seguramente las más frecuentes.
—Suelen presentarse frente a los mismos estímulos o no necesariamente (ej: un lugar cerrado, un sitio con mucha gente, la previa a un examen)?
—Los estímulos que disparan una crisis de pánico son de lo más diversos. una clasificación sencilla podría distinguirlos en internos y externos, es decir, cosas que uno percibe dentro de su propio cuerpo, ideas o imágenes, o, por otro lado, objetos o situaciones que se encuentran afuera, en el entorno. De todas maneras, en uno y otro caso, es siempre la lectura que la propia persona hace de la circunstancia la que gatilla la crisis, dado que la calificación del estímulo es propia de cada subjetividad. En muchos casos, esto es importantísimo señalarlo, la crisis de pánico sucede de manera imprevista, sin un desencadenante identificable.
—¿Cómo sabe una persona que es un ataque de pánico y no otra cosa?
—Ante todo, es importante distinguir la ansiedad patológica de aquella que es normal. La ansiedad es una de las emociones básicas, por lo que sentir ansiedad no es en lo más mínimo un trastorno. El punto pasa por el monto de esta emoción y el evento que la dispara. Cuando los síntomas ansiosos son muy elevados y las circunstancias que los despiertan son mínimas y cotidianas, entonces podemos ahí empezar a preguntarnos si estamos frente a un trastorno de ansiedad. Luego, para hablar de pánico, debemos considerar un nivel de ansiedad inusualmente alto, con los síntomas que señalamos al principio.
—¿Hay más gente que los sufre? ¿por qué?
—Podemos considerar que ha existido un aumento de estos trastornos en los últimos tiempos, debido a circunstancias de estrés laboral, académico y otros, a la creciente sensación de inseguridad en varias áreas y otras contingencias de nuestra sociedad actual. De todas maneras, uno de los elementos que marcan este incremento en la prevalencia de los trastornos de ansiedad, tiene que ver con la mayor disponibilidad de la información, no sólo entre el grupo de médicos y psicólogos, sino también en la población general. Muchas veces, esto lleva a diagnósticos equivocados, apresurando la etiqueta que marca como pánico, trastorno obsesivo compulsivo, depresión o demás, por lo que hay que ser cuidadoso y atinado. Sin dudas en décadas pasadas, estos cuadros también se padecían, dado que existen desde siempre, pero antes no contábamos con la claridad nosológica que hoy sí disponemos.
—¿Se superan?
—Sí pueden superarse; lo mejor es intervenir desde la psicoterapia, y en esto está demostrado que la terapia cognitiva conductual corre con ventajas sobre otras líneas teóricas (otras líneas teóricas pueden discrepar, y vale, por supuesto). Sólo si en el marco de una adecuada psicoterapia no pueden desarrollarse las herramientas necesarias para acotar el malestar, entonces podría ser prudente considerar la posibilidad de un tratamiento que integre también un psicofármaco. Entonces, psicoterapia siempre, medicación, sólo a veces: ésta es mi opinión
POR: DIARIOUNOSALUD
ARREGLOS FOTOGRÀFICOS: ALBERTO CARRERA
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