QUE HONOR ESCRIBIR SU NOMBRE EN MI BLOG, DON BERNADO RÀZQUIN ES UNO DE LOS PERSONAJES DE MENDOZA MAS RECORDADOS DE MI NIÑEZ, CON EL APRENDÍ QUE ERAN LOS CUMULUS NIMBUS, RECUERDO QUE POR RADIO HABLABA DE LAS HORMIGAS Y EL CLIMA, NUNCA LE FALLABA. QUE LINDO ES PASAR Y DEJAR HUELLAS EN EL TIEMPO Y EN LAS PERSONAS. UN LINDO RECUERDO.........
Un hombre llamado don Bernardo Razquin.
¿Cómo es que algunos hombres se vuelven inolvidables y otros pasan por la vida sin dejar huella? Aquí, la historia de un hombre querido y admirado por todos. Un autodidacta del andinismo, la meteorología y la arqueología; también un patriota, un protector de la naturaleza y un buen amigo. Quitémonos el sombrero ante el recuerdo de un ser humano que asumió la estatura de su tiempo.
Un hombre llamado don Bernardo Razquin.
¿Cómo es que algunos hombres se vuelven inolvidables y otros pasan por la vida sin dejar huella? Aquí, la historia de un hombre querido y admirado por todos. Un autodidacta del andinismo, la meteorología y la arqueología; también un patriota, un protector de la naturaleza y un buen amigo. Quitémonos el sombrero ante el recuerdo de un ser humano que asumió la estatura de su tiempo.
¿Qué hace que, por ejemplo, algunos hombres atraviesen la historia con sus vidas y otros pasemos por ella ajenos por completo a los conceptos de la pena y de la gloria? Don Bernardo Razquin, por ejemplo, fue un hombre cuyo recuerdo llena de empatía a cualquier mendocino más o menos memorioso. Fue un buen hombre y dio su vida trabajando por causas nobles, sin embargo, cierto es que no todos los buenos y nobles hombres permanecen vivos en la memoria de sus pueblos.
Don Bernardo lo hizo: se ganó un estupendo sitio en el reconocimiento histórico de su pueblo y buena parte de la ponderación puede desprenderse del análisis de su biografía. Protector del ambiente, meteorólogo aficionado, andinista esforzado, arqueólogo entusiasta, admirador de San Francisco de Asís, maestro mimbrero en Polvaredas, humanista definitivo, el hombre, al partir, el 16 de marzo de 1988, dejó la senda de la vida franqueada a ambas márgenes por sus árboles favoritos: las araucaria, los jacarandá, el palo borracho y los simplemente erectos álamos.
Don Bernardo lo hizo: se ganó un estupendo sitio en el reconocimiento histórico de su pueblo y buena parte de la ponderación puede desprenderse del análisis de su biografía. Protector del ambiente, meteorólogo aficionado, andinista esforzado, arqueólogo entusiasta, admirador de San Francisco de Asís, maestro mimbrero en Polvaredas, humanista definitivo, el hombre, al partir, el 16 de marzo de 1988, dejó la senda de la vida franqueada a ambas márgenes por sus árboles favoritos: las araucaria, los jacarandá, el palo borracho y los simplemente erectos álamos.
Nació don Bernardo Razquin en 1906, en San José, un hogar de la calle Alberdi –donde ahora está la Terminal de Ómnibus, que hoy lleva su nombre – que compartió con sus padres y con sus catorce hermanos. Al poco tiempo, ante la construcción de la estación de micros, se mudaron a la calle Güemes, a pocas cuadras de ese lugar.
“Es allí donde creció el mito, donde Mendoza le quedó chica y catapultó su fama a todo el país. Fue un observador profundo y metódico de las cosas sencillas y naturales”, lo recuerda su amigo Rudy Parra, con quien compartió uno de sus placeres mayores: la montaña. Don Bernardo, por cierto, se anota con varias ascensiones al Aconcagua y también conoció otros cerros como el Tupungato, el Plata, el Mercedario, el Tupungatito y el Vallecitos, integrando expediciones militares, deportivas y científicas.
Dice su biografía, atesorada, entre varios, por Parra, que se casó el hombre con doña Josefina Romano con quien tuvo 4 hijos y 6 nietos. Considera Rudy Parra que el hombre fue “el precursor de la ecología en Mendoza; además, él inició los jardines de la Terminal de Ómnibus. Supo vivir en total armonía con la naturaleza; sólo respetándola como él lo hizo, pudo conocerla, interpretarla y predecir su comportamiento con la mayor exactitud posible”, concluye, al respecto, su amigo.
“Es allí donde creció el mito, donde Mendoza le quedó chica y catapultó su fama a todo el país. Fue un observador profundo y metódico de las cosas sencillas y naturales”, lo recuerda su amigo Rudy Parra, con quien compartió uno de sus placeres mayores: la montaña. Don Bernardo, por cierto, se anota con varias ascensiones al Aconcagua y también conoció otros cerros como el Tupungato, el Plata, el Mercedario, el Tupungatito y el Vallecitos, integrando expediciones militares, deportivas y científicas.
Dice su biografía, atesorada, entre varios, por Parra, que se casó el hombre con doña Josefina Romano con quien tuvo 4 hijos y 6 nietos. Considera Rudy Parra que el hombre fue “el precursor de la ecología en Mendoza; además, él inició los jardines de la Terminal de Ómnibus. Supo vivir en total armonía con la naturaleza; sólo respetándola como él lo hizo, pudo conocerla, interpretarla y predecir su comportamiento con la mayor exactitud posible”, concluye, al respecto, su amigo.
Muchos lo recuerdan por sus intervenciones radiales, varios sus fatigadas caminatas por lo cerros y otros, de verlo con su chupalla, su sombrero de paja y su azadón, regando, plantando y cuidando los jardines de la Terminal. Por eso, el Rudy sabe de sobre cuál puede ser el mejor homenaje a este hombre fundamental: “Lo mejor siempre ha sido plantar árbol. El fue un verdadero ejemplo para nuestra juventud. Yo tuve la suerte de poder ayudarlo, siendo adolescente, en muchas oportunidades en esta sencilla pero meritoria tarea”, recuerda el andinista, remontándose a mediados del siglo pasado.
Fue también don Bernardo colaborador de museos, radios, diarios, instituciones oficiales (especialmente el Ejército Argentino), “y por supuesto los clubes de montaña”, asegura su amigo, quien propuso al folclorista Jorge Viñas que le hiciera una canción y así surgió “Líneas para Bernardo”. En tanto, don Hilario Cuadros, cuando integraba Los Trovadores de Cuyo, compuso para él en 1944 la tonada “Canto al Andinista Nuestro”. Asimismo, son varias las instituciones o espacios que llevan su nombre.
Ya como parte del mito nacido, se dice de él que pronosticó, el 30 de mayo de 1929, el terremoto de Villa Atuel, “con sólo observar la luna nueva”, sentencia su amigo.
Fue también don Bernardo colaborador de museos, radios, diarios, instituciones oficiales (especialmente el Ejército Argentino), “y por supuesto los clubes de montaña”, asegura su amigo, quien propuso al folclorista Jorge Viñas que le hiciera una canción y así surgió “Líneas para Bernardo”. En tanto, don Hilario Cuadros, cuando integraba Los Trovadores de Cuyo, compuso para él en 1944 la tonada “Canto al Andinista Nuestro”. Asimismo, son varias las instituciones o espacios que llevan su nombre.
Ya como parte del mito nacido, se dice de él que pronosticó, el 30 de mayo de 1929, el terremoto de Villa Atuel, “con sólo observar la luna nueva”, sentencia su amigo.
Cerremos con una imagen final a cargo de su amigo: “Tres cosas nunca faltaron en su raída mochila: sus elementos de observación meteorológica, un puñado de semillas para desparramar vida y una Bandera Argentina que siempre desplegaba para que orgullosa flameara en las alturas”
Murió el 16 de marzo de 1988. Ese día, “se nos fue a los mendocinos don Bernardo, como todos le decíamos afectuosamente. Recuerdo que allí, en la paz sepulcral del Cementerio de la Capital, una legión de montañeros, militares, autoridades gubernamentales, familiares, amigos y un pueblo sentido lo despidió con lágrimas sinceras”, evoca el Rudy.
Murió el 16 de marzo de 1988. Ese día, “se nos fue a los mendocinos don Bernardo, como todos le decíamos afectuosamente. Recuerdo que allí, en la paz sepulcral del Cementerio de la Capital, una legión de montañeros, militares, autoridades gubernamentales, familiares, amigos y un pueblo sentido lo despidió con lágrimas sinceras”, evoca el Rudy.
Tiempo después, en 2003, y gracias a gestión de su familia y de Rudy Parra, los restos de don Bernardo Razquin descansan en el Cementerio de los Andinistas, cerca de Puente del Inca y de “su” Aconcagua.
Este fue, en breves palabras, don Bernardo, un imprescindible, un hombre verdaderamente querido por su pueblo.
Este fue, en breves palabras, don Bernardo, un imprescindible, un hombre verdaderamente querido por su pueblo.
POR: Ulises Naranjo. MDZ
BERNADORAZQUIN
ARREGLOS: ALBERTO CARRERA
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